Fútbol y Fe

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La celeste“Sabemos que con la Celeste nada es imposible”.

La rica historia de triunfos de la selección uruguaya de fútbol sumada al excelente proceso del mundial Sudáfrica 2010 y la posterior consagración como campeón de la Copa América 2011 forma un cúmulo de hechos que continúan alimentando el mito de la Celeste. Hoy con este slogan que subtitula nuestra editorial, una de las más importantes cadenas de supermercados regionales nos tienta con llevarnos al partido más importante del próximo mundial Brasil 2014. ¿Quién no quisiera estar allí?

Para una sociedad caracterizada por su secularismo y falta de fe en lo trascendente, ni que decir del sistemático olvido de Dios y La Biblia, la afirmación de que con “la celeste nada es imposible” es algo bastante contradictorio. La frase le asigna a esa camiseta y a quienes la visten un poder superior que según dice está basado en el conocimiento y experiencia de los logros extraordinarios del pasado, lo que le abre al uruguayo la ilusión de creer que es posible esperar una obra milagrosa de quienes participan del equipo; y que quienes se ponen esa camiseta celeste pueden adquirir ciertas cualidades especiales al mejor estilo de quien es tocado por una varita mágica. Es en definitiva, una declaración de fe religiosa.

Sin embargo, el slogan se olvida que si bien las hazañas deportivas de la Celeste han sido múltiples, otros tantos han sido los fracasos y decepciones que hemos sufrido durante décadas enteras y ¡vaya si también “sabemos” de ellas los uruguayos! ¿Será que queremos anular esa parte de los recuerdos en forma selectiva? Si fuéramos honestos deberíamos reconocer que esta es una fe frágil, sometida a los avatares de una actividad humana falible y cuyas esperanzas transitan por caminos inciertos. Es que se trata de partidos de fútbol, con muchas variables en juego y que hasta el más preparado y destellante de los equipos puede perder y quedar eliminado sin una lógica muy razonable en el momento menos esperado, pasando de la gloria y la exaltación a una humillación frustrante en cuestión de pocos minutos.

El slogan publicitario queriéndolo o no nos remite al capítulo 1 del evangelio de Lucas, cuando la virgen María recibió la anunciación del ángel Gabriel de que quedaría embarazada sobrenaturalmente. La lógica pregunta de María fue: ¿Cómo pasará esto, si aún no me he casado? El ángel entonces le explica que: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y para darle una evidencia empírica que legitimara su anuncio le dice que: …tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril… Y entonces viene la conclusión del mensaje:  …porque nada hay imposible para Dios.

María aceptó el desafío del anuncio confiada en la palabra y la evidencia que tenía de Dios. Una fe que no estaba supeditada al azaroso devenir de un partido de fútbol jugado por seres humanos limitados, sino que respondió basada en la confianza de quien conoce al Todopoderoso. Ella lo describe así:

Santo es su nombre, y su misericordia es de generación en generación a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre (Lc. 1:50-55).

Mi anhelo es que la selección uruguaya llegue a jugar el mundial de fútbol Brasil 2014, pero al mismo tiempo sé que SOLO para Dios nada es imposible. Lo declaran los seres celestiales, lo leo en La Biblia, lo he experimentado en mi propia vida y con esperanza verdadera me aferro a sus promesas. En definitiva lo “sabemos”. Lo demás… es puro cuento.

Esteban D. Larrosa

Director RTM Uruguay

1 Comment

  1. Cristina Bruzone dice:

    Lo afirmo: “para Dios nada es imposible”, lo experimento en mí.

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