Haendel: Cómo enfrentar las tormentas de la vida

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Jorge Federico Haendel nos ha dejado un legado no solo musical, sino también de entereza y solidez espiritual ante las adversidades más temidas por el ser humano.En 1737 a los 52 años sufrió una apoplejía. Durante 4 meses vivió sin fuerzas y el costado derecho del cuerpo no lo podía manejar, no tenía fuerza en su mano derecha, impidiéndole tocar y componer. No podía hablar, cuando lo intentaba, sacaba tan sólo un balbuceo, y encima de todo no podía caminar. En esos momentos sintió que su vida se había acabado definitivamente.

Los médicos le indicaron que viajara a Francia, para tomar algunos baños termales a ver si podía reponerse en algo. Le dijeron que no podía tomar más de 2 o 3 horas al día porque era contraproducente. Sin embargo, no le hizo caso a los médicos, pasaba 8 a 9 horas por día en los baños termales con el afán de querer recuperarse. Luego de algunos meses, tratando y viendo si existía alguna posibilidad de recuperación, intentó ver que sucedía con su mano, con su capacidad creativa. Entró en una Iglesia que estaba solitaria y fue directamente al órgano, colocó la mano derecha sobre él y se dio cuenta de que lo podía utilizarla.

La crisis de salud, sin embargo, dejo una gran secuela en él, una gran depresión, porque en medio de todas esas tensiones que vivía, más las tensiones económicas, le hizo que pensara que su labor creativa y su producción había acabado.

Entonces trató de elaborar un último concierto, con todas las obras que había hecho antes, para recaudar fondos y así sanear su economía pues era un músico que estaba acabado. La difícil tarea de escribir un nuevo oratorio, que le llevaba más o menos un año de trabajo, hizo que fuera una labor que no quería encarar, ya había clausurado su etapa creativa.

En la noche del 21 de agosto del año del año 1741, cuando hacia ya 5 años que había superado su enfermedad, llegó a su casa deprimido. Tal era su estado emocional y espiritual en aquella época. Allí encuentra que hay un sobre, era de un libretista que había trabajado con él y que le invitaba a componer la música para ese texto que le había dejado. No tenía ganas de escribir el oratorio, por lo tanto lo abrió y lo tiró en un rincón y se fue a dormir. En el momento en que lo abre lee la primera palabra del oratorio que era “Consolaos”. Se fue a dormir, pensando en esa palabra. Al otro día toma el libreto y empieza a escribir la música, el oratorio era El Mesías y la escribe frenéticamente, a tal punto que el Mesías lo escribe en tan solo 14 días, cuando por lo general le tomaba un año completar una obra de este tipo.

Fue el comienzo de la recuperación anímica de Haendel.

En “El Mesías” toda su espiritualidad, y su emocion se funden en lo que sería su obra cumbre. Este oratorio trata todo el tema de la redención y la exaltación de Jesucristo, la reflexión sobre el precio de la redencion.

Las cosas no fueron tan sencillas para el gran maestro, puesto que “El Mesías” fue calificada por el clero de la época como “farsa religiosa,” porque no querían que entrara a las iglesias; y calificaron a Haendel como el “gran pagano,” porque hacía hablar a los personajes en el oratorio. Muchos ministros religiosos estaban escandalizados, pero a pesar de eso él lo estrenó y lo hizo con un éxito tremendo pues la gente se conmovía.

Una sola vez durante la vida de Haendel fue presentado en la catedral de Bristol.

Fue tan importante la relación anímica que tenía él con “El Mesías”, que a pesar que lo dirigió más de treinta veces, nunca cobró un solo centavo por el, ese era el homenaje que le dejaba a Dios.

El 14 de abril del año 1759, a los 74 años de edad, Haendel murió. Él decía: “yo he vuelto del infierno,” recordando a su enfermedad; y realmente “El Mesías” fue la forma en que el “resucitó”. Por eso, el “Aleluya” se escucha con tanta unción, porque esta es la obra que hizo que Haendel resucitara a la música y diera lo mejor de él.

La experiencia de Haendel, es una auténtica muestra de su talento y su espiritualidad.

Haendel, no fue un hombre religioso sino de FE, cosa muy diferente. No fue un hombre ritualista, fue un hombre de fe.

En la abadía de Westminster, donde se encuentran las personas destacadas en el arte, están los restos de Haendel. Allí se lo representa teniendo en su mano un manuscrito de un solo de “El Mesías” que se titula: “Yo se que mi Redentor vive.” Elijieron justo lo que para Haendel fue motivo de su fortaleza y resurrección.

Pregunta a nuestros visitantes del sitio web de RTM Uruguay:

¿Cómo enfrenta usted las situaciones límite de su vida? ¿Qué aprendemos del ejemplo de Haendel?

Escuche el programa completo en reconocimiento a este hombre de fe en nuestro sitio de Tierra Firme: www.tierrafirmertm.org en la sección descargas.

4 Comments

  1. lupii dice:

    hola me llamo lupii… me encanto=D

  2. HERNANDEZ CORONA REYNA VERONICA dice:

    ES MUY BUENA SU EXPLICACIÓN. APRENDEMOS MUCHO AHORA PUEDO EXPLICAR MEJOR MI INFORME…..GRASIAS POR TODO ESTA SUPER LA PAGINA:SUERTE *ADIOS****

  3. Nosotras encontramos que todo lo k dice esta bn 🙂 nos djeo muxas cosas claras ^^ y aprendimos muxas cosas sobre federico haendel .. kedamos lo subicientes claras para ahora poder disertar y poder entregar nuestro informe … gracias por todo se pasaronn … buena suerte kon la pagina 🙂 adios ^^

  4. julio vera dice:

    Gracias , en lo personal he pasado por algo parecido, sufri un accidente que casi me cuesta la vida, se me desprendio un perno de una zorra a 30 km por hora, iba mirando para atras parado , el Señor me saco y ayudo con vuestros programas en la soledad de la campaña. Me edificarón, fortalecieron en la Fe, es por ello que les escribo, en accion de gracias y perseverancia a todos vosotros.
    Tan solo quiero que tienen en mi humilde persona un intercesor ferviente ante el Señor por vuestra obra para que sea fructifera, guiada y fortalecida por el Espiritu Santo.
    Bendiciones sobreabundantes y gracias a ustedes y sus colaboradores.
    Un hermano en Cristo.

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