La mascarilla de oxígeno

Las Moscas muertas
10 marzo 2009
Los Medios y la Semana Santa
24 marzo 2009

foto_mascaradeoxigenoAntes de la partida del aeropuerto internacional de Carrasco rumbo a Santiago, el personal de abordo dio las instrucciones de seguridad para el vuelo 901 de Lan Chile. La mayoría de las veces que me ha tocado viajar por este medio no les he prestado atención, pero esta vez me dediqué a escuchar todo el protocolo indicado por las autoridades de la aviación internacional, que dicho sea de paso, es repetido de diferentes maneras en todo vuelo aeronáutico comercial.

Lo que más me llamó la atención fue la norma que indicaba que en caso de despresurización de la cabina, caerían automáticamente unas mascarillas que debería utilizar para normalizar mi respiración en medio de esa emergencia. Y que antes de intentar ayudar a otros (niños, ancianos, enfermos o discapacitados) me conminaban a que me colocara primero la mascarilla y luego intentara ayudar a quien estuviere a mi lado.

¿Primero “Yo”?

Me pregunté entonces: ¿Por qué dicen que primero me coloque la mascarilla “yo” si veo a otro que la precisa tanto o más? ¿No sería más solidario postergar mi necesidad y ayudar al otro para luego sí solucionar mi problemática?

La moraleja, no explicitada por el personal de abordo, fue clara: No se puede ayudar a otros sino estamos en condiciones de hacerlo.

Esta enseñanza no solo es válida para quien sube a un avión, sino que también para todo aquel que intenta ayudar a otros que enfrentan dificultades de diversa índole (personal, familiar, físico o social) en un mundo que está como los aviones que pierden la presurización de su cabina.

Recientes estudios demuestran que aquellos que ayudan a otros en diversas áreas son los más expuestos a sufrir lo que se ha llamado por los especialistas: “El síndrome del quemado” o “Burn out”.

Wikipedia define este síndrome como “un tipo de estrés prolongado motivado por la sensación que produce la realización de esfuerzos que no se ven compensados personalmente.”

Esto se produce sobre todo en aquellos que dan todo de sí por otras personas o por su profesión, o empleo, o causa social en la que se involucran… pero postergando la satisfacción de sus necesidades básicas, llegando a un punto de agotamiento que los especialista señalan como una sensación de “un estado de vacío interior, de desgaste espiritual, de ‘infarto al alma’, en el que la persona afectada no sólo ha gastado sus energías recargables, sino que su sustancia ha sido también atacada y dañada.”

A pesar que el viaje a la reunión anual de los Directores de todas las oficinas de RTM y asociados nacionales de las tres Américas me mantuvo ocupado en muchísimas sesiones de entrenamiento y dicusión de temas ministeriales y administrativos, la instrucción del personal de abordo me persiguió durante todos estos días, y me pregunté: ¿Me estoy cuidando para no llegar a padecer este síndrome? y ¿Qué cosas puedo hacer para evitarlo?

Los estudiosos del tema señalan algunas recomendaciones a tener en cuenta:

  • La primera y más importante: hay que cambiar de mentalidad respecto al trabajo, es decir, hay que trabajar para vivir, y no vivir para trabajar.
  • Hay que considerar que es justo dedicarle al menos una hora de tiempo a sí mismo: leer, ver la televisión, hacer un poco de ejercicio, arreglarse el cabello… pero todo ello con la misma intensidad, entusiasmo e interés que se aplica al trabajo.
  • Dedicarle un poco de tiempo a la familia, y también a la pareja. Se recomienda, por ejemplo, hacer cinco cosas que le gustan a la pareja, cosas que no tienen que ser complicadas ni laboriosas: puede ser regalarle un dulce, por ejemplo; verla/verlo a los ojos, preguntarle respecto a sus asuntos.
  • Sueño de 8 horas pero con calidad, con descanso real.
  • Al poco tiempo de seguir estos breves consejos, la persona se dará cuenta de que comenzará a descansar sin necesidad de dormir más (incluso durmiendo menos descansará más); trabajará menos y producirá más; querrá y lo querrán más su familia y su pareja. Y, sobre todo, se sentirá descansado y feliz.*

¿Qué dice La Biblia al respecto?

Jesucristo vio este peligro. El se daba incondicionalmente y totalmente a la gente que vino a salvar, pero no se dejó “quemar” ni dejó que sus discípulos se “quemaran” en medio de tanta actividad para satisfacer las necesidades del pueblo.

En cierto momento de su carrera diaria, Jesucristo dio una lección que todo debemos aprender. Él y sus discípulos habían estado enseñando en cuanta aldea llegaban, curando enfermos, expulsando espíritus inmundos, caminando largas distancias a través de caminos difíciles y polvorientos. Sus discípulos vinieron exultantes contándole todo lo que habían hecho y enseñado. Ellos le decían implícitamente: “Maestro, sigamos, hay mucho más que podemos hacer. Mira lo estupendo que nos está yendo.”

Sin embargo, la respuesta de Jesús parece contradictoria pero aleccionadora:

“Venid vosotros aparte, a un lugar desierto, y descansad un poco, porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer.” (Marcos 6:31-32)

Recordemos estas palabras de Cristo, porque no se puede ayudar a otros sino estamos en condiciones de hacerlo.

¡Sí es cierto! Estamos en una época en que “la cabina” donde habitamos está despresurizada como un avión en apuros y en este momento se precisa de mucha gente dispuesta a colaborar en la estabilización de aquellos que no tienen una mascarilla de oxígeno para afrontar una realidad agobiante.

Pero, reconozcamos que nosotros también la necesitamos como el que más sufre. Pues de lo contrario terminaremos literalmente destruidos y sin poder servirle a nadie, siendo un triste ejemplo de falta de dominio propio y equilibrio.

Necesitamos períodos constantes de renovación, de mantener la mente y el cuerpo san0. Esto también es cumplir y vivir dentro de la voluntad de Dios.

Lic. Esteban D. Larrosa
Director RTM UY

4 Comments

  1. Sembrador dice:

    Leire, ¿entendisteis el planteo del artículo?

  2. leire etxebarria pijoan dice:

    las mascarillaas de oxigeno sirven para no perder aire pero si se la ponemos a alguien primero puede pasar que nos pase algo por no habernosla puesto,por ejemplo:un ataque al corazon…incluso morirse!!!!!!asi que ya sabeis,si teneis que ayudar a alguien a poner la mascarilla de oxigeno ponedsela despues de haberosla puesto vosotros!!!!!!!!!

  3. Carolina Vallejo dice:

    Si, muchas veces debemos ser nosotros primero. Es indudable que la agitada vida profesional , familiar , personal debe llevarnos muchas veces a detenernos. Debemos ir paso a paso y ser muy organizados. Ser cuidadosos en nuestra vida física, espiritual, intelectual. No podemos ayudar si no estamos en condiciones. Es necesario cuidar al cuidador esta expresión se usa mucho en la salud pero debemos tener esto presente para la vida. El que se preocupa por otros debe estar en buenas condiciones. Son buenas las sugerencias dadas y es importante saber delegar tareas. no podemos hacer todo, esto también se aprende.

  4. Flaco Oriental dice:

    Muy de acuerdo con el planteo.

    Ultimamente he visto a muchos Pastores de iglesias evangélicas, “quemados” por la actividad. Desgastados, superados y exprimidos por el ministerio cristiano.

    Esta semana escuché de varios con problemas cardíacos, estrés, problemas estomacales, erupciones en la piel, entre otros. Todo eso demuestra que incluso los líderes de las congregaciones no saben cuidar su cuerpo y la estabilidad emocional.

    Es paradójico, esos que se preocupan de la salud espiritual de sus “ovejitas” contraen males producidos por mal manejo de ésta importante área humana.

    ¿Qué ejemplo pueden dar al resto de la congregación?… …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *