El cristianismo y la caída de las civilizaciones II – La antigua nación de Israel

El cristianismo y la caída de las civilizaciones I – La antigua nación de Israel
1 septiembre 2009
Pedrito el Pulpo
10 septiembre 2009
El cristianismo y la caída de las civilizaciones I – La antigua nación de Israel
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foto_israel1Dr. Alvaro Pandiani*

El libro de los Hechos de los Apóstoles narra los comienzos del cristianismo y su expansión a través del mundo mediterráneo. Este libro posee la peculiaridad de ser eventualmente el único de la Biblia escrito por un no judío, el médico, historiador y evangelista Lucas. La narración de los primeros treinta años de vida de la Iglesia corre a lo largo de casi treinta capítulos, y la tercera parte inicial de dicha narrativa es de marca estrictamente judía. Judíos eran los apóstoles, núcleo de la flamante iglesia, y quienes les acompañaban (Hechos 1:12-15); judíos eran los primeros tres mil convertidos al cristianismo de aquel memorable día de Pentecostés (2:36-41), y los cinco mil que se agregaron algunos días después (3:26; 4:4). Judíos eran también los primeros siete diáconos, oficiales de la iglesia distintos de los apóstoles (6:3-5), si bien sus nombres griegos indican que eran judíos de la diáspora; es decir, nativos de territorios fuera de Palestina, siendo éste el sentido de la palabra “griegos” en 6:1.

La tendencia natural de aquellos primeros cristianos israelitas era hablar el evangelio de Cristo solo a sus compatriotas (Hechos 11:19). Los samaritanos, por ejemplo, eran mestizos raciales y religiosos, descendientes de las uniones entre israelitas y otros pueblos implantados en el norte de Palestina por el asirio Sargón II, siete siglos atrás; estos mestizos eran despreciados por los judíos. Cuando los samaritanos recibieron el evangelio por la predicación de Felipe el diácono, la “Iglesia madre” de Jerusalén envió allí, apresuradamente, a Pedro y Juan; no simples embajadores, sino importantes puntales de la Iglesia. El propio Pedro, enviado por Dios a una reunión de “gentiles” (no judíos), no comprendió de inmediato que Dios quería que esa gente también escuchara el evangelio de Jesús, y preguntó, casi diríamos tontamente: “¿Por qué causa me han hecho venir?” (Hechos 10:29b). Quienes en esa ocasión acompañaron a Pedro, quedaron de boca abierta cuando Dios tuvo a bien dar el bautismo en el Espíritu Santo a esos no judíos (Hechos 10:44,45). Al regresar Pedro a Jerusalén y reunirse con la “Iglesia madre”, tuvo problemas con los “de la circuncisión”, es decir, judíos celosos de su raza y religión, que no concebían esa clase de fraternidad con los gentiles (Hechos 11:1-3). Éstos mismos debieron cerrar la boca, cuando comprendieron que el evangelio de Jesucristo no era una posesión exclusiva de Israel. Este primer incidente, con gentiles entrando en masa a la Iglesia Cristiana, seguramente clarificó para aquellos primeros cristianos judíos las diferentes formas en que Jesús expresó lo que se conoce como la Gran Comisión: “a todas las naciones” (Mateo 28:19; Lucas 24:47); “por todo el mundo” (Marcos 16:15); “hasta lo último de la tierra” (Hechos 1;8). E indudablemente, también amplificó su visión.

El rasgo por el que se hace más evidente que el cristianismo estuvo íntimamente ligado al judaísmo, es la adhesión de los propios líderes cristianos a la fe y costumbres judías (Hechos 3:1; 5:12; 10:14,28; 15:5). Pablo de Tarso, el apóstol de los gentiles, quién dedicó su vida a evangelizar a los no judíos, llegado en una oportunidad a Jerusalén, también se sometió a un rito judaico para reconciliarse con los cristianos judíos (Hechos 21:18, 20, 23,26).

La insistencia de estos cristianos judíos en imponer el cumplimiento de la ley ceremonial judaica como requisito para la salvación, una vez que, indudablemente, habían aceptado la entrada de gentiles a la iglesia como un hecho irreversible, dio lugar a que el mismo apóstol Pablo diera a luz dos grandes joyas de la doctrina de la salvación: la epístola a los Gálatas, y los primeros capítulos de la epístola a los Romanos, aquellos que hablan de la justicia de Dios mediante la fe. Estos judaizantes, como los llama la historia, se prolongaron como una secta, llamados ebionitas;  aislados del resto de la cristiandad luego de la destrucción de Jerusalén, derivaron en algunas doctrinas heréticas, y finalmente desaparecieron.

Frente al intento de judaizar por completo el cristianismo, manteniéndolo plenamente integrado a la religión de Israel, esa secta judía, la Iglesia Cristiana, a diferencia de fariseos, saduceos y esenios, no se contuvo en dicho molde. Antes bien, explotó y se derramó extensamente por la cuenca mediterránea, conquistando el corazón de toda clase de culturas y gentes. Esto parecía premonitorio de lo que habría de venir.

La intranquilidad judía bajo el yugo violento y brutal de los procuradores romanos finalmente estalló el año 65 DC. en una insurrección general. Primero cayó Masada, luego Jerusalén, y luego otras ciudades de Judea. Al año siguiente, un general romano de nombre Cestio invadió Palestina desde Siria, llegó a las puertas de Jerusalén, y luego se retiró. En esa retirada, los judíos envalentonados ejecutaron a miles de soldados romanos; parecían dueños de la situación. Pero esa fue la calma que precedió a la tormenta. Vespasiano, general y futuro emperador de Roma, invadió el norte de Palestina con sesenta mil soldados, sembrando la desolación. Cuando Vespasiano debió volver a Roma para vestir la púrpura imperial, el 69 DC., su hijo Tito marchó sobre Jerusalén con ochenta mil soldados. Arribó en febrero del año 70 DC., comenzó el sitio durante la Pascua, y cinco meses después, el 8 de setiembre, su ejército entró en la ciudad. Los romanos derribaron el templo piedra por piedra, devastaron la ciudad y aniquilaron un millón de judíos. Decenas de miles de prisioneros judíos fueron vendidos como esclavos a lo largo y ancho del mundo romano. Masada, el último reducto de resistencia, cayó tres años después.

Destruido el templo, centro de la vida religiosa nacional, arrasada Jerusalén, capital histórica y ciudad emblemática de Israel, y dispersados los judíos hacia los cuatro puntos cardinales, Israel dejó de existir como una nación en su propia tierra. Palestina pasó por sucesivos períodos de dominación extranjera, romano, bizantino, persa, árabe, cristiano durante las cruzadas, turco otomano, británico, y no sería sino hasta el año 1948 que la nación judía recibiría la oportunidad de habitar nuevamente en su propia tierra, y así reconstituiría el Estado de Israel.

De esta manera, la estructura social y nacional con la cual el cristianismo estuvo estrechamente relacionado desde su nacimiento, virtualmente desapareció.

Pero el cristianismo se había preparado desde antes que esto sucediera, diseminándose entre las gentes de toda raza, cultura y credo; y cuando la cultura que le dio el marco y la herencia para su desarrollo inicial pasó, la Iglesia Cristiana prosiguió su expansión, floreció, y alcanzó conquistas que sobrepujaron los sueños de los más optimistas judíos o cristianos de aquel memorable primer siglo de nuestra era.

*El Dr, Álvaro Pandiani es columnista de la programación de RTM UY en “Diálogos a Contramano que se emite los martes 21:00 a 21:30 hs. Este escrito es parte del libro “El Magnífico Derrumbe” que fue publicado electrónicamente en la página de Internet de Iglesia en Marcha. Otros capítulos de esta obra fueron discutidos en esta programación al comienzo de la columna con el Dr. Pandiani en el año 2006.

2 Comments

  1. olga estela dice:

    considero al hno.Pandiani,muy claro en sus apreciciones. en cuanto a la historia y desglose de la vida cristiana. en ese entonces..
    si no es molestia podrian decirle que me gustaria que pudiera hacer un relato del diluvio y su después,como llegamos las criaturas de dios.ha estar tan separados, por la tierray en muchos aspectos,parecidos en cuanto a la caracteristicas? ejemplo un japones parecidos a los Peruanos
    y bolivianos.etc..porque quiero entender para poder explicar ami vez,
    porque,si bien tenemos como modelo,a abraham como padre de la fé.
    creo que nosotros volvemos a emerger en la tierra por NOE Y SU FAMILIA
    de ahí viene toda la decendencia posterior.
    quiero poder aprender bien esto porque los niños preguntan cada vez más sobre,los hallasgos de tantos y cuantos millones de años,que los confunden,y los niños de hoy creanmen que por lo menos,en mi generación no se nos ocuria preguntar nada…pero como ahora con la televisión y el aceso a la internet.preferiria que me preguntaran amí,y poder darles una contestación presisa y no ambigua.
    y el doctor encara los temas de manera .simple o sea entendible.me gustaria que pudiera contestarme por este medio. o si puedo hacer consulta con el para poder aprender a contestar las preguntas de los niños y jovenes de estos tiempos..muchas gracias y que el señor los continue bendiciendo olga

  2. Ester dice:

    Siempre “Mirar más allá”, siempre. Hoy y siempre es así. Derrumbes individuales , colectivos ,hay que seguir de la mano del Señor en oración y meditación de su Palabra.

    Un mirar más allá contextualizado de acuerdo a las necesidades y demandas. Un ir más allá de los templos , púlpitos. Un ir con la Palabra por medio de misiones , campañas , música, literatura, la radio, el arte,etc.
    Así es a nivel individual o colectivo, solos o en compañía. Eso si nunca estamos solos , el Señor siempre está.

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