La tenaz teofobia

“A través de la Biblia”
21 noviembre 2012
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22 noviembre 2012
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Por: Dr. Álvaro Pandiani

A principios del siglo IV d.C. un hombre llamado Eusebio, obispo de la ciudad de Cesarea, a partir de los libros del Nuevo Testamento y de muchos otros documentos que tenía a su disposición, algunos de los cuales aún se conservan y otros se han perdido, compiló y publicó una Historia Eclesiástica, obra en la que se registran los hechos y personajes que jalonaron los primeros trescientos años de historia de la Iglesia Cristiana. Por medio de Eusebio y su Historia Eclesiástica sabemos de muchos cristianos que brillaron por su entrega y sacrificio en nombre de Cristo, y también de muchos enemigos de la Iglesia, que de distintas maneras intentaron erradicar del mundo la “nueva secta”, fracasando sistemáticamente. Lo interesante es que Eusebio nos habla de un tiempo en el cual la Iglesia Cristiana no era una Iglesia Imperial, ni una Institución poderosa y dominante. Eusebio nos habla precisamente de los siglos de la Iglesia perseguida y subterránea, cuyos miembros se escondían en catacumbas y bosques, sin dejar de anunciar valientemente el evangelio a sus semejantes, y los cuales, cuando les era requerido el máximo sacrificio, el de la propia vida, la mayoría lo ofrecía con gusto, antes que renegar de Cristo. Eusebio de Cesarea nos habla de la Iglesia de antes del Concilio de Nicea, esa reunión eclesiástica en la que, según les gusta insistir a los ateos, se dio forma al cristianismo que conocemos ahora, y/o se seleccionó qué libros debían formar el Nuevo Testamento porque convenían a los intereses de la Iglesia, y/o se silenciaron e hicieron desaparecer otras fuentes que podrían “descubrir la gran conspiración” que el cristianismo tramaba para adueñarse de la humanidad (cualquier parecido con el Código Da Vinci y otras paranoicas teorías de conspiración eclesiástica es intencional, invento de ateos empecinados, o de hábiles mercaderes). Eusebio, un obispo pre-niceno, nos habla de una Iglesia pre-nicena, y proyecta su obra a los siglos por venir.

Sin embargo, la idea hoy es mirar un personaje mencionado en el Libro 2 de su Historia Eclesiástica, no cristiano sino judío. Para los cristianos, muchos personajes de Israel son también significativos y paradigmáticos por la experiencia de Dios que tuvieron, y la consagración de sus vidas al Señor; son personajes del Antiguo Testamento. Pero de quién habla Eusebio es de un judío que vivió y murió en el judaísmo, contemporáneo de Jesús y los apóstoles, que fue famoso maestro, versado en la Ley de Moisés y en la filosofía griega: Filón de Alejandría. En el capítulo 5 se menciona la embajada judía, encabezada por Filón, ante el emperador romano, para interceder por sus compatriotas de Alejandría. Según Eusebio, el mismo Filón “cuenta cómo se personó ante Cayo para defender las leyes patrias, pero únicamente obtuvo burlas y sarcasmos y poco le faltó para perder la vida en esta empresa” (Historia Eclesiástica; Editorial Clie, España; 1988; pág. 85). El emperador Cayo que menciona es nada menos que Cayo Calígula, personaje de triste historia a causa de sus excesos y su locura, y del sufrimiento y terror en que sumió a sus súbditos. En el capítulo 18 del mismo Libro 2, Eusebio dice que Filón “llegó a Roma en tiempos de Cayo, y se cuenta que su obra La tenaz teofobia de Cayo, a la que por su habitual ironía tituló Sobre las virtudes, la leyó a todo el Senado romano, en tiempo de Claudio” (pág. 108).

La tenaz teofobia es un título muy sugestivo, capaz de describir la actitud que en la actualidad adoptan muchas personas ante la fe cristiana, ante el anuncio del evangelio, y ante el discurso cristiano que opina sobre temas de interés e importancia, a veces de urticante importancia, para el individuo y la sociedad. Causa impresión la forma en que Filón describe la actitud de Calígula ante su planteamiento (que en definitiva consistió en defender la necesidad y el derecho de los judíos de vivir según la Ley de Dios): burla, desprecio, e incluso la amenaza de una reacción violenta que habría puesto en peligro la vida del embajador. Una respuesta que evoca de inmediato algo dicho por Jesús en Mateo 7:6: “No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen y se vuelvan y os despedacen”. Más allá de que en el tiempo en que Calígula reinaba, el evangelio cristiano ya estaba siendo predicado en el mundo, las leyes judías presentadas por Filón (una presentación seguramente fundamentada en la Palabra de Dios del Antiguo Testamento), eran perlas para semejante cerdo, y el emperador actuó como tal, demostrando lo acertado del dicho de Jesús. ¿Cómo reaccionan las personas ante el mensaje cristiano y la Palabra de Dios? Podemos esbozar posibles respuestas:

1) Aceptación y entrega total (“creo en ti, Señor, y en tus manos entrego mi vida”).

