Navidades, paganas navidades.

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Por: Dr. Álvaro Pandiani*

Como siempre nos recuerdan las amables personas que – por razones religiosas o antirreligiosas – son enemigas de la Navidad, la fecha en que el mundo occidental celebra esta festividad, el 25 de diciembre, es artificial. Sabemos que es así; la verdadera fecha del nacimiento de Jesucristo es desconocida. De hecho, algunas iglesias del catolicismo ortodoxo celebran la Navidad el 7 de enero. En el Imperio Romano, el 25 de diciembre se festejaba el nacimiento del Sol Invicto, que constituía la culminación del festival pagano de las Saturnales. Efectivamente, la Navidad de occidente cae en la fecha de un antiguo festival pagano, que fue cristianizado en el siglo IV d. C. por la Iglesia de Roma. Uno de los sentidos originales de la Navidad, el regalo que Dios hizo a los seres humanos perdidos con la venida de su Hijo Unigénito para ser el Salvador de todos nosotros, fue celebrado por siglos como una época de alegría, en la que una de las tradiciones más arraigadas era hacer y recibir regalos. Cada diciembre, los cristianos insistimos – una y otra vez – en que la gente debería recordar el significado original de la Navidad, el nacimiento del Salvador, Cristo Jesús, en la aldea de Belén. En los países latinoamericanos, de marcada herencia cultural católica, si se les pidiese a las personas que explicaran cuál es el sentido original de la Navidad, probablemente la mayoría evocaría el nacimiento de Cristo; pero seguramente esa mayoría reconocería que en su Navidad particular, no lo toma en cuenta. El mundo festeja una Navidad que combina rasgos propios de nuestro tiempo, como modas y espectáculos, y de esta manera celebra una Navidad desprovista de su sentido original. Con estos rasgos actuales coexisten tradiciones antiguas, algunas con un débil precedente bíblico, y otras por completo legendarias, que son fruto de un sincretismo entre hechos y personajes del pasado cristiano remoto, y elementos del paganismo precristiano.

Los árboles de navidad, las ramas de muérdago, las guirnaldas, las luces de colores, los pesebres, las imágenes de Papá Noel y de los Reyes Magos, todo eso nos habla de tradiciones ligadas a las fiestas navideñas. Y aunque son profusamente usadas por los negociantes para estimular el consumismo findeañero, tienen su lugar entre las tradiciones más antiguas, y para muchos, más queridas de esta época del año. Hoy en día – para la mayoría de la gente – la imagen más representativa de la Navidad no es el pesebre, que representa el nacimiento de Cristo, sino la postal de un paisaje boscoso cubierto de nieve, sumido bajo la luz de la luna, con una cabaña en la que se discierne un árbol de Navidad con las luces encendidas. Y también la figura de Papá Noel, un mito nórdico asimilado al cristianismo hace varios siglos, que ha penetrado nuestra cultura latina en las últimas décadas. Papá Noel (o Santa Claus) ha desplazado en gran parte a los Reyes Magos en el imaginario popular, y sobre todo en la fantasía de los niños, quienes siempre se ilusionan con estos personajes que en fechas concretas del año vienen durante la noche (del 24 de diciembre o del 5 de enero) para colmarlos de regalos. Hoy en día, la imagen de Papá Noel domina nuestra Navidad, y no sería aventurado especular que la mayoría de los niños – y también de los mayores – conocen mejor la “historia” de Santa Claus (que vive en el Polo Norte, acompañado por innumerables duendes jugueteros, y que viaja en un trineo volador tirado por renos, etc.), que la historia del Niño Jesús.

