Los Inadaptados de Siempre – Parte 2

Sergio Markarián: Fútbol, Violencia y Valores
15 junio 2010
Capacitación 2010 – RTM UY
21 junio 2010
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La búsqueda de la identidad del hincha tal cual lo describimos en la primera parte de este artículo encuentra su lugar para canalizar toda su frustración en la Barra Brava.

La Barra Brava

La barra ayuda a esconder esa inseguridad y falta de identidad del individuo; sirve para fortalecer el devaluado concepto de si mismo. El líder de la barra opera en esa dinámica como quien reúne o resguarda la identidad grupal. “La agresividad hacia el contrario es un elemento tan necesario como la solidaridad entre sus miembros. La identificación negativa con el equipo contrario, es el complemento de la identificación positiva con el propio; el odio la otra cara del amor. El carácter sadomasoquista del hincha se expresa, por el lado masoquista, como una necesidad de subordinación al líder de la barra que lo utiliza como instrumento pasivo y por el otro sadista como necesidad de destrucción del adversario.”

Cuanto más confuso es el sentimiento de identidad del hincha, más debe identificarse con signos exteriores y notorios -los colores del club, la camiseta, la insignia, el banderín y tanto más; debe ser intolerante hasta la crueldad con el que ostenta los signos contrarios: tener la osadía de pertenecer a un cuadro distinto al suyo, es vivido como un ataque hacia el mismo, puesto que el club y el son una sola y misma persona. La necesidad psicológica del exagerado conformismo y adaptación al “endogrupo” -el cuadro propio- exige el rechazo del “exogrupo” -los demás cuadros-. La pasión futbolística es por lo tanto, un impulso etnocéntrico elemental, esto quiere decir que concibe rígidamente a su grupo humano primario: familia, barrio, barra al que pertenece o con el cual se identifica como depositario de todas las virtudes, y el otro al que no pertenece como referencia de lo repudiable. Una de las formas que adopta el ataque al adversario es la burla colectiva del día lunes, al hincha cuyo club perdió, por sus compañeros de trabajo o estudio, y quienes pierden, o mejor dicho, el club al cual adhieren salió derrotado el día anterior, optan por faltar ese día al trabajo, excusando enfermedad, etc.; con el fin de evitar la burla del contrario.

La estructura jerárquica y los roles de cada integrante de la barra pueden ser definidos; según la complejidad que adquiera dicho grupo. Desde una simple de un jefe y sus soldados, o ya una más complejas con grados intermedios, etc. Y como han señalado algunos actores calificados, la cercanía con grupos de poder político, deportivo e incluso la droga potencian a estos grupos violentos que se enquistan en un ámbito que resulta un emergente de lo peor que puede producir la sociedad y por eso nos preocupan a todos, porque su accionar tiene consecuencias sobre todos quienes vemos a estas hordas humanas como “la resaca social,” de un grupo de personas descolgada de todo lo que podría ser integrarse productivamente, utilizando el deporte como algo meramente lúdico, pero no enfermizo con es el caso de estas verdaderas “tribus urbanas.”

¿Una especie de facismo en el deporte?

Juan José Sebreli al que ya hemos hecho referencia se basa sobre todo en los estudios hechos por la Escuela de Frankfurt y los análisis de Adorno sobre la personalidad autoritaria y prejuiciosa; para identificar características similares en el hincha de fútbol que integra una Barra Brava. O sea, el de considerar al propio grupo como superior al otro. Al mismo tiempo, Sebreli hace referencia a la realización de estudios en esa misma época por Bruno Bettelheim y Morris Janowitz “Cambio Social y prejuicio” y “Psicoanalisis del antisemitismo” de Jahoda y Ackerman. En ambos libros subrayan que existe en el individuo prejuicioso una confusión respecto a la imagen del propio “yo”, un conflicto acerca de la propia personalidad, donde el prejuicio y la hostilidad actúan como fortalecedor del débil “yo”, características dice el autor que pueden detectarse también en el fútbol.

También tomó en cuenta en su trabajo a Eric Erikson, quien analiza en “Infancia y sociedad” cómo la realidad social forma la personalidad, con especial hincapié en la identidad del individuo, a la intolerancia como forma de defensa contra la carencia de personalidad, ejemplificándolo con la juventud alemana de la época nazi. Y no deja de lado a Wilhelm Reich con su “psicología de masas del fascismo”.

Lo que trató de lograr Sebreli en su libro era analizar cómo el fútbol “es organizado por poderosas fuerzas económicas, sociales, y políticas que condicionan la psicología del adepto de fútbol haciendo que éste defienda como si se tratara de sus propias necesidades, los intereses de aquellas fuerzas que en realidad le son ajenas, extrañas y hostiles.”

Los actos de violencia y brutalidad realizados frecuentemente por las masas, solo son duraderos y sistemáticos cuando son encauzados por minorías o por individuos quienes ejercen la violencia por delegación y terminan por ejercerla sobre las propias masas que dicen representar, cuando los objetivos de la violencia están conseguidos, y el desborde es peligroso. Todos los crímenes de las mayorías dirigidas deben por lo tanto anotarse en la cuenta de las minorías dirigentes.

Al mismo tiempo y contra las reducciones sociológicas y economicistas, Sebreli refirió a que se debe explicar cuáles son las fuerzas no concientes, las necesidades psicológicas, que existen en las masas populares, haciéndolas proclives en determinadas circunstancias a seguir movimientos y líderes que promueven “el crimen colectivo.” Es preciso explicar cómo la estructura de la sociedad competitiva favorece la conformación de la personalidad autoritaria y prejuiciosa, y a la vez, “cómo ésta personalidad contribuye a la conservación de esa sociedad”.

Ambos J. J. Sebreli y la Socióloga Ana María Araujo hacen referencia a causas y factores comunes sobre ésta violencia, principalmente, se deja entrever como se apoya de alguna manera, la proposición:

FRUSTRACION ——-> AGRESION

Principalmente en el campo de la crisis de identidad e inserción en la sociedad, de los sectores juveniles de nuestro país. Las encuestas sobre juventud, realizadas en el mundo occidental van mostrando líneas de explicación posible. En la preguntas sobre identidad muestran que grandes porcentajes de los jóvenes no se sienten representados por ninguno de los grupos u organizaciones validados socialmente para canalizar sus sentimientos y pensamientos, lo que denota un vacío de identidad, de no pertenecer a nadie ni nada, ni un partido o grupo político, una asociación (comunidad, iglesia, etc.), sindicatos, entre otros. Sin embargo, el deportista, el cantante de moda o el artista tienen más fuerza que incluso los modelos familiares. Entre ellos están los que se sienten representados por un equipo de fútbol, de muchos que participan de la barra brava o de aliento, ¿qué origen social y cultural tienen y por que se integran a dichas Barras y adquieren esas conductas violentas? ¿Se les está enseñando y entrenando a estos jóvenes a ser violentos?

La Verdadera Comunidad

Hambre de pertenencia y contención es lo que viven estos hinchas absorbidos en la masificación de la barra brava. ¿Cómo podemos responderles desde la fe?

Jesucristo miraba a la gente de su época y realizaba el siguiente diagnóstico: “Al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” (Mateo 9:36).

Jesús vio a la gente como una multitud. Una multitud es una masa. En la multitud perdemos la identidad, en la multitud somos solo uno más del grupo, en la multitud tenemos soledad, en la multitud de gente hay una agresiva actitud hacia el individuo que se pierde en un ser anónimo, como una hormiga entre millones. Es interesante notar que Jesús estableció su iglesia para formar una comunidad de personas que cuidaran uno del otro, en contraposición de la situación que vivimos en la sociedad, que nos masifica, nos convierte en un número, nos desalienta y nos utiliza. Jesús vio a la gente “como ovejas que no tienen pastor”, que no tienen guía ni contención.

Hoy el sistema despersonalizado, que quiere manipular a las personas, se encuentra que ha alentado el desarrollo de estos “monstruos” que se les han ido de las manos.

La única respuesta para ellos, es la contención compasiva de una comunidad de creyentes en Cristo que se comprometan con las necesidades más profundas de quienes están buscando identidad y un sentido para la vida. Debemos más que nunca trabajar desde los ámbitos de la fe para recuperar el sentido de comunidad, de pertenencia, del individuo con necesidades personales y particulares no masificado. Donde se exprese compasión. Y éste será el tema la próxima editorial, qué es la compasión de acuerdo a Jesucristo y su declaración de Mateo 9:36 y cómo debemos expresarla.

Lic. Esteban D. Larrosa

Director – RTM Uruguay

8 Comments

  1. Juan Carlos Rubio dice:

    Estimado Sr. Larrosa:
    He encontrado navegando este sitio y me he puesto a leer algunos editoriales en él.
    Al respecto de éste sobre el cuál comento, le pregunto: ¿No considera usted que muy buena parte de los fenómenos psico-sociales que describe como característicos del “barra brava”, se encuentran también presentes en el perfil de personas creyentes?. Realizando un análisis no necesariamente tan profundo, ello ya se desprende claramente en mi opinión. En la religión, sea cual sea, determinados “fenómenos de masa” también se dan lugar. Y no precisamente todos ellos, beneficiosos. Mi cordial saludo.

    • elarrosa dice:

      Estimado Juan Carlos, muchas gracias por su comentario. Sí, es así como usted lo plantea y daría para hacer un debate amplio sobre el tema puesto que afecta la manera en que se vive y expresa la fe. En consecuencia, el testimonio cristiano se ve afectado por ello. Sin embargo, creo que hay muchos que no tienen promoción y no hacen tanto ruido y viven la fe de manera comprometida con los valores del reino de Cristo afectando positivamente su entorno. A todos esos héroes anónimos, mis respetos. Dios lo bendiga.

  2. Sin duda que el grito de Sembrador debe responder mucho de lo que sentimos, incluso los cristianos que criticamos las expresiones de violencia en el fútbol, pero que como cualquier uruguayo más sentimos la identificación con la celeste de manera apasionada.

    ¿Quién no festejó la victoria de Uruguay el otro día? Yo grité los goles y sufrí como el que más al momento que el Ghanés iba a patear el penal hecho por Luis Suárez…. Y ahora estoy expectante del partido con Holanda…. ¿Contesta eso tu pregunta Romy?

    Esteban

  3. Sembrador dice:

    Vamo’arriba Uruguay, vamo’nomás!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

  4. Romy dice:

    Claro que no. Por eso mi pregunta.
    No nos identificamos con la barra brava, creo q ninguna persona mundana medianamente civilizada o socializada lo hace o lo haría- pero yo pregunto sobre lo más sutil, lo que parece inocente, ¿hasta qué punto lo es?

  5. Romy dice:

    claro que como cristianos no somos parte de las barras bravas, pero sí usamos los distintivos, hacemos bromas a los (incluso hmnos) hinchas del equipo perdedor y demás… (a eso me refiero en mi consulta)

    • elarrosa dice:

      Hola Romy! Gracias por la pregunta… El Apóstol Pablo dice que nuestra ciudadanía está en los cielos y que somos peregrinos y extranjeros. Pero al mismo tiempo, cuando uno mira la Biblia encuentra que Dios manda en diferentes momentos e incluso lo muestran los escritos neotestamentarios que se animaba a los cristianos a influir positivamente en la corrupción de una sociedad pagana entregada a la inmoralidad, la corrupción y la falta de valores. En esa sociedad dominada por el Imperio romano, funcionaba el Coliseo en el que los cristianos fueron entregados a las fieras y el martirio. Pero luego que el imperio de Constantino se cristianizó, se siguió con la practica del Coliseo y la lucha entre gladiadores. Telémaco, un cristiano comprometido de su época, se había ido como Ermitaño para evitar la contaminación de un sistema que el entendía corrupto. Volvió en determinado momento y acompañó a otros cristianos al Coliseo y allí vió el espectáculo tremendo de sangre… y no pudo resistirse. Recordá que el cristianismo ya era religión oficial. Telémaco se lanza a la arena y quiere separar a los gladiadores que no le hacen caso, la multitud le grita que salga de allí y lo abuchea, pero el insiste. En determinado momento, lo hieren y cae muerto tratando de separar a los gladiadores. Dicen los libros de historia que la multitud al ver esto, incluso los cristianos, se dieron cuenta lo sucedido y se fueron en silencio del coliseo. Desde allí en adelante se cerraron esos espectáculos en el Coliseo… Hoy estamos más civilizados y los jugadores no se matan con espadas en los campos de juego, per si lo hacen los hinchas y barras bravas… ¿Podemos identificarnos con eso? ¿Qué pensás?

      Esteban Larrosa
      RTM Uruguay

  6. Romy dice:

    Qué buen trabajo. Serio y completo!
    Consulta:
    De acuerdo a lo expuesto, cuál sería una posición cristiana sana frente a esto?
    es decir: como cristianos somos parte de esta sociedad futbolera y muchos gustamos del deporte entonces: hasta qué punto es sano y “normal”, desde la óptica Divina, este placer que encontramos en fundirnos con los demás bajo el color de una camiseta????

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