2) Frío asentimiento (“sí, yo creo en Dios… a mi manera”).

3) Indiferencia absoluta (………………….).

4) Rechazo displicente (“yo no necesito de Dios; tal vez otros sí, tal vez más adelante sí”).

5) Rechazo violento (“la iglesia que ilumina es la que arde, etc.…”).

La psicología define la teofobia como un miedo irracional y patológico a Dios (o a los dioses) y la religión. Sin embargo no parece ser ese el significado que quiso darle Filón de Alejandría a la teofobia de Calígula; esta teofobia tenía, en la mente del insigne filósofo judío, un significado religioso. La teofobia de Calígula consistía en incredulidad, burla, desprecio, y reacción agresiva contra el representante de la fe que defendía la misma. La teofobia de Calígula no era miedo, era odio, aborrecimiento y rechazo violento; además era “tenaz”, es decir, era obstinada, terca, intransigente, rebelde, incorregible, impenitente…

La tenaz teofobia describe muy bien una obstinada, intransigente y terca actitud de incredulidad, burla, desprecio, rechazo de la idea de Dios, fe y religión o espiritualidad. Rechazo que llega a la agresión verbal, al menosprecio y al insulto dirigido a los creyentes y a quienes predican su fe; y que llegaría a la agresión física si tal cosa fuera posible, a juzgar por la vehemencia y el odio contenido en las expresiones de personas que parecen aborrecer a Dios, y querer vengarse de Él.

Tal vez a nosotros nos parezca raro, pero en diferentes lugares hay no solo individuos sino también grupos organizados de ateos radicales que militan activamente contra la fe religiosa; a tal efecto, llevan adelante una propaganda anticristiana y atea, que niega la existencia de Dios, rechaza la historicidad de la persona de Jesús de Nazaret, ridiculiza la fe y procura desprestigiar a la Iglesia cristiana. Hace algunos años, en la serie Alexamenos venera a su dios mencionamos ejemplos de esto, y discutimos sus argumentos. En ese momento vimos que algunos tenían apariencia de seriedad, incluso una fachada académica, mientras que otros se expresaban en términos sumamente ordinarios, hasta groseros, injuriando la persona de Jesucristo, y por supuesto agraviando al creyente sincero, cuya fe era objeto de burla. Un ejemplo reciente de esta activa actitud teofóbica actual lo constituye un grupo llamados Ateos Americanos, quienes luego del terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo pasado en Japón, se dirigieron públicamente a “las personas” (siempre un público que constituyen un tercero neutral en este enfrentamiento virtual entre fe y ateísmo), instándolas a que “donen a organizaciones benéficas seculares en lugar de bufones religiosos”. Los “bufones religiosos” a los que se referían eran concretamente, y el presidente de Ateos Americanos dijo, el Ejército de Salvación (organización evangélica), y grupos católicos. ¿Por qué no donar dinero para las víctimas de la catástrofe en Japón a través de estos grupos religiosos? Según los modernos calígulas, porque parte de ese dinero se destinaría para la difusión de Biblias”. Aquí hay una confrontación de principios y puntos de vista. Los cristianos entendemos de inestimable valor tanto la difusión de la Palabra de Dios, la Biblia, como la ayuda material, sea alimentos, ropas o atención médica, para los menesterosos y las víctimas de un desastre. Pero según estos calígulas, la difusión de Biblias es una actividad de propaganda religiosa que ellos repudian visceralmente, y al denunciar que se destina parte del dinero a dicha difusión, casi sugieren una malversación de los fondos donados para los damnificados. Voceros del Ejército de Salvación respondieron que sus obreros trabajaron ofreciendo comida caliente y refugio a las víctimas; sin embargo, el presidente de los Ateos Americanos insistió en que los grupos cristianos lo que hacían era “impulsar la religión”, en vez de darle a los afectados la ayuda material necesaria. De una manera indirecta, el ateo acusaba de mentirosos a los cristianos.

Así reproducen la actitud de teofobia obstinada, focalizada en los cristianos; cristianos que ya estaban trabajando en el lugar de desastre, mientras estos señores, desde la seguridad de los Estados Unidos, desacreditaban el trabajo hecho por los creyentes.  Una postura básica de incredulidad, de negación de la existencia de Dios y del valor de la creencia religiosa en general (y la cristiana en particular); la burla que desdeña al creyente (“bufones” religiosos; es decir, payasos); el desprecio sobre las personas y su obra, arrojando dudas sobre el manejo de fondos, o aún sobre la veracidad de sus dichos. La reacción violenta, la irreverencia, la ofensa, el insulto, están a un paso.

La tenaz teofobia; el rechazo violento, el empecinamiento en negar, burlarse y desprestigiar la fe, y denigrar a los creyentes. Los diferentes artículos publicados en páginas cristianas, que abordan temas diversos relacionados con la espiritualidad, la salud, la cultura y otros tópicos de interés, reciben a menudo la visita de esta clase de modernos calígulas, que llegan a través de una búsqueda en la red, o que por un particular morbo visitan un sitio cristiano. Estas personas entran ensayado refutaciones vehementes a los principios y valores de la fe cristiana, salpicadas de afirmaciones de tipo científico (o seudocientífico), sin respaldo bibliográfico alguno, y sazonadas por epítetos injuriosos de diverso tipo (entre los que destaca el término “ignorantes”). En sus invectivas, además de presentar argumentos fácilmente rebatibles, el respeto brilla por su ausencia, y la ignorancia que nos adjudican a los cristianos a menudo saluda desde su lado, en lo mediocre de sus planteamientos, en la pobreza de sus expresiones, y hasta en los errores de sintaxis y faltas de ortografía.

Quizás si con respeto y urbanidad probaran a confrontar opiniones y creencias, como otros hacen, la pobreza y la chatura moral que exhiben pasarían desapercibidas, o incluso serían solventadas. En efecto, un cambio de actitud resolvería mucho. Porque acá de lo que hablamos no es de una cuestión de postura filosófica ante la existencia de Dios (fe versus ateísmo), para tildar de burros, mediocres o ignorantes a los ateos. Hablamos de una cuestión de actitud, de maneras adecuadas de enfocar el tema, de conducirse y reaccionar correctamente ante la postura del otro, de respetar al que piensa o cree distinto. Y hablamos, concretamente, de tener que soportar periódicamente a estos nuevos calígulas, y a su terca, obstinada, porfiada teofobia.

El apóstol Pedro escribe en su Primera Epístola: “… estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (3:15). Es bueno tener presentes estas palabras, porque en una confrontación de ideas, opiniones y creencias en la que estamos poniendo tanto acento en la actitud, debemos pensar, y tal vez revisar, nuestra propia actitud, nuestras reacciones, y lo que visceralmente nos sale cuando nos encontramos con un Calígula de estos. Más aún, si recordamos la negra historia de la Iglesia en su conjunto, en lo que respecta a intolerancia, persecución y atrocidades cometidas durante siglos por motivos religiosos, y en el nombre de Cristo. Saltando el largo y turbulento medio de la historia cristiana, debemos volver a los principios, a lo escrito en la Biblia. Y en cuanto a la actitud, cómo responder a los que “demandan razón” de nuestra fe y esperanza puestas en Jesucristo, traer a la memoria justamente esas palabras: mansedumbre (apacibilidad, suavidad, dulzura) y reverencia (cortesía, respeto, deferencia). Que a diferencia de las barbaridades cometidas en otros tiempos por quienes dijeron ser cristianos, y de nuestras propias reacciones que pugnan por explotar con violencia desde nuestro interior, cuando somos agredidos en lo más sagrado (porque seguimos siendo seres humanos), actuemos en forma apacible y respetuosa, con suavidad y cortesía, y demostrando por encima de todo el amor que Cristo nos mostró. En suma, que actuemos como cristianos.

* Dr. Álvaro Pandiani: Columnista de la programación de RTM en el espacio “Diálogos a Contramano” que se emite los días martes, 21:00 hs. por el 610 AM. Además, es escritor, médico internista y profesor universitario. (Adaptado del artículo homónimo publicado en iglesiaenmarcha.net, en mayo de 2011)

3 Comments

  1. Raúl Giudice dice:

    Hermano Dr. Pandiani: Lo felicito por su valentía y por la profundidad y seriedad de sus reflexiones. Lo que Ud. Denuncia es totalmente cierto. Sufro en carne propia las burlas de “ateos militantes” que no respetan lo que para otros es sagrado; tengo accesos de ira contra estas personas lo cual no es propio de nuestro Maestro que nos
    pide humildad y mansedumbre ni me justifico por esas reacciones que he tenido pero tienen una explicación bien clara.
    Te quieren imponer sin argumentos sólidos
    sus ideas, que aceptes los errores de las Iglesias, los
    manidos temas de las cruzadas, Inquisición, etc pero
    no quieren hablar de los totalitarismos genocidas comunistas , ni del jacobismo, no de que la revolución francesa termino en un océano de sangre.
    Parecen creer que los cristianos somos unos ingenuos que desconocemos todo el bien, inabarcable, inconmensurable que los cristianos han hecho en estos dos milenios.
    El estado laicista uruguayo es campo fértil
    para su accionar.
    Lo saludo como Francisco de Asís: Paz y bien!

  2. Juan Carlos Rubio dice:

    Dr. Alvaro Pandiani: He leído atentamente el artículo. Sería muy interesante plantear un debate público y abierto sobre lo que usted apoya y defiende, confrontado a lo que postula el Ateísmo, del cual soy un representante. Existe una visión muy deformada (a la que usted contribuye al menos desde este artículo) de “qué es el Ateísmo” o “que son los Ateos” y por supuesto, lo que los Ateos perseguimos o postulamos Quedo a su disposición. Cordialmente.

  3. Sembrador dice:

    Perdón, pero ¿y el artículo del rock?

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