Resulta llamativo recordar que en nuestro país, durante el siglo 19, existía una tradición según la cual en la noche del 24 de diciembre el Niño Jesús traía regalos a los pequeños; esa tradición fue desapareciendo durante el siglo 20, tal que cuando Papá Noel aterrizó con su trineo ya tenía el terreno despejado para instalarse. Ahora, Papá Noel llegó para quedarse, pero los Reyes Magos no quieren dar un paso al costado. Esto redunda en que, gracias a las intensas campañas publicitarias de cada diciembre, los padres se enfrenten a una cuestión comprometedora: sus niños, en la inocencia, fantasía y fascinación por la magia que les es propia, esperan la llegada de personajes mágicos y misteriosos, que mientras ellos duermen les traerán regalos, ¡dos noches al año, separadas por menos de dos semanas! Entonces, gracias a la presión del mercado, los padres se enfrentan a una disyuntiva complicada: defraudar la fantasía inocente de sus hijos, o cumplir en las dos fechas con los esperados regalos, a como dé lugar; incluso metiéndose en planes promocionales y ofertas a pura cuota, que los tendrán acogotados durante la mayor parte del año siguiente.

Por otro lado, la penetración de motivos navideños nórdicos tiene un marcado tono místico. Obviamente, Papá Noel es un ser inmortal, ya que cada Nochebuena sale en su trineo desde el Polo Norte para repartir regalos a los niños. También los Reyes Magos son seres inmortales, pues cada Epifanía – cada 6 de enero – vienen “desde oriente”, montados en sus camellos, para traer regalos a los pequeños. Hay en todo esto una situación interesante, que debe movernos a la reflexión. Los Reyes Magos son seres legendarios basados en personajes bíblicos: los magos mencionados por Mateo en su evangelio, capítulo 2, versículos 1 al 12. Estos magos, es decir, sabios, serían poseedores de conocimientos de astrología y, presumiblemente, de astronomía. Algunos creen que pertenecían a la casta sacerdotal zoroástrica de Persia, y otros opinan que estaban en conocimiento de las profecías mesiánicas del Antiguo Testamento, a través del contacto con descendientes de israelitas llevados a Babilonia en el siglo VI antes de Cristo, que nunca regresaron del exilio. A partir de la figura de estos magos (que el Nuevo Testamento no dice que fueran reyes, ni que fueran tres, ni cuales eran sus nombres), se construyó la leyenda. Su número, que al principio fue variable, en la mayoría de las tradiciones quedó fijo en tres; sus nombres, Melchor, Gaspar y Baltasar, que  aparecieron por primera vez en la Iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena, Italia, en el siglo VI d. C.; que uno de ellos fuera negro, lo cual apareció por primera vez a fines del siglo XIV d. C.; y finalmente, que en la noche del 5 de enero traen regalos a los niños.

La figura de Papá Noel, por otra parte, no tiene ninguna base en la Biblia, pero sí en la historia cristiana. El personaje histórico cristiano que sirve de base para este personaje es Nicolás, obispo de la ciudad de Mira, situada en la Turquía actual. Según algunas referencias, Nicolás era alto y delgado, y vivió entre los años 280 y 345 de la era cristiana; sufrió prisión por su fe, y fue liberado por Constantino. San Nicolás es recordado por su generosidad, su bondad y sus milagros. “El primer relato sobre el santo data del siglo IV y apareció en un texto griego. Narra la historia de tres jóvenes que beben más de la cuenta. El patrón los asesina para robarles y mete los cuerpos en una cuba de vino. Enterado Nicolás, corre a la taberna y los devuelve a la vida tras una buena reprimenda. Otra historia es la del padre que, por estar hundido en la miseria, decide prostituir a sus tres hijas. Esa misma noche San Nicolás dejó deslizar por la chimenea de la casa tres barras de oro como dote para cada una de las muchachas” (¿Quién es realmente Papá Noel?; funversion.universia.es/curiosidades/sorprendente/leyendasurbanas.jsp).

