Sacate los pantalones – 2

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pollerasArriba las polleras

Por: Dr. Álvaro Pandiani*

Pese a lo amplia que es la expresión registrada en Deuteronomio 22:5, pasaje bíblico que habla por igual de hombres y mujeres, la actitud en las iglesias cristianas evangélicas, en cuanto a esa cuestión tan espinosa del aspecto general, vestimenta y arreglo personal, y el tópico muy concreto del uso de pantalones, ha sido tradicionalmente mucho más restrictiva para la mujer que para el varón. A tal punto, que uno se pregunta si no hay aún en las congregaciones evangélicas y comunidades religiosas contemporáneas en general, un vestigio de la misoginia que en otros siglos impregnó a la Iglesia (o que aún la impregna), entendiendo por misoginia no simplemente la consideración de la mujer como inferior o secundaria en relación al hombre, sino un “concepto social que se utiliza para designar a aquella actitud mediante la cual una persona demuestra odio o desprecio hacia el género femenino” (www.definicionabc.com/social/misoginia.php#ixzz2e9vzDR9g). En cuanto a la mujer en el pensamiento religioso medieval, cabe leer las consideraciones de un teólogo de la Edad Antigua tardía, que influyó enormemente en dicho pensamiento religioso medieval, como lo fue San Agustín de Hipona; éste habría escrito, según misoginia-y-racismo.info/la_misoginia‎: “… es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer… No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños. Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones. Nada rebaja tanto a la mente varonil de su altura como acariciar mujeres y esos contactos corporales que pertenecen al estado del matrimonio”.

Este mismo artículo entiende que también el apóstol Pablo funda las bases de la misoginia de la Iglesia en el pasaje de 1 Timoteo 2:9-15: “Asimismo, que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia: no con peinado ostentoso, ni oro ni perlas ni vestidos costosos, sino con buenas obras como corresponde a mujeres que practican la piedad. La mujer aprenda en silencio con toda sujeción. No permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio, pues Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permanece en fe, amor y santificación, con modestia”. Claro, como este pasaje forma parte de la Palabra de Dios, uno se siente inevitablemente impulsado a profundizar en su interpretación; además, el pasaje bíblico citado viene muy a propósito de esta discusión, porque habla del “decoro” y la “modestia” en el vestir. Esto cae muy bien en este punto de la reflexión, pues los defensores de las polleras pretenden fundar su posición en lo “indecoroso” del pantalón en la mujer. Sin embargo vemos que Pablo, luego de recomendar el decoro y la modestia en el vestir femenino, a continuación desaconseja la ostentación de riquezas y lujos materiales; y casualmente, hasta el día de hoy es mal vista la demostración de opulencia por parte de personas religiosas o creyentes. Si seguimos leyendo, vemos que Pablo recomienda, en su lugar, obras de fe y caridad, y esto evoca un pasaje similar en la primera epístola de Pedro, comentado en la primera parte de esta reflexión, que aconseja poner la mira en lo espiritual antes que en lo material. En cuanto a lo siguiente, contraponiéndose a lo que este mismo artículo plantea acerca de que “en la Edad Media, a la mujer se le prohíbe el conocimiento”, Pablo invita a la mujer a aprender, bien que “en silencio” y sin dominar sobre el hombre, tal vez para no violentar en demasía lo socialmente aceptado en el Imperio Romano, algo similar a lo que hace el Nuevo Testamento al abordar otro tema espinoso como es el de la esclavitud. Es pertinente notar que, si bien hoy día a veces se habla de Jesús de Nazaret como un “revolucionario”, su revolución fue eminentemente “individual”, y los discípulos de Jesús no se comprometieron en ningún tipo de revolución social.

Continuando con el pasaje de 1 Timoteo, lo de que la mujer “se salvará” teniendo hijos (función exclusiva de la mujer, digamos), se acompaña de la manifestación de virtudes predominantemente espirituales. La “salvación” no está en tener hijos – la referencia a la salvación debería interpretarse de acuerdo al contexto de las Sagradas Escrituras al respecto – pues en tal caso las nulíparas se irían al infierno. La salvación de la mujer, que sea madre como lo fue Eva, estará en su arrepentimiento, fe, nuevo nacimiento y nueva vida virtuosa, al igual que la del hombre. Creo que esta es una sana interpretación de este pasaje bíblico.

