Leyendas de Navidad – Parte 4

Los retos de la Iglesia y el rol de la radio misionera
7 enero 2009
La Franja de Gaza
13 enero 2009
Los retos de la Iglesia y el rol de la radio misionera
7 enero 2009
La Franja de Gaza
13 enero 2009

foto_arboldenavidad

Contradicciones de una festividad sagrada, popular, pagana y cautivante*

Dr. Alvaro Pandiani
De no menos extensa y abigarrada historia es la tradición más emblemática de estas fiestas navideñas: el árbol de navidad. El “arbolito”, con su forma particular y la belleza de sus adornos y luces, participa de la magia de la navidad. Además, al pie del árbol aparecen, en la nochebuena, los regalos traídos por Papá Noel (quién parece que en estas latitudes sureñas no estila ponerlos en las medias; tal vez por ser aquí verano). El árbol de navidad parece ser una tradición independiente de la herencia confesional de los países en los que se celebra la navidad. En el tira y afloje entre Santa Claus y los Reyes Magos, el árbol de navidad se mantiene impertérrito, adornado e iluminado con la belleza de sus multicolores chirimbolos, guirnaldas y parpadeantes luces. Hoy en día, nadie se imagina la navidad sin el arbolito. ¿Qué hay detrás de esta costumbre tan bella, mágica y, en apariencia, también inocente? ¿Es cristiana la tradición del árbol de navidad?

Diversos relatos son invocados en referencia a los orígenes de esta tradición. Para algunos, el armado e iluminación del árbol de navidad es una costumbre francamente pagana, que nada tiene que ver con el nacimiento de Cristo, mientras que para otros hay un significado cristiano en el árbol mismo, y en cada uno de sus componentes. Tal vez sea pertinente considerar que el árbol tiene raíces paganas, y que fue posteriormente cristianizado, pasando a integrar el extenso repertorio de mitos, tradiciones y leyendas precristianas, que la Iglesia incluyó en su liturgia, en sus ritos y en las costumbres a ser practicadas por los fieles. Las diferentes historias respecto al origen del árbol refieren a las tribus bárbaras del norte de Europa, fundamentalmente a los germanos, que fueron alcanzados efectivamente por el evangelio cristiano en los primeros siglos tras la caída del Imperio Romano. Los nórdicos tenían árboles considerados sagrados; se cuenta que los druidas se reunían bajo estos árboles, para celebrar sus ritos (El Árbol de Navidad; ww.churchforum.org.mx/Info/Liturgia/Navidad/xmas/navARB.htm); también que los germanos “vestían” sus árboles (de hojas caducas, y por lo tanto desnudos en el invierno), para que los espíritus de los bosques retornaran (www.me.gov.ar/efeme/navidad/arbol.html). Pero en otro lado se nos habla de un árbol de hojas perennes, el Divino Yggdrasil, adornando el cual los bárbaros celebraban a su dios. Éste era un árbol cósmico; simbolizaba el universo, teniendo su copa en el cielo (Asgard, morada de los dioses; Valhalla, palacio de Odín), y sus raíces en los infiernos (Árbol de Navidad; es.wikipedia.org/wiki/Árbol_de_Navidad). Llamativamente, si bien con el advenimiento de los árboles artificiales en las últimas décadas esto ha variado, los árboles de navidad más tradicionales son de hojas perennes; es decir, árboles de hojas verdes (recordemos que en el hemisferio norte la navidad se celebra a pocos días de iniciado el invierno).