La fiesta en honor de San Nicolás se celebra el 6 de diciembre, fecha en que se conmemora su muerte. Ahora, este personaje en realidad aglutina y “cristianiza” varias deidades y personajes sobrenaturales paganos, provenientes de las mitologías grecorromana y celta, que repartían regalos a los niños en diciembre. En la Roma Antigua se celebraban en invierno las fiestas religiosas en honor a Saturno, el Cronos de los griegos. A mediados de diciembre había ceremonias religiosas, fiestas, juegos, las relaciones de autoridad se invertían (las mujeres sobre los hombres, los hijos a los padres). Al final de las fiestas, los niños recibían regalos de todo el mundo. Papá Noel no tenía por entonces un nombre ni un sexo definido. Los niños italianos, por ejemplo, recibían sus regalos de una bruja buena llamada Befana. En los bosques vascos quien venía con regalos era un gigante llamado Olentzero, y también carboneros, duendes, campesinos de barba blanca, botas altas y gorro de armiño eran los que regalaban cosas a los niños” (¿Quién es realmente Papá Noel?). También se dice que en la leyenda se introducen elementos nórdicos, por ejemplo del dios Odín, que viajaba en un trineo tirado por renos. Ahora, no importa tanto si Papá Noel es una figura más pagana que cristiana (que lo es); lo preocupante para nosotros los cristianos es que mientras los Reyes Magos por lo menos evocan de inmediato al Niño Jesús, y llevan nuestra mente y nuestra imaginación al sentido original de la Navidad: el Nacimiento de Jesucristo, la figura de Papá Noel, impuesta por el mercadeo y por la fuerza de una cultura foránea, evoca sentimientos dispersos de generosidad, paz, solidaridad, reconciliación, que se funden en un vago y abstracto “espíritu navideño”, que no nos aporta nada desde el punto de vista espiritual, y que es enormemente vacío incluso durante su reinado en la época navideña.

La tradición más emblemática de las fiestas navideñas, el árbol de navidad, tiene una historia también extensa y abigarrada. El “arbolito”, con su forma particular y la belleza de sus adornos y luces, es otro protagonista de la magia navideña. Además, al pie del árbol aparecen, en la mañana de Navidad, los regalos traídos por Papá Noel. El árbol de Navidad parece una tradición independiente de la herencia confesional cristiana de los países en los que se celebra la Navidad.¿Qué hay detrás de esta costumbre tan bella, mágica y, en apariencia, inocente? ¿Es cristiana la tradición del árbol de Navidad? Los relatos invocados en referencia a los orígenes de esta tradición son diversos. Para algunos el armado e iluminación del árbol de Navidad es una costumbre francamente pagana, que nada tiene que ver con el nacimiento de Cristo, mientras que para otros hay un significado cristiano en el árbol mismo, y en cada uno de sus componentes. En realidad, el árbol tiene raíces paganas, pero fue posteriormente cristianizado. Las diferentes historias respecto al origen del árbol nos refieren a las tribus bárbaras del norte de Europa, fundamentalmente a los germanos, que fueron alcanzados por el evangelio cristiano en los primeros siglos tras la caída del Imperio Romano. Estos bárbaros tenían árboles a los cuales consideraban sagrados; se cuenta que los druidas se reunían bajo estos árboles, para celebrar sus ritos; también que los germanos “vestían” sus árboles (de hojas caducas, y por lo tanto desnudos en el invierno), para que los espíritus de los bosques retornaran. También se nos habla de un árbol de hojas perennes, el Divino Yggdrasil, adornando el cual los bárbaros celebraban a su dios. El Yggdrasil era un árbol cósmico, pues simbolizaba el universo; su copa era – o tocaba – el cielo, entendido como la morada de los dioses (Asgard), o el palacio de Odín (Valhalla), mientras que sus raíces estaban en los infiernos. Hablar de las tribus germanas y de su árbol sagrado evoca la figura de Bonifacio, quien fue un misionero inglés que evangelizó Alemania durante la Alta Edad Media. Los bárbaros entre quienes este misionero predicaba veneraban un gran roble del bosque como árbol sagrado del dios Thor. Bonifacio, cuando vio que la predicación no ejercía el efecto esperado, anunció que el día de la Navidad de Jesús derribaría dicho árbol. El 25 de diciembre del año 724, por la mañana, Bonifacio llegó al lugar junto a algunos de sus compañeros de misión, y encontró el árbol rodeado de piedras; y alrededor del roble se habían reunido miles de paganos para ver cómo su dios se vengaría del extranjero cristiano. Pero el árbol cayó, y cuenta la crónica del hecho que de su madera se construyó la primera capilla cristiana del lugar.

En la vinculación del árbol con el cristianismo, y particularmente con la Navidad y sus tradiciones, seguramente intervienen varios factores. Un elemento a tomar en cuenta es que muchas de estas tradiciones se gestaron durante siglos en una época del año que coincide con el inicio del invierno boreal; a propósito de esto tenemos que recordar que, aún en nuestra Navidad veraniega del hemisferio sur, algunos árboles son adornados con nieve artificial. Por otro lado, la destrucción del árbol sagrado por Bonifacio el día de Navidad evoca el nacimiento de un nexo entre la Navidad y el árbol. También, una leyenda alemana dice que Martín Lutero regresaba a Wittenberg una noche invernal, cuando de pronto quedó impresionado al contemplar los árboles helados del bosque bajo las estrellas, por lo que, tratando de reproducir esa visión, adornó un abeto con velas. Esto dio lugar a una costumbre, que pasó desde Alemania y los Países Escandinavos a Inglaterra, y de allí a los Estados Unidos. Entonces, al parecer, la tradición del árbol de Navidad habría llegado a los países cristianos australes proveniente de las tierras nórdicas, al igual que la leyenda de Papá Noel, pero en un tiempo muy anterior.

La Iglesia adoptó la tradición del árbol de Navidad y la “cristianizó”, adjudicando al árbol una nueva simbología, que habla de pecado y redención. Por un lado, el árbol de Navidad serviría para recordar el árbol del Paraíso, cuyos frutos fueron comidos por Adán y Eva en desobediencia al mandato de Dios, cometiendo el pecado original; por lo tanto, nos recordaría que Jesucristo vino para ser nuestro Salvador. También simboliza el árbol de la vida, o asimismo la vida eterna, por ser de hojas perennes. Los árboles utilizados antes del advenimiento de los árboles artificiales  habitualmente eran coníferas, que son de forma triangular, por lo que serían figura de la Santísima Trinidad. Se dice que Bonifacio adornó el árbol con manzanas, representando las tentaciones; mientras que las esferas o chirimbolos que se colocan actualmente serían los dones de Dios a los hombres. Las luces, antiguamente velas, simbolizan la luz de Cristo. Y la estrella en lo alto del árbol representaría la fe del creyente, y también – todavía más evocador – la estrella de Belén. De esa manera, ese árbol cósmico pagano, el Yggdrasil, pasó a ser el árbol de la vida, y además pasó a representar el Dios en Tres Personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Las frutas y decoraciones – sustituidas en la actualidad por chirimbolos y guirnaldas – que antes eran regalos y atractivos para los espíritus de los bosques, se transformaron en símbolos de los dones de Dios a los seres humanos. El Asgard o Valhalla – el cielo de los nórdicos – en la copa del árbol, se vuelve la Estrella de Belén, que anuncia la llegada del Hijo de Dios venido del cielo. La inmortalidad de un dios nórdico, celebrada en el mito pagano a través de un árbol de hojas perennes, pasó a ser la vida eterna recibida de Cristo. Las luces (antes velas, hoy luces eléctricas parpadeantes) que en la leyenda germana eran el sol, la luna y las estrellas sostenidas en las ramas del árbol gigante, pasaron a representan a Cristo como Luz del mundo.

