El Sueño Olímpico.

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¡Quién no ha soñado con ser un gran atleta y competir por la preciada medalla de oro! Confieso que hay un atleta frustrado en mí, que renace cada 4 años cuando la llama olímpica vuelve a flamear. Disfruto y me emociono enormemente ante esta fiesta del deporte en que la culminación de años de entrenamiento disciplinado y constante se ve premiada con la participación en las máximas competencias del deporte humano. El solo hecho de estar allí justifica todo el sacrificio.A pesar de no tener la increíble oportunidad de ser olímpico, no olvido que en mi tarea cotidiana hay muchos elementos de los deportistas que se aplican y necesito recordar para ser mejor persona. El Apóstol Pablo, gran conocedor de los juegos de la antigüedad, utilizó el lenguaje olímpico en reiteradas ocasiones para ilustrar lo que es la vida. Los invito a que en las siguientes semanas veamos juntos, en estas editoriales, algunas comparaciones que utiliza el gran atleta de la fe.

La primera que elegimos es la que se encuentra en la primera carta a los Corintios, capítulo 9 versículos 24 al 27:

“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros una incorruptible. Así que yo de esa manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire; sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no se que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” 1 Corintios 9:24-27

Hoy destaco uno de los elementos que menciona Pablo de quien compite y que debe tener quien quiere ser un triunfador en la vida: la disciplina.

Vivimos en la era de la comodidad y el sentirse bien. No hay disposición a la lucha, al abstenerse de cosas para alcanzar un objetivo, y todo lo que se quiere es aplicar la ley del mínimo esfuerzo. El estudiante no quiere sentarse a estudiar dedicadamente, el trabajador no se esfuerza… ¿Qué derecho tienen entonces de reclamar el premio? Ninguno.

En la vida familiar suceden cosas similares. La tendencia actual es que los padres no aplican ninguna o poca disciplina a sus hijos, pensando que están coartando su “libertad.” Craso error. Lo único que consiguen son niños y adolescentes que no saben cómo conducirse en la vida, sin conocer los beneficios de los límites y el respeto a la figura paterna. La disciplina les ayudará a formar hábitos saludables con los cuales conducirse y desarrollar su proyecto de vida. Ejemplo del resultado de la carencia de esta virtud son los jóvenes que ni estudian ni trabajan, tema que tratamos en anterior editorial titulada: “Jóvenes NI”.

Es cierto que ninguna disciplina al presente, parece ser causa de gozo, sino de tristeza; y ningún padre quiere producir eso en sus hijos; pero como dice el escritor bíblico si uno aprende la lección, el resultado es una vida de paz y rectitud. (Hebreos 12:11).

En este tiempo de olimpíadas, evaluemos que clase de disciplina personal y colectiva le estamos imprimiendo a nuestras vidas, y veamos cuales son los resultados hasta el momento. Pero no se deprima, hoy Dios nos da la oportunidad de aceptar su disciplina que siempre es en nuestro beneficio. El resultado en el largo plazo es de personas responsables que llegan a ser verdaderamente libres.

Lic. Esteban D. Larrosa

Director – RTM Uruguay

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