Un Liderazgo Compasivo

Citacion Oficial para la asamblea anual – Radio Trans Mundial Uruguay
24 abril 2009
Pueblo sin Ley
28 abril 2009
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foto_liderazgocompasivoLa Ministra de Salud Pública de Uruguay, Dra. María Julia Muñóz, eligió zambullirse en el ojo de una tormenta mediática, alimentada por una insistente prensa que la aguijoneaba debido a los pedidos públicos de los padres de Blanca Filippini para que fuera a interiorizarse de su situación. Hablamos de la niña salteña que sufrió una infección generalizada, debido a un mal proceso en la atención primaria. Lo concreto es que la niña se encuentra amputada de sus dos piernas, el brazo izquierdo y tres dedos de la mano derecha. El triste hecho está siendo investigado por la justicia penal.

El problema con la Ministra se suscitó por el tipo de declaraciones que realizó respecto a este horrible episodio. La Dra. Muñóz descartó, como pedía la familia de la niña, viajar a la ciudad de Salto para darles sostén moral y simbólico. Ella dijo: “En realidad no creo que pueda solucionar nada”. Esto cayó muy mal en la familia y también en la opinión pública que condenó reiteradamente el poco tacto de quien dirige los destinos de esa secretaría de Estado.

Pero no finalizó allí el infortunio de la ministra. Días después los medios volvieron a consultarla sobre el apoyo que podría dar a los padres de “Blanquita”. Muñoz dijo que nunca se acercaron a pedirle una entrevista y que el “pensamiento mágico” de que ella va a curar a la niña, lamentablemente, no existe “sino ya lo hubiera hecho”. Además, Muñoz declaró que no consideraba oportuno visitar a la niña, ya que su especialidad no es la pediatría y no tiene los conocimientos para poder hacer algo que ayude en este caso. “Tiene que ser gente experta, que examine la historia, que converse con los padres, que le de contención” recogió el matutino El País.

Nuevamente, la jerarca recibió una avalancha de críticas de la población que calificaron de muy diversas maneras una “actitud de insensibilidad” muy chocante y llamativa de quien se precia de dirigir los destinos de la salud pública del país.

Finalmente, trascendió que la ministra visitó al padre de la niña y ha tomado cartas en el asunto, como corresponde.

Esto me gustaría unirlo a otro proceso de creciente relevancia en la sociedad uruguaya, que es la violencia de usuarios de diversos sistemas de salud hacia médicos, con incluso el asesinato de un galeno por parte del esposo de una señora que perdió la vida en medio de un tratamiento.

La actitud de la ministra y la percepción que la población está teniendo hacia diversos agentes sociales que están en puestos de preeminencia, diríamos para resumirla que “les falta compasión,” se han vuelto tan impermeables a la necesidad del otro que pierden esta capacidad. Pero no carguemos las tintas sobre la Dra. Muñóz y los médicos. Hoy día existe esta gran carencia en muchas de las clases dirigentes, y tal vez en nosotros mismos, y esta es la de ejercer un liderazgo compasivo.

Una necesidad globalizada.

El año pasado, en plena campaña electoral por la presidencia de los EEUU, leí un editorial del prestigioso New York Times en el que subrayaba la necesidad que surgiera para la actual crisis de la principal potencia mundial un nuevo liderazgo político. En sus propias palabras: “Este país necesita un liderazgo sensible, un liderazgo compasivo, un liderazgo honesto y un liderazgo fuerte.”

Antes de ello, en el 2006 llegó a mis manos un artículo titulado: “The Compassionate Organization in the 21st Century” que traducido sería “La Organización Compasiva en el siglo XXI”. Sus autores, Debra Stephens y Ronald Hill dicen que la organización compasiva del siglo 21 “debe crear un ambiente estimulante y dinámico que esté abierto a nuevas ideas, que sea amigable a sus miembros, y focalizado en el éxito personal y organizacional.”

A comienzos del 2009, un autor de trasfondo musulmán (Louay M. Saffi) publicó el libro: “Leading with Compassion” que traducido es: “Liderando con Compasión.” El autor recurre a las tradiciones proféticas de esta religión para recuperar esta preciada virtud. Un tipo de liderazgo capaz de “inspirar a las comunidades, potenciar sus miembros, y desarrollar tradiciones que estimulan la cooperación, el apoyo y socorro mutuo.”

En un curso de liderazgo y organizaciones que seguí durante dos años, el tema apareció reiteradamente en la discusión con personas que funcionan como consultores organizacionales, mostrando la carencia con que las instituciones asesoradas trataban a su gente y sus clientes.

Luego, he presenciado diversas conversaciones entre gerentes, empleados y diversos mandos medios en variados ambientes organizacionales que demuestran un hambre tremenda de compasión en sus relaciones.

¿Por qué?