Ahora, quienes nos consideramos cristianos apegados a la Biblia, ¿podemos aceptar esta redefinición cristianizada de la simbología del árbol? No cabe duda que el árbol de Navidad no tiene absolutamente nada que ver con el nacimiento de Cristo; tampoco contiene una simbología concreta que señale hacia este acontecimiento – que para nosotros es el más importante en la historia de la humanidad – excepto por la presencia de la estrella, que hoy en día ha sido sustituida por un puntero inespecífico (en el mejor de los casos). Por todo esto, el árbol no evoca el sentido original de la Navidad, y en  un sentido estrictamente bíblico, su presencia es totalmente prescindible en la celebración de una Navidad cristiana. Ahora, ¿qué ocurre si alguien no quiere prescindir de un elemento decorativo tan hermoso, y tan estrechamente unido a la magia y el encanto de la Navidad? ¿Debe desaconsejarse – y aún prohibirse su uso – a los cristianos, en base a un remoto significado pagano? ¿O uno puede ampararse en el replanteo cristiano de toda su simbología, y seguir armando ese “arbolito”, ante el cual casi todos – si no todos – supimos quedar extasiados desde nuestra infancia? Al meditar sobre estas interrogantes surge, una vez más, la misma conclusión: los cristianos debemos ser positivos; más prontos a estimular que a prohibir. En este caso, estimularnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean a vivir ésta y todas las navidades según su significado original: Jesús nació en Belén de Judea para ser el Salvador del mundo. Es una pésima receta para evangelizar, y para edificar a otros creyentes, criticar la costumbre de armar el árbol en vez de ensalzar a Jesús, quien nació en un humilde pesebre para ser nuestro Redentor. Al celebrar la Navidad cristiana, adoramos a Jesucristo; y al hacerlo, Él vuelve a nacer en nuestros corazones, por la fe. Y cuando eso ocurre en nosotros, con árbol o sin árbol, nuestra Navidad es completa.

En la actualidad, al igual que lo que pasa con Papá Noel y los Reyes Magos, en este asunto del árbol los cristianos que festejamos la Navidad no tenemos en el corazón celebrar un viejo culto pagano, ni adorar antiguos dioses o personajes míticos. Lo que tenemos en el corazón, en nuestro espíritu e intención, es celebrar el nacimiento de Cristo. Nuestra meta es vivir y mostrar al mundo la NATIVIDAD de Nuestro Salvador. ¿Qué implica esta natividad de Jesús? Implica esperanza y redención para todos. Por eso es bueno que esta fecha esté al final del año. Porque es justamente en esta época que la Navidad – con su encanto y tradiciones – nos “suspende”, es decir, nos hace detener un poco la loca carrera que significa vivir la vida moderna. Y entre reuniones familiares, festejos y reuniones con amigos, vamos haciendo un balance del año que termina; una evaluación, en la que inevitablemente destacan los anhelos no cumplidos, los logros no alcanzados, los objetivos no concretados, las metas aún pendientes. Todo lo que puede dejarnos una sensación de frustración, de pérdida, incluso de fracaso. Entonces, en los últimos días del año llega la Navidad, que nos habla del nacimiento de Jesús. Y el nacimiento de Jesús siempre renueva la esperanza.

Así que esta Navidad, en la soledad o en multitud, en la felicidad o en la melancolía, en el festejo o en reflexiva moderación, pensemos en Jesús, para que una vez más la esperanza sea renovada.

 

* Dr. Álvaro Pandiani: Columnista de la programación de RTM en el espacio “Diálogos a Contramano” que se emite los días martes, 21:00 hs. por el 610 AM. Además, es escritor, médico internista, profesor universitario y ejerce el pastorado en el Centro Evangelístico de la calle Juan Jacobo Rosseau 4171 entre Villagrán y Enrique Clay, barrio de la Unión en Montevideo.

 

(Este artículo es un refrito del ciclo Leyendas de Navidad, publicado en esta página web en diciembre de 2008)

11 Comments

  1. Gabriel dice:

    “No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?”Santiago 4:4. Éste domingo reiteré mi vuelta por derredor.El clima era más benévolo que el anterior , no exento de breve lluvia fuerte. Lo demàs se repetía, con alguna excepción aún en los lugares no esperados.Hermanos, que el año que comenzamos no decaiga nuestra firmeza en nuestro Señor Jesucristo.

  2. Gabriel dice:

    He salido a dar una vuelta por los alrededores de donde vivo, en un radio de poco más de 5 km, sobre el mediodía de éste domingo. Más allá de la tormenta que se abatía, el paisaje urbano era diferente al de otros domingos; casi de soledad, aún en los lugares no esperados. Reflexiono, y me recuerdo el titulo: Navidades, paganas navidades.”La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor inalterable.Amén”(Efesios 6 24).

  3. Guillermo dice:

    En muchas reuniones la Navidad es tomada como motivo de embriagarse y toda esa hermosa reflexión se ve como simple retórica, La verdadera esencia de la Navidad está en nuestros Corazones cada día del año.

  4. Gabriel dice:

    ” Y conoceréis la verdad, y la verdad los hará libres” Juan 8 32.No soy un conocedor cabal de la verdad, la suma de la palabra de Dios (Salmo 119 160) por lo que sobre el tema de referencia me faltaría más certezas.Pero, si es un engaño la fecha de la navidad(lo que implicaría oscuridad), más toda la parafernalia de excesos que se cometen,notoriamente anti cristianas, hasta con pérdidas de vida en el festejo;¿es necesario involucrarnos en ésta mentira que,compite con las ordenanzas y sentencias bíblicas?. ¿Serán éstas las “huecas sutilezas”?.¿Qué mirada tendría sobre nosotros el secular?. A fuerza de ser honesto,estoy transitando todo el reacomode desde mi ex vida pagana a la cristiana por lo que,lo hago en errores.¿Es que seré esclavo de ésta situación por no conocer toda la palabra?.¿Desandaremos como Salomón?Sería lamentable. La paz del Señor nos acompañe.

  5. Salvador Dellutri dice:

    Estimado Dr. Pandiani, muchas gracias por este artículo que despertó varias inquietudes. Comparto con usted que hay que huir de los extremismos, sobre todo de los que se divulgan por Internet, porque carecen de fundamento. Aun entre los reformadores había discrepancia, Lutero era partidario de la celebración y Zuinglio estaba en las antípodas. Calvino, a pesar de ser bastante estricto en muchas cosas, dejaba la celebración de la navidad a criterio de cada persona.
    En el siglo IV ya estaba establecida esta fecha entre los cristianos celebrando la encarnación – no el cumpleaños de Jesús – con eso contrarrestaban la fiesta pagana del solsticio de invierno que eran muy escandalosas e inmorales. Por lo tanto era una celebración contestataria y un testimonio frente al paganismo. Venía precedida de cuatro domingos de adviento donde se adoctrinaba sobre el tema y se exponían los textos correspondientes del evangelio.
    Nací en una iglesia que despotricaba de la Navidad y lo único que conseguía era que los hermanos la celebraran secretamente con culpa. Como pastor vi lo contraproducente que es prohibir, lo importante es enseñar a discernir, a separar lo bueno de lo malo y a saber aprovechar lo bueno.
    Personalmente celebramos la Navidad con toda mi familia y es la reunión familiar muy especial que recordamos durante todo el año. Leemos el evangelio, e informalmente cada uno expresa su reflexión, luego compartimos las bendiciones que recibimos en el año, los nietos desde muy pequeños participan activamente y culmina con oraciones de agradecimiento. Luego viene la cena familiar que continúa impregnada de la presencia del Señor.
    Animo siempre a los hermanos a hacer lo mismo y todos los años preparamos una sugerencia de culto familiar para la ocasión. Los testimonios que recibimos son maravillosos porque muchos celebran con personas alejadas de la fe y ese día se encuentran con un enfoque diferente.
    Nuevamente gracias. Sigo con mucho interés su ministerio y doy gracias a Dios por su compromiso con el Señor y su defensa de la verdad.

  6. Lidia dice:

    BUENAS E IMPORTANTES REFLEXIONES!!!! No es facil muchas veces disociar tradicion de verdad autentica. Lo trasendente es que Jesus nacio y hoy quiere ocupar un lugar en nuestras vidas. Emociona escuchar a la distancia el asento nativo. Pero lo que mas emociona es que se siga divulgando el verdadero mensaje de la navidad.

  7. Marta dice:

    Hola para el doc Alvaro Pandiani le invito a mirar las Siete Mentiras de la Navidad x el pastor bautista Arturo Norero en internet esta todo como el lo estä explicando La Navidad no se celebra se proclama grasias xq a mi tambien m gusta investigar e ir al origen y no va conmigo el sincretismo Nimrod Semiramis y Tamuz son los verdaderos personajes de Navidad.

    • Álvaro Pandiani dice:

      Gracias a la oyente Marta.
      Indudablemente es un tema polémico, lo cual es triste, pues los cristianos hemos transformado un momento de recogimiento y conmemoración del nacimiento del Salvador en otro tema de debate.
      En cuanto a esa serie del Pastor Norero, son siete videos de casi una hora de duración cada uno, por lo que es un poco difícil verlos en tan poco tiempo. Por el título y el tenor de su mensaje (sobre todo lo que menciona al final sobre Nimrod, Tamuz, etc.) sospecho que se trata de una de esas posturas extremas contra las tradiciones navideñas. Confío en que verá en nuestra reflexión la misma intención de ir al fondo de las dos principales tradiciones de navidad, separando lo cristiano de los pagano en las mismas.
      Es verdad que hay mucho de pagano en nuestra navidad actual (vea el título del artículo), y tampoco va conmigo el sincretismo; eso es algo que he dejado claro en múltiples oportunidades, hablando sobre distintos temas. Pero en ninguna manera adhiero a todo lo que se lee en internet, donde uno puede encontrar artículos que nos dicen que si armamos un árbol de navidad, prácticamente estamos adorando a Satanás. Eso son ridiculeces escritas por predicadores que se creen maestros, que en realidad no tienen capacidad de generar una reflexión profunda, y que ansían protagonismo. Esa es mi opinión.
      Que la navidad no se celebra sino que se proclama, no está en la Biblia, así que es una postura personal, compartida o no, y discutible como todo lo que no está en la Biblia. Yo, personalmente, celebro la navidad como un momento del año en que se recuerda el nacimiento de Jesucristo.
      Dios la bendiga ricamente.

  8. Oyente dice:

    Dios dijo no te hagas arbol frondoso

    • Álvaro Pandiani dice:

      Estimado oyente, gracias por su aporte.
      Permitame sugerirle que, cuando usted escriba “Dios dijo”, a continuación ponga el pasaje de la Biblia donde figura lo que escribe.
      Recuerde que para nosotros, los cristianos evangélicos, sólo la Biblia es Palabra de Dios.
      En cuanto al árbol frondoso, la Biblia exhorta en Deuteronomio 16:21 a no plantar árboles para Asera (un antiguo ídolo), y condena las prácticas idolátricas hechas bajo todo árbol frondoso (Deuteronomio 12:2, Isaías 57:5, Jeremías 2:20).
      También nos dice que el justo es como árbol plantado junto a corrientes de aguas (Salmo 1:3).
      Dios le bendiga.

  9. Rosa dice:

    Anoche los escuche. Lo que pasa que es dificil sacar todo lo que se a infiltrado, se les miente a los niños ¡¡con papá noel! ¡¡¡por que esa mentira vende ¡¡¡y un niño en en humilde pesebre ¡¡¡¡no es tan llamativo ¡¡¡y no es negocio ¡¡¡mis nietos ya estan acostumbrados a esperar ¡¡¡al p noel ¡¡¡yo les voy explicando que es una mentira ¡¡¡¡el cambio comienza en los hogares ¡¡¡el que no lo cree ¡¡¡bueno ¡¡¡lo que pasa que no se promocionan los regalos de Navidad ¡¡¡muy bueno el tema ¡¡voy a compartir esto ¡¡¡alguien podra entender ¡¡gracias Esteban ¡¡¡

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