Tambores de guerra santa – 4
2 agosto 2013“Mujeres de Esperanza”
5 agosto 2013El sociólogo y antropólogo francés Émile Durkheim (1858-1917) expresó que la tasa de suicidios aumenta a medida que disminuye la integración social. Y que cuando se debilita el “nosotros” se pierden posibilidades de una vida digna.
Cada 17 de Julio en Uruguay se rememora el Dia Nacional de Prevención del Suicidio. Y si bien hoy tenemos más información sobre las tasas de mortalidad, la prevención no ha resultado eficaz.
Anualmente se quitan la vida más de 500 compatriotas y como lo expresara el psiquiatra Dr. Pedro Bustelo, “cuando se suicida un uruguayo es un fracaso colectivo, porque ese individuo pidió ayuda y no supimos decodificarlo”.
En nuestro país los suicidios (16 por cada 100.000 hab.) superan a los homicidios (7 por cada 100.000), pero estos últimos parecen tener mayor impacto social.
La población que decide auto-eliminarse se halla en los dos extremos de la experiencia vital: jóvenes hasta 29 años y adultos mayores de 65 años. La mayoría son varones; en particular provenientes de contextos de pobreza.
El impacto que genera la auto-eliminación en el entorno del suicida es muy shockeante, quizá porque nos interpela a todos si quizá pudimos hacer algo al respecto y no lo hicimos.
¿Por qué en un país que progresa en lo económico pueden mantenerse tasas altas de desapego a la vida?
Los investigadores del tema opinan que lo que les decide finalmente al suicidio no es más grave que lo que sufren otras personas; lo diferente es el contexto personal en que lo viven.
Los factores de riesgo de la conducta suicida serían la depresión, angustia, soledad, aislamiento, marginalidad, desprecio social y la incomunicación.
Entonces, nos preguntamos: ¿cómo promover el apego a la vida en la población con riesgo suicida?
En los jóvenes debemos considerar que a menudo no buscan matarse sino terminar con sus problemas: “desaparezco y el problema se termina”. Adolescentes y jóvenes tienen dificultad para imaginar el futuro y por su poca experiencia de vida entran en callejones sin salida. Se sienten presionados socialmente y a veces desprotegidos por sus familias. Se retraen, se aíslan.
El consumo de alcohol y drogas también les expone al descontrol de sus impulsos.
Un buen diálogo e integración familiar les ayudaría a mantenerse apegados a la vida.
Y cuando la familia falla y el joven se ve en problemas, aún está Dios para ayudarle a reordenar su vida y hallar un propósito digno a su existencia.
En los adultos mayores que optan por el suicidio prima la desesperanza, la falta de expectativas, la soledad e incomunicación, a veces pobreza y precariedad social, incluso violencia intergeneracional. Pueden estar sufriendo enfermedades crónicas, dolorosas o incurables.
Esta población mayor va en aumento en Uruguay y en el mundo, por lo que se presume que los suicidios en esta franja etárea se incrementarán.
La cultura de hoy desprecia al anciano, le quita voz y lugar, lo destrata, lo violenta y le hace sentir que su vida no tiene sentido. Pero la premisa de Dios sigue en pie: “Ante las canas te levantarás y honrarás el rostro del anciano y de tu Dios tendrás temor”. (Levítico 19:32 – La Biblia).
¿Cómo puede el adulto mayor apegarse a la vida? Acercándose a Dios, reconciliándose con él e integrándose a una iglesia cristiana donde halle un lugar de pertenencia, valoración, una ocasión de servir, un propósito de vida, así como la contención afectiva y ayuda para sobrellevar sus cargas, que puede brindarle la familia cristiana.
Sin dudas que el materialismo, consumismo e individualismo han hecho mella en el entramado social y disminuido la integración con nuestro prójimo, como lo aventuró el sociólogo Durkheim.
Y es en este escenario que el diablo hábilmente introdujo la cultura de la muerte. “El diablo ha sido un homicida desde el principio” – (Juan 8:44 – La Biblia) Lo hace infundiendo desesperanza en el corazón humano y así le conduce a la depresión e ideas suicidas. Le induce a creer que puede disponer de su vida a su antojo, incluso ponerle fin.
También el diablo maneja el negocio de la muerte a través de las drogas, y en su camino muchos jóvenes y adolescentes han hallado la muerte.
Y es el mismo Satanás quien impulsa a los jóvenes a callejones sin salida como el sexo ilegitimo, conductas transgresoras, vidas desordenadas, etc. Todo ello puede conducirles a una crisis vital de difícil solución para su edad y surgirán entonces pensamientos suicidas.
Pero aunque las sociedades hayan cambiado y el entramado social siga deteriorándose, el corazón de Dios no cambia y sigue tendiendo su mano de ayuda y salvación al ser que sufre:
Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal;…; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia. (Deuteronomio 30:19 – La Biblia).
* Ps. Graciela Gares – Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 hs.
1 Comment
Excelente tema!,
si no comprendemos a los demás no se les puede ayudar…