¿Cómo responder frente a los ataques actuales contra la familia?

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Por: Vilma C. Balmaceda*

Nuestra generación es testigo de algunos de los más serios ataques contra la familia desde las estructuras gubernamentales nacionales e internacionales.  Hay especialmente un intento por redefinir la familia en términos distintos a los establecidos por la enseñanza bíblica y predomina en muchos sectores un desdén por el valor de la vida de los niños por nacer.

Para entender lo que está sucediendo creo imprescindible que observemos a la sociedad en América Latina y en todo el mundo occidental.  Los principales ataques contra la familia no están constituidos solamente por las leyes y políticas gubernamentales.  Quizá el problema central ni siquiera está en el ámbito legal.  Creo que un asunto que merece reflexión profunda es cuan arraigada está la idea de que el modelo bíblico de la familia se plasma en la familia tradicional compuesto por un padre, una madre y los hijos en el marco de una estructura jerarquizada donde la autoridad y la respectiva sumisión son los valores fundamentales.   Ese modelo ha  llevado demasiadas veces a los miembros de las iglesias a justificar el autoritarismo en la familia así como en la sociedad, y a responder de manera muy lenta y poco efectiva a la violencia doméstica.  Lejos de poder responder a las demandas del mundo postmoderno, la familia tradicional queda como un “ideal” que no logra resistir los embates de los cambios en nuestras sociedades caracterizadas por el poco conocimiento de la Palabra de Dios y su mensaje redentor.

Mientras afirmamos que el plan de Dios para la familia humana implica la unión conyugal permanente de un hombre y una mujer, debemos estar claros que eso no es suficiente.  Las familias heterosexuales tradicionales no están exentas de violencia, de abuso, de temor, de abandono, ni de abortos. No es suficiente insistir en que una familia requiere de un hombre y una mujer.

Las normas que sancionan la unión homosexual como equiparable al matrimonio y las que legalizan el aborto sólo llegan a dar un formato legal a realidades preexistentes. Realidades que aparecen como respuesta al fracaso de este modelo de familia tradicional, donde se reducen las relaciones al principio de autoridad, mientras se ignoran muchos otros valores del reino de Dios.

En el tema de los ataques contra la vida, debemos también considerar que legales o no, los abortos se practican en altas proporciones en América Latina, con el agravante de que al ser una practica ilegal, las condiciones en que se realizan las más de las veces ponen además en serio riesgo la salud y la vida de la madre.  ¿Debemos entonces justificar  y respaldar la legalización del aborto?  De ningún modo. Pero debemos también ser conscientes de que la defensa de la vida de los niños por nacer no se agota en decir no a la legalización de esta práctica asesina, de la misma manera como la defensa de la familia no se reduce a exigir que se limite el matrimonio a dos personas de distinto sexo.

Los cristianos somos los primeros llamados a defender la vida y la familia y, tratándose de temas tan trascendentes, no podemos limitarnos a tener una aproximación simplista a estos complejos problemas sociales. Aunque admito que hay diferencias sustanciales en el desarrollo social y económico de los países latinoamericanos, creo que no exagero al decir que las condiciones que predominan en nuestras sociedades se caracterizan por la falta de oportunidades para las personas pobres, la discriminación, la falta de apoyo familiar, la baja autoestima de un gran número de mujeres, el poco acceso a información y a medios saludables de prevención del embarazo, las dificultades (y alto grado de corrupción en muchos de nuestros países) en el sistema de adopciones, etc.  Entonces, junto con una sólida negativa a la legalización del aborto debemos exigir al Estado la elaboración e implementación de políticas que enfrenten de manera eficaz las condiciones que hacen que tantas mujeres consideren el aborto como una “solución” a sus serios problemas.

Esto nos motiva a considerar nuevamente el primer tema planteado.  ¿Qué tipo de familia queremos defender y promover los cristianos?  Yo personalmente no estoy dispuesta a defender un modelo de familia autoritario donde la esposa es considerada una persona de segunda categoría.  Necesitamos promover un modelo diferente, uno que exprese el mensaje de redención integral de nuestro Salvador, uno que refleje mejor la imagen de Dios Padre y el grado de sacrificio de Dios Hijo, uno que empodere a sus miembros como el Espíritu Santo lo hace con cada creyente.  La familia por la que debemos trabajar y enseñar a otros es una que está basada en una relación saludable, primeramente con Dios, con uno mismo, con la pareja y con los demás.  Una que  se caracteriza por ser un pacto en el que predominan el amor incondicional y la gracia para con todos, que en vez del control y la violencia, privilegia la afirmación y el empoderamiento de todos sus miembros y que así promueve el desarrollo de una intimidad genuina entre todos los miembros del núcleo familiar.  Solo este tipo de familia puede bendecir a otras familias en la sociedad como agentes de la gracia de Dios en la sociedad.  Son familias fundadas en el compromiso de un hombre y una mujer de ser un ejemplo visible del Nuevo Pacto de Dios con los seres humanos, de representar a Dios frente a los miembros de su familia, y de buscar su bien, aunque esto represente su sacrificio personal.

Al mismo tiempo, los ciudadanos cristianos debemos unir esfuerzos de manera proactiva en cada uno de nuestros países para que las políticas gubernamentales promuevan medidas que fomenten la equidad entre hombres y mujeres, particularmente en las áreas de educación y acceso al empleo, así como servicios de atención a menores sin familia.  No debemos quedarnos callados cuando las autoridades estatales abdican mediante salidas inmediatistas, como la legalización del aborto, su responsabilidad fundamental de proteger la vida y enfrentar los problemas sociales que afectan a la nación.  El arrancar violentamente la oportunidad de vivir a unos no puede ser entendido como la forma de promover la libertad de otros.

* Vilma Balmaceda – Representante de Advocates International para América Latina y Profesora de Ciencia Politica y Derecho Internacional de Nyack College, New York. Las opiniones vertidas no representan más que los puntos de vista personales de la autora.

Nota de Redacción: El artículo “¿Cómo responder frente a los ataques actuales contra la familia?” fue escrito originalmente por la Dra. Vilma C. Balmaceda para la revista de RTM UY N° 2, publicada en el año 2007. Derechos Reservados.

2 Comments

  1. viviana dice:

    Me parece muy importante que se hable, se publique, se debata, etc., sobre este tema. La familia, en el estado en el que se encuentra, se ha convertido en el origen de la delincuencia juvenil, del movimiento feminista y machista, de la nueva moralidad, y de casi todos los males de la sociedad. Los niños crecen abandonados, aún en familias pudientes, y muchos padres se preguntan que hay de malo en este mundo para que mi hijo/a haga esto o aquello, pero no miran para adentro de sus propias familias. La iglesia, en mi opinión, ha sido, y sigue siendo, una de las grandes impulsoras del machismo, la supremacía del hombre, etc., etc., (con nombres más “espirituales”, pero finalmente es eso) que en la mayoría de los casos, es la misma mujer la que transmite. Definitivamente, para que la familia cristiana pueda ponerse como modelo a imitar, debe propulsar grande cambios; y muy en particular debe volver a la Biblia, en particular al sistema de “el que quiera ser el primero, será siervo de todos, porque el hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir…”.

  2. sonia dice:

    ESTOY LEYENDO SUS ARTICULOS SOBRE LA FAMILIA,ES UN TEMA TAN DIFICIL DE SOLUCIONAR CUANDO UNA CASA ESTA DIVIDIDA,SOY MADRE Y ABUELA,ESTOY VIENDO DIARIMENTE LAS DISCUSIONES ENTRE MI HIJA Y MI YERNO POR CAUSA DE LAS NINAS,UNA DE 5 ANOS Y LA OTRA DE 7 ANOS,EL TRATA DE ENSENARLES BUEN COMPORTAMIENTO Y ELLA LAS CONCENTE QUITANDOLE AUTORIDAD AL ESPOSO DELANTE DE ELLAS,MUCHAS VECES LE HABLE PERO NO HAY DE PARTE DE ELLA BUENA VOLUNTAD DE ESCUCHARME,LOS DOS VAN A LA IGLESIA,YO TAMBIEN DESDE HACE ANOS,Y MI FUNCION ES PEDIRLE AL SENOR EN ORACION QUE REVIERTA ESTA SITUACION,ES EL UNICO QUE PUEDE HACER LA OBRA EN ESAS VIDAS,MUY INTERESANTES SUS ESCRITOS,LA SALUDA ATTE.SONIA.

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