Historias de Ultratumba/Una Visión Cristiana – Parte 1

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Dr. Alvaro Pandiani

Según escribe el autor Miguel González Rodrigo en su artículo Inteligencia Genética y Espiritualidad, la espiritualidad como construcción de una idea de trascendencia, de existencia de Dios, está genéticamente determinada.

Este autor nos dice que con el desarrollo de la inteligencia, la especie humana adquiere la noción del paso del tiempo, y por lo tanto toma conciencia de la finitud del ser.

El hombre sabe que su existencia tiene término, que va a morir. La espiritualidad sería parte de un desarrollo evolutivo que protegería al individuo inteligente que se enfrenta a la idea de su propia muerte, haciéndole concebir una vida después de la muerte. De este modo, dice, la vida se hace “más llevadera y no tiene porque preocuparse del final ya que tras el aparente final hay algo más”. Más adelante en el mismo artículo leemos: “No es por lo tanto un mecanismo psicológico surgido de la necesidad de dependencia… o de obtener respuestas, y tampoco es producto de la evolución cultural. El origen de la religión no es dios, como sostienen algunas teorías, sino el alma o deseo de perpetuar la propia existencia, dios aparece después para justificar y dar soporte a esa necesidad”.

Este tipo de aseveraciones nos hacen ver por dónde viene la mano: esta teoría, bastante novedosa en apariencia, es otra expresión de racionalismo que postula un origen natural de la religión; ésta sería otro mecanismo adaptativo más de la especie humana, al enfrentarse a un cosmos que genera interrogantes, incertidumbre y temores. Sin embargo, resulta casi hilarante el cobarde retroceso en que incurre el autor al final del artículo, donde dice: “estos comentarios nada tienen que ver con la existencia de dios, ya que el propio concepto de dios en la mayor parte de las culturas lo hacen indemostrable. Un creyente podría aceptar esta posibilidad y admitir que dios lo ha programado para conocerle y un no creyente podría aceptar estos argumentos y esgrimirlos para negar la necesidad de un creador. Por lo tanto el texto no alberga ningún ánimo de polemizar respecto a ese tema”. En buen criollo, a esto le llamaríamos querer andar del brazo con Dios y con el diablo. El artículo no concluye nada, no se juega por nada, y ese final en tablas hace que nos preguntemos la utilidad, o aún la pertinencia de su planteo.

Sin embargo, el ensayo referido toca un tema capital y significativo, prácticamente para cada ser humano: el miedo a la muerte, y las múltiples formas en que buscamos un sentido, y sobre todo una alternativa a este absurdo y, aparentemente, definitivo final de la existencia.

La muerte ha preocupado al hombre desde el fondo de la historia, y más allá de la fe en los progresos de la ciencia médica en la lucha contra las enfermedades y por el aumento de la expectativa de vida (pobre sustituto de las creencias místicas), la magia y la religión han sido durante milenios las que han ofrecido consuelo y esperanza ante la dura realidad del morir. No en vano, más del noventa por ciento de la población mundial actual profesa alguna religión.

Quizás cabe acotar que quienes profesamos la fe en Jesucristo vemos en el cristianismo bíblico, no una religión natural, sino una revelación de Dios en la persona de Jesús de Nazaret, precedida por la revelación de Dios a los patriarcas y profetas en tiempos del Antiguo Testamento, y seguida por la revelación del Espíritu Santo a los apóstoles y discípulos de Cristo, durante el primer siglo de la Era Cristiana. En suma, no una expresión de instinto religioso, moldeada por una cultura y un escenario intelectual, social y político definido, sino una intervención de Dios en la historia humana.

Para personas como González Rodrigo y otros racionalistas y ateos, esta acotación no sería más que una declaración de alguien impregnado de las creencias de una religión natural. Afortunadamente vivimos tiempos de tolerancia, y nuestra fe en la revelación del Dios Eterno en Jesucristo debe ser respetada, aunque a esos otros les parezca locura. Como dijo el apóstol san Pablo, un adelantado en estos asuntos de la tolerancia: “¡Ojalá me tolerasen un poco de locura! Sí, tolérenme” (2 Corintios 11:1).