Sobre lo que escribe Agustín, el sentido es bien diferente. Confieso que desconocía semejantes afirmaciones de uno de los principales “padres” de la iglesia antigua. Cuesta imaginar que quién escribió palabras sublimes acerca de su relación espiritual con Dios, fuera capaz de manifestar tal desprecio y repulsa hacia la mujer. Lo de las “involuntarias erecciones”, “caricias” y “contactos corporales”, sería incluso ridículamente cómico, sino sonara tan extraño en boca de un “santo”. Cabe también preguntarse cuánto influyó en esas consideraciones la propia experiencia de Agustín antes de su conversión; es sabido que él fue un joven de vida sexual sumamente licenciosa, y tal vez la abstinencia de su celibato definitivo, una vez clérigo, fue jalonada por duras tentaciones. Fueran estas expresiones la manifestación de la aversión que generaba en el santo su anterior vida libertina – aversión que lo empujaba hacia el otro extremo, como el alcohólico que una vez rehabilitado siente horror de probar una gota de alcohol – o fueran la confesión tácita de una debilidad persistente, focalizar en la mujer las luchas internas que en realidad se originaban en las flaquezas de su propia carne lo llevó a adoptar una actitud fuertemente misógina. Actitud que persistió a lo largo de toda la Edad Media, durante la cual los religiosos y los teólogos vieron en la mujer un instrumento del diablo para tentar al varón con las delicias de la carne, perturbando así la vida espiritual, devoción y santidad del hombre.

Sorprende, pero no sorprende encontrar que en la actualidad hay hombres en las congregaciones evangélicas que truenan contra el uso de pantalones por la mujer, aduciendo que visten indecorosamente, introducen el mundo en la iglesia, y así tientan a los hombres cristianos, no permitiéndoles concentrarse en sus devociones.

En esta forma de misoginia hay mucho de hipocresía. ¿Por qué? Porque la Biblia dice claramente que “cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido” (Santiago 1:14); y fue el mismísimo Jesús de Nazaret quién dijo claramente que “de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lujuria, la envidia, la calumnia, el orgullo y la insensatez” (Marcos 7:21, 22), y Él también dijo: “cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). En suma, el hombre es quién mira, es quién codicia, el hombre es tentado por su propia pasión carnal, y es quién adultera; el hombre es el que peca.

Se podría aducir, y se aduce, que la mujer podría – o más bien, debería – moderar su vestir para “no ser ocasión de tropiezo al hermano”. Este argumento merece algunas consideraciones. Primero, no deja de ser misógino, pues es la mujer la que debe “sacrificar” su aspecto personal – para algunos, debería ir vestida como en la Edad Media – para bien del hombre; y es también hipócrita, pues el hombre vuelve a focalizar en un tercero – la mujer – la causa de sus debilidades carnales. Además, en esta línea de pensamiento también el hombre debería moderar su arreglo personal para no ser causa de tropiezo a mujeres con flaquezas carnales; y no me estoy refiriendo sólo al resplandeciente aspecto de estrellas de cine de algunos predicadores y cantantes evangélicos.

En segundo lugar, hay hombres que profesan fe religiosa evangélica, pero son tan carnales que con sólo ver un tobillo o un dedo femenino comienzan a sufrir aquel tipo de “molestias” de las que habló San Agustín. Vamos a conceder que esos son casos extremos. Pero así como no desconocemos el alto contenido erótico de alguna ropa femenina, pensada para insinuar o directamente exhibir parte del cuerpo de la mujer, tampoco podemos desconocer que muchos hombres no necesitan ver mujeres vestidas así para sufrir severas tentaciones, nacidas de sus propias flaquezas carnales. La atracción que como hombres sentimos por las mujeres es natural, biológica, hormonal – así como la atracción que la mujer siente hacia un hombre, bien que la procesa diferente – y esto es bien distinto de “codiciar” a una mujer, seducido por las pasiones carnales que forman parte de la naturaleza masculina, lo cual ya constituye pecado. Y aunque hoy en día se desconozca la naturaleza a favor de otras opciones, los hombres cristianos experimentaremos ese tipo de atracción por las mujeres mientras nos corra sangre en las venas, y debemos aprender a vivir con eso; cómo enfrentarlo es la cuestión, si fortaleciendo la dimensión de la vida del Espíritu en nosotros, o pretendiendo que la mujer se oculte tras una sotana de monja medieval, para no ver el objeto del deseo. Huelga extenderse sobre cuál parece la opción correcta.

Tercero, la posición que recomienda “no ser ocasión de tropiezo al hermano” se pretende fundamentar en la enseñanza de Pablo en el capítulo 14 de la epístola a los Romanos. Éste pasaje bíblico sirve de orientación en asuntos en los que puede haber diferencia de opinión entre los cristianos. El capítulo toma ocasión en las distintas reglas alimenticias que seguían algunos cristianos de la Iglesia Primitiva (“uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, sólo come legumbres”; v.2), así como en la distinción de días (“uno hace diferencia entre día y día, mientras que otro juzga iguales todos los días”; v.5a). Las restricciones que algunos cristianos se imponían en cuanto a comida, bebida y diferentes días, tema que también sale en otros pasajes del Nuevo Testamento, pueden haber sido producto de pautas culturales propias, o incluso residuos de prácticas religiosas previas a su conversión a Cristo. Pero no hay pasajes del Nuevo Testamento que señalen una u otra práctica clara y positivamente como pecado. En todo caso, Pablo parece tomar tales restricciones como síntoma de inmadurez; esto es ostensible, cuando llama “débil” – débil en la fe – al que “sólo come legumbres”. Pero también es ostensible que aquellos cristianos primitivos que se autoimponían restricciones, pretendían imponerlas en otros; y si los otros no se atenían a esas restricciones, eran juzgados por los “débiles”. A su vez, los “maduros” tenían en poco a sus hermanos débiles, que se sujetaban a tales restricciones. Pablo les habla a ambos diciendo: “tú, pues, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo” (v.10). Si uno lee atentamente el capítulo, ve que el apóstol pone el énfasis, no en mandamientos positivos en u otro sentido, sino en el amor: “si por causa de la comida tu hermano es entristecido, ya no andas conforme al amor” (v.15a). En otras palabras, en diferencia de opiniones sobre asuntos que no constituyen claras transgresiones a los mandamientos de Dios, la guía debe ser el amor; lo que se espera de todos los cristianos es una actitud de amor, como está expresada en 15:1: “los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos”. Ante esto, tal vez alguno dirá: entonces las mujeres cristianas no deberían vestir pantalones; y no sería desatinado contestarle: pero los hombres cristianos deberían cultivar su propia vida espiritual, y dejar de importunar a las mujeres cristianas, tratándolas a veces como a una cualquiera. Porque el decoro y la modestia en el vestir no pasa exclusivamente por usar una pollera; ¿qué diríamos si una joven mujer fuera con una minifalda muy corta y apretada? ¿Qué pasaría con los “agustines”? ¿Es eso mejor y más recomendable que un pantalón elegante y holgado? Porque nadie dice tampoco que vistan calzas superajustadas. La sobriedad y el decoro, tan idealizados por algunos para imponérselo a las mujeres, pueden lograrse con cualquier prenda de ropa.

Está muy bien eso de “no ser ocasión de tropiezo al hermano”. Pero los hombres que aducen mojigatamente que la mujer de pantalones interrumpe sus santas devociones deberían recordar que Jesús de Nazaret también dijo una vez: “si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo, porque mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser arrojado al infierno” (Marcos 9:47). Así que, ya vemos hacia dónde en realidad debería dirigirse la cuchilla.

Cuanto mejor es, entonces, una actitud de profundo, genuino y sincero amor, en todos; un amor que mira por el bien del otro, sin abrumarlo ni atosigarlo (o atosigarla), y por supuesto que sin juzgar al otro (o a la otra), sino antes bien, procurando crecer espiritualmente para ser de bendición a todos cuantos nos rodean.

 

* Dr. Alvaro Pandiani: Columnista de la programación de RTM en el espacio “Diálogos a Contramano” que se emite los días martes, 21:00 hs. por el 610 AM. Además, es escritor, médico internista y profesor universitario. (Adaptado del artículo Arriba las polleras, publicado en iglesiaenmarcha.net, en octubre de 2013)

 

6 Comments

  1. omar dice:

    No me importa tanto lo que dice S. Agustín , Mahoma u otros, me basta saber lo que dice la Biblia sabiendo que es la palabra de Dios. y que hay una maldición para aquellos que quitaren o añadieren a ella, Ap. 22:18-19.
    Pensando en ello sigo diciendo con el apóstol Pablo que todo es lícito mas no todo conviene 1 Cor. 10
    Volviendo al tema de los pantalones, reitero que creo que su uso no esta mal, siempre que sea decoroso como las demás prendas de vestir tanto en mujeres como en hombres cristianos. Que el pensamiento de los hombres es malo, claro que sí Mat. 15:19 Y no es necesario ver mujeres vestidas indecorosamente para pensar mal es cierto, pero por algo dice en 1 Tim.2:9 “Las mujeres se atavíen de ropas decorosas, con pudor y modestia…” Sería muy bueno que las mujeres trataran de seducir a los hombres con su decoro interno mas que con su decoro externo.

  2. miguel dice:

    Cierto antes de confundir y convertirnos en piedra de tropiezo, deberíamos buscar en las primeras fuentes y obras de comprobada autoría de estos personajes. Y no volver a TRANSCRIBIR TODO como aparece en el Internet, donde ciertamente hay mucha Falsificación, para desprestigiar lo piadoso. Como el hecho de algunas mujeres con pantalones en una defensa misandria de todo lo que pueda oponerse a su cosmovisión (Lilithca) incluso el ser Uno con Jesucristo hombre, el Resucitado, he escuchado o leído tanta barbaridad como: dios madre, o un tratado de autoría neonazi sobre el “convertido” Pablo como infiltrado Judaizante, etc… Pero por la Gloria de Dios las verdades eternas siempre serán VERDADES y son ETERNAS.

  3. Verónica dice:

    He buscado en medios internacionales y no son pocos los que usan el mismo material que el Dr. Pandiani en su artículo. Incluso de Lutero usan frases que dan escalofríos, pero tal vez no son reales o fuera de contexto. Encontré en El Faro de Vigo (Galicia – España) lo siguiente:

    ————————————————————
    La mujer fornicadora
    Antonio Rico
    30.07.2013 | 09:20

    Días atrás hubo lío porque la tele pública ceutí emitió una charla en la que un imán dijo: “Las mujeres musulmanas, creyentes, que bajen sus miradas y que guarden sus bellezas o atractivos, y no muestren más adornos excepto los que están a la vista, que cubran sus pechos con sus velos”. “Dijo el profeta Mahoma: toda mujer que se perfuma y sale de su casa paseándose delante de los hombres que huelen su perfume, esta mujer es una fornicadora”.
    Como respuesta al imán, esperé a ver este domingo en La 2 el contraataque combinado de los programas judío, protestante y católico con fuego cruzado de su mejor artillería. Génesis 19, 8: “Los hombres de Sodoma querían violar a dos ángeles y Lot dijo… He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré afuera, y haced de ellas como bien os pareciere: solo a estos varones no hagáis nada”. Éxodo 21, 7: “Cuando un hombre venda a su hija como esclava…”. S. Pablo: “Las mujeres escuchen en silencio las instrucciones con entera sumisión. Pues no permito a la mujer enseñar ni tomar autoridad sobre el marido; mas estése callada”. S. Agustín: “Es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer… No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños”. “Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones”. Sto. Tomás: “En lo que se refiere a la naturaleza del individuo, la mujer es defectuosa y mal nacida, porque el poder activo de la semilla masculina tiende a la producción de un perfecto parecido en el sexo masculino, mientras que la producción de una mujer proviene de una falta del poder activo”. Lutero: “Las niñas empiezan a caminar y a hablar antes que los niños porque la maleza crece siempre más rápido que las buenas semillas”. “Si eventualmente se agotan y mueren, no importa. Que mueran dando a luz, que para eso están”.
    Pues nada, ni un tirito. Menos mal que las verdades eternas ya no son lo que eran.

    ———————————————-

    Habría que leer muy bien TODO el material de San Agustín y ver qué encontramos. Pensemos que era un libertino sexual antes de su “conversión”, no se , tal vez luego debió convencerse de algo para ser célibe o tal vez nunca dijo esto.
    Internet es cosa seria, porque hay mucho chanta, pero lo que me extraña es que son muchos los que usan esas frases… NADIE se puso a buscar la verdad en esto?
    No creo que ahora debamos hablar del “error” de la frase de este santo católico, lo medular e importante es el tema en si. Hecha la acaración por parte de Pandiani, sigamos reflexionando en lo que nos plantea y que todos conocemos y vivimos.
    gracias!