Hablar de las tribus germanas y de su árbol sagrado, nos lleva directamente a Bonifacio, un misionero inglés que evangelizaba Alemania durante la Alta Edad Media. Los bárbaros veneraban un gran roble del bosque como árbol sagrado del dios Thor; Bonifacio, al ver que la predicación no ejercía el efecto esperado, anunció que el día de la navidad de Jesús derribaría dicho árbol. El 25 de diciembre del año 724, por la mañana, Bonifacio llegó al lugar junto a algunos compañeros; el árbol estaba rodeado de piedras, y miles de paganos habían asistido para ver cómo su dios se vengaría del extranjero cristiano. Pero el árbol fue talado, y de su madera se construyó la primer capilla cristiana del lugar (Bonifacio, Diccionario de Historia de la Iglesia, Editorial Caribe, 1989, pag 161-2; Bonifacio, Enciclopedia Ilustrada de Historia de la Iglesia, Editorial Clie, 1979, pag 237-8). Otra fuente agrega que luego de derribar el roble, Bonifacio plantó un pino. La asociación del árbol de navidad con el uso del muérdago (hoy en día también artificial y utilizado con fines decorativos), una planta usada por los antiguos druidas, evoca para algunos la relación del árbol con cultos paganos de adoración a la vegetación (www.cuco.com.ar/arbol_de_navidad.htm).

En la vinculación del árbol con el cristianismo, y particularmente con la navidad, intervienen seguramente varios factores: el invierno boreal (aún en nuestra veraniega navidad del hemisferio sur, algunos árboles son adornados con nieve artificial); la destrucción del árbol sagrado por Bonifacio el día de navidad evoca poderosamente el nacimiento de un vínculo entre la navidad y el árbol; la leyenda alemana dice que Martín Lutero, regresando a Wittenberg una noche invernal, quedó impresionado al contemplar los árboles helados del bosque bajo las estrellas, por lo que, tratando de reproducir esa visión, adornó un abeto con velas (www.cuco.com.ar/arbol_de_navidad.htm). La costumbre pasa desde Alemania y los Países Escandinavos a Inglaterra, y de allí a los Estados Unidos. Al parecer, pues, la tradición del árbol de navidad habría llegado a los países cristianos australes proveniente de las tierras nórdicas, al igual que la leyenda de Papá Noel, pero en un tiempo muy anterior a ésta.

Inevitablemente, la Iglesia adoptó la tradición del árbol de navidad y lo “cristianizó”. Resulta interesante ver cómo se adjudica al mismo una nueva simbología, que habla del pecado y la redención: “El árbol de Navidad recuerda al árbol del Paraíso de cuyos frutos comieron Adán y Eva, y de donde vino el pecado original; y por lo tanto recuerda que Jesucristo ha venido a ser Mesías prometido para la reconciliación. Pero también representa al árbol de la Vida o la vida eterna, por ser de tipo perenne. La forma triangular del árbol (por ser generalmente una conífera), representa a la Santísima Trinidad. Al principio, san Bonifacio adornó el árbol con manzanas que eran las tentaciones. Hoy día, se acostumbra colocar esferas, que son los dones de Dios a los hombres… Las luces, que en un principio eran velas, son la luz de Cristo. La estrella en la punta del pino representa la fe que debe guiar la vida del cristiano. Y recordando a la estrella de Belén” (Árbol de Navidad; es.wikipedia.org/wiki/Árbol_de_Navidad). El pagano árbol cósmico, el Yggdrasil, pasó a ser el árbol de la vida, y una representación del Dios en Tres Personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo). Las frutas y decoraciones (hoy en día, los chirimbolos y guirnaldas), regalos y atractivos para los espíritus del bosque, se transforman en símbolos de los dones de Dios a los hombres. El Asgard/Valhalla (cielo de los nórdicos) en la copa del árbol, se vuelve la Estrella de Belén, que anuncia la llegada del Hijo de Dios, venido del cielo. La inmortalidad del dios celebrado en el mito bárbaro a través de un árbol de hojas perennes, es ahora figura de la vida eterna recibida de Cristo. Las luces (antiguamente velas, hoy luces eléctricas parpadeantes) que en la leyenda germana eran el sol, la luna y las estrellas sostenidas en las ramas del árbol gigante que soporta el mundo, representan a Cristo como Luz del mundo. Etcétera.

