El cristiano en control de la navidad

“A través de la Biblia”
30 noviembre 2010
Los Ángeles
3 diciembre 2010

Trajinando el tiempo, uno se encuentra nuevamente con la Navidad, pero ahora la mirada crítica se hace inevitable. También hoy, alrededor de la fiesta navideña, se dan cita la ternura y la codicia. El villancico suena incansablemente para enternecemos y cuando el ánimo y el corazón se relajan, la oferta trata de abrir nuestros bolsillos.

En las vidrieras de la juguetería del barrio en que nací, cada Navidad armaban un gigantesco pesebre, al que no le faltaba nada: Pastores, Magos, estrella, José y María, el niño, el asno, el buey; pero más allá de esas conocidas figuras se encontraban también cascadas, montañas, cuevas, bandadas de patos, caravanas de camellos, lagos con cisnes, etc.

La exhibición tenía un propósito comercial, por lo cual el juguetero circundaba el pesebre con un tren eléctrico que constituía su oferta de Navidad y que circulaba incansablemente entre pastores y rebaños.

Nuestros ojos infantiles no reparaban en esos anacronismos, no nos poníamos a pensar en que una cosa no tenía nada que ver con la otra. En cambio, en nuestras almas se amalgamaban dos antagónicos sentimientos: la ternura y la codicia. Pero en aquel momento no podíamos tampoco diferenciarlos mucho.

Trajinando el tiempo, uno se encuentra nuevamente con la Navidad, pero ahora la mirada crítica se hace inevitable. También hoy, alrededor de la fiesta navideña, se dan cita la ternura y la codicia. El villancico suena incansablemente para enternecemos y cuando el ánimo y el corazón se relajan, la oferta trata de abrir nuestros bolsillos. El comercio se desborda sobre esta fiesta y la convierte en una suerte de mercado anual de las ilusiones, donde todo se compra y todo se vende, donde todo puede ser adicionado sin tener muy en cuenta su origen o significado.

Papá Noel, el árbol, las guirnaldas, el pan dulce, la ensalada de frutas, las nueces y avellanas, turrones, trineos y renos, falsos copos de nieve, intermitentes luces de colores, “Felices Fiestas”, postales con y sin música incorporada, muérdagos y… ¿para qué seguir? El agudo Discépolo escribiría en su tango Cambalache que “herida por un sable sin remache, veo llorar la Biblia, junto al calefón”. No obstante, nadie puede permanecer ajeno a tanta jubilosa actividad. Los sicólogos y sociólogos tal vez nos podrían hablar de evasión o alienación. Pero ¿cuál es el análisis pastoral?

Dos posturas antagónicas suelen manifestarse en estas fiestas, dos actitudes cuyo origen podría rastrearse en toda la historia, y que para nuestra comodidad vamos a llamar actitud represiva y actitud permisiva.

La actitud represiva trata infructuosamente de ignorar y denostar la Navidad. Motivos no le faltan: muchos de los elementos responden a tradiciones paganas que se infiltraron dentro del cristianismo (la fecha del 25 de diciembre, el “arbolito”, etc.) y esta invasión llegó a tal extremo que hoy no sabemos muy bien si se celebra al Niño de Belén, a la familia propia o a Papá Noel (y, en rigor de verdad, tenemos que decir que entre los niños despierta más inquietudes el mítico personaje de níveas barbas que el Dios hecho hombre. Papá Noel es más recordado por los niños que el Jesús que se encarnó en Belén). Sin embargo, esta postura suele ignorar dos cosas importantes: en primer lugar, que por más que se argumente contra la fiesta (negando la veracidad de la fecha, criticando los elementos paganos, censurando las costumbres tradicionales) la celebración se impone por la fuerza de la costumbre y, en segundo lugar y a consecuencia de esto último, se pierde una oportunidad importante de reivindicar los verdaderos valores que rodean el tema de la Navidad. La censura termina minando el festejo de la visitación más grande que la humanidad haya conocido jamás. Es como tirar el agua sucia con el niño que acabamos de asear allí.

Frente a esta postura represiva, muy difundida en nuestra infancia, aparece otra: la actitud permisiva, que admite e incluye todos los elementos tradicionales, sin cuestionarse demasiado su origen y significado y enfatizando la parte social y lúdica. Esta actitud cae en un sincretismo que muy poco favor le hace al pueblo de Dios en su necesidad de comprender y transmitir “el misterio de la piedad”. Aquí es cuando Navidad es sinónimo directo de arbolito o de lo que trae Papá Noel. Lo más importante es que tenemos una fiesta con familiares, que habrá algo de fuegos artificiales y que la familia estará y reirá unida.