Es que el sistema actual nos devora, no nos valora como personas, sino como engranajes de las sofisticadas maquinarias corporativas, que cuando ya no servimos nos remplazan sin ningún tipo de misericordia o consideración.
La filosofía del use y tire la hemos exportado al trato con las personas, haciéndolas sentir simples objetos de la frenética sociedad de consumo que deshecha las cosas y las personas como simples pañuelos descartables.

Por ello, es que luego de entregarnos de alma y cuerpo a la técnica, el consumo, y una acelerada carrera hacia la cumbre del éxito y la realización personal, pisando cuanta cabeza sea necesaria, nos encontramos al punto de agonizar por falta de una mano compasiva y que se interese realmente en quien soy y mis necesidades de manera solidaria.

Todo esto reafirma, aún más, el convencimiento de este escritor, que la actual crisis mundial tiene su base en la pérdida de valores del mundo occidental. Valores que en su momento fueron forjados por la cultura judeocristiana, y que hoy son despreciados tan livianamente, sin percatarse que en ello está su actual tragedia.

Volviendo a las raíces.

Uno de los escritores del evangelio, Mateo, dice que Jesús “al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36).

Es interesante notar lo que dicen los estudiosos sobre el término griego que utiliza el autor para expresar los sentimientos de Cristo, literalmente significa: “Se le enternecieron las entrañas.” Generalmente nosotros ubicamos el amor en el corazón. Decimos: te amo con todo mi corazón, para expresar un sentimiento muy profundo por la otra persona. Sin embargo, en la cultura hebrea, los sentimientos de amor y lástima se ubicaban en las entrañas. De allí tal vez, es que recibimos y adoptamos el término cada vez menos utilizado: “Te amo entrañablemente”.

La palabra griega traducida “compasión”, en el texto citado, supone una respuesta visceral a la difícil situación de los demás, lo que permite conectar con su dolor. Sí, la identificación con el dolor de los demás, nos debería lleva a la adopción de medidas concretas en su nombre. En eso es que el cristianismo se basó para realizar su revolución hace 2000 mil años, en la compasión de Cristo por todas las gentes.

El mundo de hoy precisa un liderazgo al que se le enternezcan las entrañas, que deje de obrar fría y calculadamente, solo fijándose en los indicadores macro-económicos de su estado de resultados, los beneficios políticos y olvidando que trabaja con y para la gente. Que liderar es servir y expresar el amor al prójimo, es una conmoción visceral que nos mueve a darnos a quien lo necesita. Solo viviendo y sintiendo como Cristo, podremos llegar a desarrollar un liderazgo compasivo, porque veremos a la gente como la veía Jesús: Con las entrañas enternecidas.

Lic. Esteban D. Larrosa
Director RTM Uruguay

3 Comments

  1. Carolina Vallejo dice:

    Cuanto hay por hacer en relación a la compasión. Esto me lleva a recordar a pensadores que sin compartir nuestros principios se preocuparon por ello.
    Platón hablaba de “compasión comunitaria”, Rousseau se preocupaba y entendía que el adolescente debía ser preparado por su preceptor en relación a la compasión. Y hasta Adam Smith (aunque usted no lo crea) pensó en la compasión y escribió una obra donde trata el tema.

    Aprendamos de Jesucristo. Si tuvo y tiene una maravillosa compasión con nosotros, una compasión sin límites. Aprendamos a amar y no olvidemos que todo proviene de El. ¿Cómo está nuestra relación con El?

  2. Jaime dice:

    El término compasión, hasta parece una palabra compuesta: CON…PASION.
    No solo es enternecernos poéticamente o filosóficamente sino CON PASION, con hechos prácticos. Jesús además de sentirse conmovido hasta las entrañas, bajo al valle de las necesidades humanas y sanó enfermos, dió de comer al hambriento, aconsejó, exortó….en fin que tradujo su PASION por las multitudes en CON PASION por personas individuales necesitadas. Era amor compasivo auténtico el que EL prácticó y lo sigue haciendo a través de la vida de la Iglesia y de sus integrantes, sino todos la inmensa mayoría si, y por ello hay esperanza aún.
    Jaime LL.

  3. Carolina Vallejo dice:

    Amor entrañable, desde lo mas profundo del ser, amor desde el ser todo. Se nos ha olvidado vivirlo, practicarlo. ¿Relamente está en nosotros?
    ¿Hemos dejado que Dios hiciera en nosotros ésta obra? ¿O acaso la religiosidad lo ha inundado todo y nos impide vivir el verdadero amor.
    Esto conlleva a la compasión , bonita palabra , bonita práctica de un corazón genuino.Aprendamos más de Jesús y de su compasión unida a las necesidades y dolor de los demás.Seamos compasivos y comprensivos de las necesidades , dolores, infortunios de los otros. Desterremos la indiferencia.
    Carolina Vallejo Latessa

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