Según las fuentes citadas: “con la evangelización de esos pueblos, los cristianos tomaron la idea del árbol, para celebrar el nacimiento de Cristo, pero cambiándole totalmente el significado” (es.wikipedia.org/wiki/Árbol_de_Navidad); y en relación a lo hecho por Martín Lutero: “quizá haya sido un intento de la iglesia alemana reformada por conservar una costumbre pagana, viva en el pueblo, atribuyéndole un carácter cristiano” (www.cuco.com.ar/arbol_de_navidad.htm). La pregunta que debemos hacernos es: ¿Podemos, quienes nos consideramos cristianos apegados a la Biblia, aceptar esta redefinición cristianizada de la simbología del árbol? No cabe duda que el árbol de navidad no tiene absolutamente nada que ver con el nacimiento de Cristo; no contiene una simbología concreta que señale hacia este acontecimiento, el más importante en la historia de la humanidad (excepto, quizás, la presencia de la estrella, hoy en día sustituida por un inespecífico puntero), y por lo tanto no es evocativo del sentido original de la navidad, al que tantas veces hemos hecho alusión en este artículo. Por lo tanto, en un sentido estrictamente bíblico, y en nuestra humilde opinión, su presencia es totalmente prescindible en la celebración de la navidad cristiana. Ahora bien, ¿qué ocurre si uno no quiere prescindir de este bello elemento decorativo, tan arraigadamente unido a la magia y encanto de la navidad? ¿Debe prohibirse su uso, en base a su remoto significado pagano? ¿O debe uno ampararse en el replanteo cristiano de toda su simbología, para así seguir armando el “arbolito”, ante el cual supimos quedar extasiados desde nuestra más tierna infancia? Al meditar sobre estas interrogantes surge, una vez más, la misma conclusión: los cristianos debemos ser positivos; más prontos a estimular que a prohibir. Estimularnos a nosotros mismos y a quienes nos rodean a vivir ésta y todas las navidades según su prístino significado: Jesús nació en Belén de Judea para ser el Salvador del mundo. “Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo” (1 Juan 4:14).

No adoramos a los antiguos dioses celtas, ni veneramos el árbol, así como no veneramos la cruz vacía, antiguo emblema de ignominia y maldición, sino que la usamos como símbolo de la muerte redentora y la resurrección de Cristo. Al celebrar la navidad cristiana, adoramos a Jesucristo; y al hacerlo, Él vuelve a nacer por la fe en nuestros corazones. Cuando eso ocurre en nosotros, con árbol o sin árbol, nuestra navidad es completa.

Aunque el 25 de diciembre sea una fecha artificial, parece providencial que se haya implantado la celebración de la navidad en ese día. Sabemos que la verdadera fecha del nacimiento de Jesucristo es desconocida; de hecho, algunos sectores de la Iglesia Ortodoxa celebran la navidad el 7 de enero. Sabemos que en el Imperio Romano el 25 de diciembre se festejaba el nacimiento del Sol Invicto, culminación del festival pagano de las Saturnales. Sí, sabemos que la navidad de occidente cae en la fecha de un antiguo festival pagano, que fue cristianizada en el siglo IV por la Iglesia de Roma. Pero en la actualidad, al igual que lo que pasa con el árbol, los cristianos que festejamos la navidad no tenemos en el corazón celebrar un viejo culto pagano, ni adorar antiguos dioses. Lo que tenemos en el corazón, en nuestro espíritu y en intención, es celebrar el nacimiento de Cristo. Nuestra meta es vivir, y mostrar al mundo, la NATIVIDAD de Nuestro Salvador. ¿Qué implica esta natividad de Jesús? Implica esperanza y redención para todos.

Por eso es bueno que esta fecha esté al final del año. Porque es justamente en esta época cuando la navidad con su magia nos “suspende”, es decir, nos hace detener un poco la loca carrera que significa vivir la vida moderna; y entre reuniones familiares, festejos, y reuniones con amigos, hacemos un balance del año que termina; una evaluación en la que inevitablemente destacan los anhelos no cumplidos: los logros no alcanzados, los objetivos no concretados, las metas aún pendientes. Todo lo que puede dejar en nosotros una sensación de frustración, de pérdida, incluso de fracaso. Entonces, en los últimos días del año, llega la navidad, que nos habla del nacimiento de Jesús. Y el nacimiento de Jesús siempre renueva la esperanza.