  4. miguel dice:

    Revise en De Trinitrate de San Agustin; Tratado sobre la Santísima Trinidad, en una versión en español con notas de Luis Arias. Y respecto la palabra Eva y otras…, la búsqueda electrónica en 943 páginas No encontró Ninguna coincidencia. Más encontré esto en la página 667 del Libro XII Capítulo VII titulado “Cómo el hombre es imagen de Dios. La mujer, ¿no es acaso imagen de Dios? Mística y figurada interpretación de aquella sentencia del Apóstol en que se proclama al varón imagen de Dios y a la mujer gloria del varón”; Y luego en el mismo capítulo la página 671 “Según, pues, esta renovación, nos hacemos hijos de Dios por el bautismo de Cristo, y, al vestirnos del hombre nuevo, nos vestimos de Cristo por la fe. ¿Quién hay que excluya a las mujeres de este benéfico concierto, siendo nuestras coherederas en la gracia, cuando en otro lugar el mismo Apóstol dice: Todos, pues, sois hijos de Dios por la fe de Cristo Jesús. Cuantos habéis sido bautizados en Cristo, os habéis vestido de Cristo. No hay ya judío ni griego, no hay siervo ni libre, no hay varón ni hembra, pues todos vosotros sois uno en Cristo Jesús?”, suficiente para decir de San Agustín no tenía sentimientos de misoginia como en la ciudad el hombre, sino como en la Ciudad de Dios (como en 1Timoteo2:9-15, Génesis3,11-20, Lucas20,33-35, Juan2,4 en su mejor traducción). (Puede también leer a San Agustín en el Capítulo IX de Las Confesiones). En fin en esta consecución de movimientos aplastando el anterior del último siglo, primero la liberación femenina, luego la liberación gay por los 86, y hoy la liberación lésbica (el ya no se necesita hombres), parece que persiguiera apologéticamente la leyenda hebraica de Lilith. Muy lejano a cualquier verdad piadosa revelada en el Evangelio y la Iglesia del Señor.

  5. Flaco Oriental dice:

    Dr. Pandiani: Quedé perplejo respecto a las supuestas declaraciones de Agustín de Hipona. Utilizando las herramientas informáticas revisé los escritos de las Confesiones y La Ciudad de Dios y la busqueda de palabras claves como “tentadora” “Eva” “mujer “erecciones” no proporcionó ningún resultado que lo relacione con esas frases dentro del texto. Algunas de estas palabras no aparecen. ¿Podría usted ayudarme a identificar en qué lugar se encuentran semejantes y terribles dichos del santo de Hipona? Miré el sitio web al que usted hace referencia y no da especificaciones de esas frases, no citan página de las obras de las que dicen que las toman.
    Muchas gracias.

    • Álvaro Pandiani dice:

      Estimado Flaco Oriental, gracias por su participación en el blog de este artículo sobre un tema tan difícil.
      Si usted se siente sorprendido por lo que se afirma que San Agustín dijo (o escribió), somos dos; o mejor dicho, somos tres, pues ya otro lector manifestó su asombro por lo mismo. De hecho, lo expreso en el artículo al confesar que desconocía tales afirmaciones de uno de los principales padres de la iglesia antigua. También es cierto que no leí todas las obras de San Agustín, ni menos todo lo que otros hayan escrito sobre sus enseñanzas.
      En cuanto a la fuente, es la que manejo, y es verdad que ellos no ofrecen cita bibliográfica; por eso me expreso con términos, tales como: “habría escrito, según”, “cuesta imaginar que… fuera capaz de manifestar”, y que lo dicho “sonara tan extraño en boca de un santo”. Sin embargo, revisé la redacción del artículo comprobando que desafortunadamente en otras partes parezco aceptar tácitamente que San Agustín sí dijo tales cosas. No fue esa mi intención.
      Con todo, caben dos consideraciones: una, que efectivamente la iglesia medieval fue fuertemente misógina; otra, dado que esto circula en la red, merece respuesta desde otro punto de vista. Y en esto último creo que es más importante la superior credibilidad de la doctrina bíblica que la reputación de un “santo” de la iglesia católica.
      En definitiva, el tema del artículo no es San Agustín, ni la misoginia en sí, sino la persistencia de la misma manifestada en las restricciones y obligaciones a que son sometidas las mujeres, en cuanto a su aspecto personal, en algunas comunidades evangélicas. Ese es el nudo de la cuestión.
      Cordiales saludos.

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