La Biblia pone a la muerte en su justo lugar, en el amplio escenario del drama humano; castigo por el pecado y la maldad, maldición transferida a toda la creación por la depravación humana, realidad ineludible para todos los hombres y mujeres de este mundo, incluso los creyentes, el Nuevo Testamento nos dice que la muerte es “el postrer enemigo que será destruido” (1 Corintios 15:26); también nos dice que Jesucristo “… quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio” (2 Timoteo 1:10). La revelación cristiana habla, efectivamente, de una vida después de la muerte. La expectativa cristiana es singular; ante la demoledora realidad de la muerte, responde con la esperanza de la resurrección, basada en la certeza de la resurrección de Cristo: “… Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que murieron es hecho, pues por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos” (1 Corintios 15:20,21). La esperanza en la vida tras la muerte no es simplemente un consuelo que hace más llevadera la vida presente, sin preocuparse del inescapable final; es lo que da sentido a la vida, cuando esa vida es vivida para aquel que murió y resucitó como “primicias de los que murieron”.

Pero además de la esperanza en la resurrección de la carne, la Biblia enseña la perdurabilidad de la vida consciente entre la muerte y la resurrección. Contenida en embrión en el Antiguo Testamento, y claramente revelada en el Nuevo, esta doctrina ha sido negada por algunos grupos que se hacen llamar cristianos, los cuales sostienen la teoría del sueño del alma entre la muerte y la resurrección, y aducen que aquella doctrina se trata de una infiltración de ideas paganas griegas en la fe de la Iglesia. Sin embargo, estos mismos grupos tienen graves problemas para explicar pasajes bíblicos como Lucas 23:39-43, 2 Corintios 5:6-8, Filipenses 1:22-24, y sin duda, la narración (¿parábola?) del rico y Lázaro, en Lucas 16:19-31 (si el mundo de ultratumba no existe, si es una idea pagana griega, ¿lo habría usado Jesús para enseñar verdades acerca del Reino de Dios a los judíos?). Por tanto, la enseñanza de la Iglesia Cristiana es que el espíritu o alma del hombre, una esencia inmaterial que es asiento de su personalidad, pensamientos, emociones, recuerdos y voluntad, abandona el cuerpo en el momento de la muerte, para entrar en un reino espiritual en el cual tendrá un destino eterno; ese destino dependerá de la fe y las decisiones morales que haya tomado en vida esa persona.

En el Antiguo Testamento se habla del Seol como el “lugar de los muertos”; según los pasajes donde aparece, la palabra a veces se equipara a tumba o sepulcro, y parece no querer decir más que eso (Salmo 141:7; Proverbios 5:5; Isaías 38:18; Ezequiel 31:16); en otras ocasiones, sin embargo, impresiona referirse a un lugar al que van todos los muertos de la humanidad, un reino subterráneo común en el que los espíritus de los difuntos hallan su destino (Salmo 49:14; Proverbios 9:18; Isaías 5:14; Ezequiel 32:21; Oseas 13:14; Habacuc 2:5). Algunos pasajes parecerían indicar que el Seol fuera un lugar de castigo para los impíos (Salmo 9:17; 55:15), mientras que en otros no parece haber tal distinción moral: también los justos van allí (Isaías 38:10); incluso, alguien como David, el varón “conforme al corazón de Dios” (Salmo 16:10; pasaje profético aplicado a Jesús de Nazaret por el apóstol Pedro: Hechos 2:27). De lo que podemos leer en el Antiguo Testamento, la morada de los muertos en la que creían los israelitas era un lugar, como dijimos, sin distinción moral, en el que los muertos, se infiere, estaban en un estado de inconciencia o sueño, ya que “nada saben, ni tienen más recompensa. Su memoria cae en el olvido. También perecen su amor, su odio y su envidia” (Eclesiastés 9:5,6), y allí, en ese lugar, “no hay obra ni trabajo ni ciencia ni sabiduría” (Eclesiastés 9:10).

Pasajes bíblicos como estos son usados por testigos de Jehová, adventistas, y otros grupos que preconizan la doctrina del sueño del alma, olvidando olímpicamente la revelación neotestamentaria al respecto de este tema. Incluso en el Antiguo Testamento hay un pasaje como Isaías 14:9,10, en el que vemos que ese supuesto estado de sueño puede suspenderse transitoriamente: “El Seol abajo se espantó de ti; despertó a los muertos para que en tu venida salieran a recibirte; hizo levantar de sus sillas a todos los grandes de la tierra, a todos los reyes de las naciones. Todos ellos darán voces y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros y llegaste a ser como nosotros?”.

Pero a propósito del tema que nos ocupa, la conclusión más importante que podemos extraer de este breve repaso sobre el reino de los muertos, tal como lo presenta el Antiguo Testamento, es que los espíritus de los muertos están confinados en el Seol; es decir, que en la fe del israelita piadoso de aquellos tiempos, cuando el hombre moría o la mujer moría, el alma no salía del cadáver para vagar en las proximidades del lugar de su muerte, o en otra parte. Vale decir que, según las Sagradas Escrituras del Antiguo Testamento, los espíritus descarnados de humanos fallecidos no tienen la facultad de “rodear la tierra y andar por ella” (Job 1:7), como sí la tienen otros seres espirituales, por ejemplo Satanás, según el pasaje de Job citado. Por lo tanto, el Seol es un lugar ajeno a este mundo, y constituiría un sitio de confinamiento para las almas de los que han partido.

4 Comments

  1. juan carlos quisiruco dice:

    este comentario me ha sido de mucha ayuda porq he podido saber mas de la soberania d Dios y a entender una vez mas q el es el autor y consumador d la vida y sobre todo q El tiene el control d todas las cosas.

  2. GRACIAS POR TENERNOS ACTUALIZADOS DE LO QUE VA SUCEDIENDO EN EL MUNDO Y QUE NOS INTERESA COMO CONOCEDORES DE LA VERDAD, LA UNICA VERDAD CAMINO Y VIDA JESUCRISTO EL DESEADO DE LAS NACIONES. INMORTAL DIOS ETERNO A EL LA GLORIA AMEN. BENDICIONES. LUZSTELLA

  3. […] (RTM Uruguay) Según escribe el autor Miguel González Rodrigo en su artículo Inteligencia Genética y Espiritualidad, la espiritualidad como construcción de una idea de trascendencia, de existencia de Dios, está genéticamente determinada. […]

  4. Carolina Vallejo dice:

    EXCELENTE. HA SIDO MUY ESCLARECEDOR EL ABORDAJE REALIZADO Y LAS EXPLICACIONES BRINDADAS. SE ESTÁ HILANDO FINO Y ES MUY NECESARIO.MUCHAS VECES POR MOTIVOS DE TRABAJO NO SE PUEDE ASISTIR A REUNIONES DE ESTUDIO. TANTO ESTA COLUMNA COMO LAS RESTANTES SON UNA GUÍA EXHAUSTIVA.

    ASI MISMO SIN LUGAR A DUDAS LA BIBLIA ES LA ÚNICA QUE UBICA LA MUERTE EN SU JUSTO LUGAR Y NOS MUESTRA ESA ESPERANZA QUE SE DEBE RECIMENTAR. GRACIAS A LA RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO TENEMOS UNA ESPERANZA Y CERTEZA SIN IGUAL. ES UNA DICHA UNICA
    QUE NADIE LA PUEDE DAR SINO EL. APRENDAMOS A CONOCERLO MAS.

    SIN LUGAR A DUDAS EL SALMO 16 ES MARAVILLOSO EN ESPECIAL LOS DOS ÚLTIMOS VERSÍCULOS , EN SU MOMENTO ME DIERON MUCHA PAZ ANTE LA PERDIDA DE UN FLIAR DIRECTO.

    LA MUERTE ES LA PRUEBA MAS GRANDE,LA BATALLA MAS GRANDE QUE DEBEMOS ENFRENTAR PERO EL ESTÁ AHI. APROPIÉMONOS MAS DE SU PALABRA Y DE LA ORACION.

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