Esta navidad, en la soledad o la multitud, en la felicidad o la melancolía, en el festejo o la reflexiva moderación, pensemos en Jesús, para que una vez más la esperanza sea renovada.
*Este artículo fue publicado anteriormente por Iglesia en Marcha (www.iglesiaenmarcha.net). Cedido a este sitio por su autor.

5 Comments

  1. nelsi dice:

    Estoy de acuerdo con Sembrador, la señora Carmen debe leer la palabra de Dios mas seguido por supuesto que dando su verdadera interpretacion. Señora Carmen armar el arbolito no es ponerle alitas al diablo pero ser tan negativa y no permitirse otra mirada puede ser que lo sea porque los que creemos en Dios pensamos amorosamente en nuestros hermanos sean o no de la misma religion ya que todos fuimos creados por DIOS

  2. Sembrador dice:

    Estimada Carmen: me parece que anda medio errada, no entendió nada, o viene muy prejuiciada.
    En primer lugar, la navidad no es “celebrarle el cumpleaños al Señor”; es la conmemoración, celebrada por la inmensa mayoría de cristianos de todas las confesiones (salvo algunas pocas sectas recalcitrantes), del hecho más importante en toda la historia de la humanidad: el nacimiento de Jesucristo. Ese nacimiento es tan trascendental, de tan capital importancia, que naturalmente los cristianos desde épocas muy tempranas comenzaron a recordarlo una vez al año. Y no nos informe, por favor, que el 25 de diciembre no es la fecha auténtica del nacimiento de Jesús; lo sabemos. La fecha es arbitraria, pero sirve al efecto de lo dicho. Es bien elemental y bastante absurdo sostener que no debería tenerse presente la Navidad, porque el Señor no mandó: “festejen mi cumpleaños cada año”.
    Y en cuanto al árbol, sabemos que tiene un pasado de símbolo pagano. UN PASADO de símbolo pagano. Ahora, eso de que gastar dinero en adornos no agrada al Señor, ¿de dónde lo saca usted? ¿En qué parte de la Biblia el Señor manda no gastar dinero en adornos, o dice que es pecado? Piense bien lo que contesta, si se anima a contestar; no vaya a torcer la Palabra de Dios.
    Dios la bendiga.

  3. Carmen Meléndez dice:

    Si el Señor hubiera querido que le celebráramos el cumpleaños lo hubiera dicho muy claramente en su Palabra. Lo que si instituyó fue la Cena para que la hiciéramos más que una celebración
    un estilo de vida.

    Y es correcto que aunque la gente diga que no veneran el árbol el solo hecho de gastar
    mucho dinero en adornarlo para luego botarlo no es algo que agrade al Señor, tomando
    en cuenta que también este símbolo es un símbolo más que pagano, pretendiendo ponerle
    alitas al diablo.

  4. Carolina Vallejo dice:

    Creo que debemos tener CRITERIO PROPIO para éste y otros temas.
    Criterio que nos debe llevar a cada uno a decidir delante del Señor en oración y meditación de su Palabra. No mirar lo que fulano o mengano hace y en función de eso decidir porque mengano o fulano (sea quien sea y ocupe el lugar que ocupe en la iglesia) son humanos y nadie es perfecto.
    Criterio propio que se forma con alimento más sólido cada vez.

    Como se ha dicho y como yo tb. opino la Navidad es otra cosa. El árbol es un adorno , como las guirnaldas, las medias , etc. Lo importante es no venerar eso que ´SOLO debe tener un valor ornamental y punto.
    Lo magnífico es que la navidad se produzca en nosotros cada día de acuerdo a la Verdad Biblica.

  5. Carolina Vallejo dice:

    Fracaso? , Melancolía? Pensemos y repensemos en éste período y reflexionemos en Filipenses 4: 11 y recuerdo “¿Porqué te abates o alma mía?”

    En Cristo vivamos con el gozo que nos viene de El porque el siempre está y es lo mejor ue nos puede pasar. Veamos a Dios y dejemos de lado las nubes . Bendiciones en soledad o en multitud, con árbol o sin el que en el 2009 sigamos en Cristo siempre gozosos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *