Sexualidad y aborto: una situación ineludible. Parte 2

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MisoprostolDr. Alvaro Pandiani*

Y en cuanto al párrafo de la nota con que abrimos esta reflexión, es evidente que la práctica del aborto, cuya despenalización fue vetada, encuentra su forma de seguir adelante. Una manera es el uso del misoprostol, fármaco originalmente introducido para el tratamiento de los padecimientos ulcerosos gástroduodenales; el misoprostol tiene también como efecto provocar un aumento de las contracciones uterinas, por lo que al ser lanzado al mercado la información sobre el medicamento destacaba que su uso estaba contraindicado durante el embarazo, y devino luego en abortivo, pues al incrementar la actividad contráctil del útero, favorecía la expulsión del producto (el feto). Según podemos leer en el informe Diagnóstico sobre la Familia en el Uruguay (fundacionwilsonferreira.org/): “en el 2004 el Ministerio de Salud Pública aprobó en la Ordenanza 369/04, el llamado Asesoramiento a la maternidad en riesgo. Medidas de protección del binomio madre-hijo durante la gestación frente al aborto provocado”.

Dicho informe sigue diciendo que en el Hospital Pereira Rossell se reciben entre 60 y 70 consultas semanales por embarazos no deseados; de las mujeres que consultan, solo el 10% decide seguir adelante con su embarazo; “el resto aborta y lo realiza utilizando misoprostol, droga que se vende con receta común, habilitada por el Ministerio de Salud Pública”.  El uso del misoprostol es, entonces, una alternativa ofrecida a la mujer que de ninguna manera desea continuar adelante con su embarazo; alternativa al aborto quirúrgico realizado en forma clandestina, en condiciones no seguras, que deriva en muerte de mujeres. El informe de la Fundación Wilson Ferreira agrega que “los ginecólogos que participan en el programa de asesoramiento del Pereira Rossell opinan que han logrado abatir las muertes por abortos inseguros. Estos profesionales se mueven exclusivamente dentro la norma 369, aprobada por el MSP. Allí se establece que hay que asesorar a las mujeres con respecto a los métodos más y menos peligrosos, pero también se dice que de ninguna manera se va a indicar, ni recomendar.

Realmente, para quienes no estamos en la ginecología nos resulta sorprendente cómo estos colegas caminan en el filo de la navaja en el asunto aborto, trabajando desde hace ya cinco años en un programa (aprobado cuando el color del gobierno era otro) que les permite, no practicar abortos, sino orientar a la mujer decidida a deshacerse del hijo que lleva en su útero sobre la manera más “segura” de hacerlo. Esto expresa el mismo informe que venimos considerando, cuando dice: “En el Hospital Pereyra Rossell existe un programa de asesoramiento a las mujeres que desean abortar. En la práctica, se les aconseja cómo realizar un aborto farmacológico, usando misoprostol (lo cual raya en apología del delito). Se pretende extender este programa a otros centros de salud del Uruguay. Estos hechos han sido denunciados por particulares, pero no se han obtenido respuestas de parte de las autoridades competentes” (los énfasis son míos). Obviamente, para quienes trabajan en este programa, o lo aprueban, la visión es otra; el énfasis está puesto en la disminución de las muertes por abortos realizados en condiciones inseguras; ese es el objetivo. El mismo profesor adjunto citado en el artículo de El País habla de una “estrategia muy efectiva”, y critica que no se haya implementado la ley de salud sexual y reproductiva, por lo que continúa “la hipocresía del misoprostol”, a la que llama de esa manera pues, aunque disminuye las muertes maternas, todavía existen trabas para recetarlo.

¿Dónde queda, ante todo esto, la defensa de la vida del niño no nacido? Ha desaparecido por completo ante una situación social ineludible: las mujeres que quedan embarazadas y no quieren a su bebé. Frente el embarazo que acarrea toda una carga de trastornos y perspectiva de cambio definitivo para la vida normal de la mujer, ésta opta por el aborto. Que el embrión sea un ser humano, como está sobradamente probado desde el punto de vista científico (insólito que haya sido necesario probarlo), no es razón suficiente. El embarazo no deseado altera demasiado el curso de la vida cotidiana; se habla de novios o amantes que abandonan a la mujer cuando saben que ella está embarazada, de penuria económica, de frutos de violación, y se justifica resolver la cuestión mediante el expediente de eliminar el fruto de la relación sexual. Sin embargo, no concuerda con eso lo que se ve en la movida propiciada por los grupos pro-aborto, movida en la que participan los medios de prensa con todo su beneplácito, y cuyo objetivo es persuadir, implantar como pauta cultural que el aborto es la respuesta adecuada a una realidad social establecida en nuestro país e irreductible. El propio artículo de prensa de El País que comentamos finaliza dando números de mortalidad materna con las que se pretende demostrar que el uso de misoprostol ha abatido esa mortalidad, pero dichos números resultan ambiguos.

La movida cultural que se ha generado en torno a este tema ha tomado la forma de una defensa de “derechos”; destacan en dicha movida dos derechos de la mujer: que no se les imponga la manera de vivir su sexualidad, y que puedan decidir sobre sus propios cuerpos. Ambos parecen la expresión de una misma cosa; un mismo concepto o idea: no me digan qué hacer con mi cuerpo, porque es mi cuerpo, y por lo tanto soy yo quién decido. En el contexto de los movimientos a favor del proyecto de ley de salud sexual y reproductiva, y en el marco más amplio de una sociedad en la que campea el egocentrismo, el hedonismo y la búsqueda a ultranza de la autogratificación, el mensaje es claro. ¿Quién impone a la mujer cómo vivir su sexualidad? Una sociedad conservadora y represiva, en la que prima el criterio masculino (una sociedad patriarcal, al decir de las feministas radicales); una sociedad cuyos convencionalismos tienen resabios de los viejos moldes religiosos. Este último punto traduce la intención de desechar definitivamente dogmas religiosos y criterios morales; no es ni más ni menos que el viejo anuncio “yo hago lo que quiero con mi cuerpo” (que incluso se ha visto en más de una pancarta, portadas por mujeres en las marchas a favor del aborto); anuncio reivindicado, sancionado por la nueva “moralidad”, y legalizado en la ley de marras. Nada es criticable, no existe ya la perversión; el matrimonio, la heterosexualidad y el sexo por las vías naturales, según dicta la naturaleza biológica, y la igualdad de importancia de las funciones placentera y procreativa de la sexualidad, dejan paso en esta nueva ideología que se pretende imponer por ley, a un sexo sin límites, sin culpas ni cargos de conciencia; todo vale. Y como en ese caldo infernal de carne y hormonas locas, de frenesí descerebrado, lógicamente predominará en la relación heterosexual el sexo vaginal, y ninguna medida anticonceptiva tiene el cien por ciento de eficacia, el embarazo no deseado aparece como una perspectiva, intolerable para una sociedad en la que impera el más burdo hedonismo. El coletazo ineludible: el aborto. La realidad social imperante: abortos clandestinos en condiciones no seguras, que acarrearían muertes de mujeres. Y frente a esto, como iniciativa sanitaria para paliar esa mortalidad, y hasta tanto se puedan hacer abortos legales, “la hipocresía del misoprostol”.

Una propaganda electoral, que resonó en la televisión hasta el mes de octubre pasado, nos hablaba del abatimiento de la mortalidad infantil logrado por las políticas sociales implementadas por el partido que se promocionaba. En la pantalla se veía un vientre materno grávido, y del mismo salía un globito, como los diálogos de las historietas, que decía “hola, mami”. ¡Que ironía! Que el mismo estamento político que pretendía nuestros votos a través de esta imagen, no implemente políticas para promover una sexualidad equilibrada y con valores, que procure evitar o minimizar los embarazos no deseados, ni tampoco políticas sociales de apoyo a la mujer para acompañarla en su embarazo, sin llegar al aborto. Es difícil reconciliarse con la idea de que la legalización de la práctica de acabar con la vida de embriones humanos es el mal menor, frente a la situación actual de abortos clandestinos en que los embriones mueren, y mueren también las mujeres por la precariedad de las condiciones en que se realizan los abortos, síntoma evidente del deterioro social, económico, moral y espiritual de nuestra sociedad. Nos preguntamos si acaso no son posibles otros intentos de solución que pasen por un efectivo apoyo psicológico, social, e incluso económico, a la mujer que considera abortar, para disuadirla de tal opción, y una represión más activa contra quienes practican este delito. Soluciones ambas que dependen de que haya voluntad política para instrumentarlas. Como cristianos debemos defender la vida a ultranza, hasta las últimas consecuencias, tomando parte activa en la promoción de la salud materna y fetal (salud biológica, psicológica y social), y en la difusión de aquellos valores que podrían rescatar a nuestra sociedad de la actual decadencia.

(Algunos párrafos fueron extractados del artículo Vergüenza a Dos Cámaras, publicado en esta página en noviembre de 2007)

*El Dr, Álvaro Pandiani es columnista de la programación de RTM UY en “Diálogos a Contramano que se emite los martes 21:00 a 21:30 hs.

3 Comments

  1. Ester dice:

    vivimos en Democracia. En la misma se da el libre juego de enfoques o posturas políticas, culturales, sociales , económicas , éticas, religiosas, etc. En éste tema concreto (el que aborda el columnista) observamos un planteo hegemónico en relación al aborto. El mismo casi casi sancionado por el Poder Legislativo, vetado por el Ejecutivo.

    Por otro lado nuestra postura , otro modelo , MODELO CRISTIANO .El mismo plante u n NO rotundo al ABORTO y en eso estamos todos de acuerdo. Ahora bien, ¿qué estamos haciendo en concreto? Por un lado un planteo con bas bíblica, por otro los espacios de dicusión , reflexión por medio de éste espacio u otros espacios.

    Otros por ej. en noviembre de 2008 han efectuado manifestaciones (Pcio. Legislativo)
    Ahora todo quedó quieto por un tiempo. ¿Qué estamos haciendo concretamente? ¿Qué propuestas concretas hacemos? ¿Qué soluciones in situ damos? , ¿Qué proyectos alternaticvos damos frente a esos que desterramos porque implican MUERTE?
    Creo que es hora de organizarnos desde lo académico y desde proyectos que apunten a sostener la vida por medio de la educación desde nuestros principiosentre otros. sigo pensando.
    Debe haber una convocatoria para discutir lo académico y las propuestas que emanen con amor y misericordia

  2. nelsi dice:

    NO ESTOY DE ACUERDO CON EL ABORTO Y PIENSO QUE REALMENTE LO QUE SE NECESITA ES ESTEAR MAS SERCA DE DIOS. Y LAS DECISIONES HAY QUE TOMARLAS ANTES DE QUEDAR EMBARAZADAS HAY QUE SER RESPONSABLE Y AMARSE UN POCO AUNQUESEA UN POCO LO QUE PASA QUE SI SE ESTA LEJOS DE DIOS NO SE PIENSA CORRECTAMENTE PORQUE NO SE TEME AL SEÑOR.

  3. Ester dice:

    Comparto todo lo expresado. Nosotros nos movemos dentro de un modelo :el cristiano. Los otros tienen otro modelo(que no compartimos). Desde la espistemología podría decirse :puja entre dos modelos uno que busca la vida a ultranza otro la muerte como sea con todo lo que conlleva.
    Nosotros tenemos como cristianos un compromiso que pasa por la evangelización y el soporte desde nuestras profesiones constituyendo un COMITE ACADEMICO CRISTIANO del cual emanarán proyectos concretos para dar soluciones alternativas a ese otro modelo (que no compartimos) hegemónico o que busca serlo. Mucha oración y mucho trabajo CONCRETO . No olvidemos que la gente que necesita ayuda quiere ver cosas concretas, las necesita. Manifestemos pero como conviene y como dignifica a Dios.

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