Creo que queda una tercera opción a considerar, la actitud reflexiva. La Navidad es un fenómeno social instalado para siempre en nuestros pueblos con raíces muy profundas. En los países que han recibido corrientes migratorias o aportes de otras razas, se observa con claridad cómo la celebración viene arrastrando elementos tradicionales de cada grupo étnico, reafirma su identidad a través de los símbolos que ha manejado su cultura en su país de origen.

Pero ningún cristiano está cerrado a una propuesta espiritual y reflexiva. Esas propuestas pueden llegar a transformar una celebración frívola en una experiencia espiritual importante. Tanto para propios como para los extraños presentes.

La Navidad tiene una rica “prehistoria” que Lucas y Mateo describen complementariamente: Zacarías y Elizabet, la anunciación a María y José, los cánticos, etc. y es interesante invitar a las familias creyentes de la iglesia a realizar un culto familiar semanal, en su propio hogar y para sus propios integrantes, sobre algunos de estos sucesos. Sería una correcta e inspiradora preparación para la Navidad. El llamado Adviento. Paralelamente, los sermones de los cultos de todo Diciembre pueden rescatar la dimensión espiritual de personas y sucesos que convergen en la fecha recordada.

El año pasado hicimos esta experiencia en nuestra iglesia. Editamos un boletín semanal donde se orientaba a la familia para el culto semanal. Finalmente, se sugirió que en la cena de Nochebuena la familia tuviera también su culto familiar leyendo Lucas 2 y orando.

Algunos se asustaron. En su mesa habría familiares inconversos, no habituados a este tipo de cosas. Pero con un poco de orientación, aquellos que recibían familiares en sus casas, propusieron a sus parientes inconversos la lectura, meditación y oración. Los resultados fueron asombrosos. Muchos comentaban que la tensión del comienzo, natural para quien vive una experiencia diferente, fue dando paso a una emoción que nunca antes habían experimentado. La conversación posterior derivó en temas espirituales que ayudaron a muchos a acercarse al Señor. En algunos hogares los niños participaron de la oración y esto impactó a muchos. Finalmente la celebración familiar acostumbrada tuvo su lugar, pero lo central había sido el advenimiento del Señor.

Mucha gente está ya cansada de la comercialización, de la creación de falsas ilusiones y de la superficialidad que caracteriza a la Navidad en nuestros países. Pero siguen así porque no conocen opciones; son arrastrados por la corriente. La alternativa cristiana tiene una gran oportunidad cada año de ponerse en evidencia.

La represión y la permisividad no han sido caminos constructivos. La reflexión produce madurez; la madurez produce frutos.

En Navidad, la Biblia estará junto al calefón, en la cocina familiar, pero no llora, sino que ilumina y propone al hombre de hoy la única alternativa, el único Salvador. Levantemos la Biblia, abrámosla y el sable sin remache se oxidará junto al calefón.

* El Pr. Salvador Dellutri es representante de RTM en Argentina. Participa en la producción de “Tierra Firme” y “Los Grandes Temas” emitidos por cientos de emisoras en el mundo de habla hispana. Es escritor entre otros libros de: “El mundo al que predicamos”, “La aventura del pensamiento Una introducción a la filosofía”; “Las Estaciones de la Alegría”. El Pr. Dellutri es reconocido en toda América como expositor de la palabra de Dios, conferencista y periodista de radio y televisión. Es pastor de la Iglesia de la Esperanza, una pujante congregación en San Miguel, provincia de Buenos Aires, Argentina. Está casado con Celia con quien tienen dos hijos, Ariel y Ezequiel.

2 Comments

  1. Adelaida dice:

    Realmente, como que se ha tergiversado el concepto de la navidad, por ello, la propuesta es por demás válida.
    Reciban sabiduría y bendiciones!!!!
    Cordialmente

  2. Daniel Lopez dice:

    Exelente apropiada y practica reflexion sobre la navidad.
    Todos los temas que escriben en esta columna, son sumamente educativos y relevantes.;Sigan con esta vision.
    Me gustaria que el Pastor Dellutri ,hablara en tierra firme sobre la literatura del escritor Argentino Eduardo Mallea.
    Dios bendiga ricamente a todo el personal que aporta en RTM.

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