“A través de la Biblia”
4 agosto 2010“Tierra Firme”
4 agosto 2010El miedo es uno de los factores que desemboca en la discriminación y el racismo. Esto lo vemos en la vida de Pedro quien a pesar de haber sido uno de los 12 Apóstoles y uno de los llamados “columnas” de la iglesia discriminó a los no judíos por miedo al “qué dirán”.
¿Por qué actuó de esta manera?
El Apóstol Pablo lo sentencia así: “… porque tenía miedo de los de la circuncisión.” Gálatas 2: 12
A veces, en las iglesias del siglo XXI operamos así. Se forman grupos cerrados donde se ejerce presión para que todos actúen de la misma manera y se condene al “extranjero”, o sea cualquiera que viene de otro contexto. Generalmente, no se hace adrede, sino que por el miedo al qué dirán de quienes son miembros de mi grupo de pertenencia eclesial evito relacionarme con otros que no lo son. ¡Y cuán difícil es abrirles la puerta para ingresar a ese micromundo! Es que el patrón cultural o mental rígido y contrario a la escritura, nos enceguece yendo incluso en contra de los principios evangelizadores que decimos sustentar.
Entonces cuando se efectúa la presión aparece el miedo al que dirán. Esta fue una actitud defensiva en Pedro, pues antes que llegaran estos visitantes de Jerusalén comía con los Gálatas, pero por una cuestión de “presión del grupo,” de no ser juzgado por sus compatriotas asumía conductas no cristianas. El texto dice que “simulaba”. ¿Para qué? Para quedar bien con los cristianos de origen judío.
Cuando uno lee la carta de los Hechos ve que Pedro ya había tenido un encuentro con Dios en el que se le enseño a no despreciar a nadie de otra raza. Hechos 10 y 11 muestran que Pedro comprendió y aceptó que Dios no hace acepción de personas. Pero ahora vuelve a sus viejas prácticas discriminatorias. Quienes producían miedo en Pedro eran judíos que tenían evidentemente un pasado de prestigio en el ambiente social, cierta reputación en la iglesia y hacían sentir su opinión sobre estos temas. Pablo los califica a muchos de estos como “falsos hermanos” Gl. 2:4.
¿Cómo describe Pablo la actitud de Pedro? “Condenable” (Gl. 2:11). Y Pablo tuvo que enfrentar esta situación en público y frente a toda la comunidad de hermanos, puesto que el problema era muy evidente. Cuando los problemas son particulares se tratan en forma particular y cuando son de todo el grupo se encaran colectivamente.
Pensemos en los grupos juveniles por ejemplo. Cuantas veces formamos subculturas internas en nuestros grupos de jóvenes, donde no aceptamos a los que no se adaptan a nuestros esquemas o conforman a las manera en que hacemos las cosas, o los que tienen alguna deficiencia física o intelectual que son mirados como extraños y tratamos de evitar y no tomar en consideración considerándolos seres de segunda categoría, entre otras prácticas. No estoy hablando aquí de aceptar falsas enseñanzas, conductas inmorales y falsos hermanos que tratan de causar división en la iglesia y desarrollar una tolerancia mal concebida como la que se practica en la posmodernidad.
Me explico: ¿Qué pasa si viene algún joven a nuestro grupo que no puede comprarse un Levi´s? ¿Lo vamos a mirar como alguien inferior? O alguien que no puede tener unos Reebok, o lo que sea… ¿Cómo lo vamos a considerar?
O consideremos al que viene buscando respuestas a su necesidad de sentido y significado en la vida, pero le cerramos las puertas por su presente manera de vivir, o porque pertenece a una tribu urbana extraña o por lo que sea.
Recordemos que en Cristo todos somos iguales. En la misma carta a los Gálatas Pablo dice: “… todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (3:27-28).
Por tanto, no tengamos miedo al qué dirán, dándole lugar al enemigo con prácticas discriminatorias; sino que reconozcamos que en Cristo han caído todas las barreras y que la iglesia es una comunidad integradora de la rica diversidad con la que nos creó Cristo Jesús para cambiar la realidad de un mundo donde el racismo es todavía pan de todos los días.
Lic. Esteban D. Larrosa
Director RTM Uruguay