Política, religión y fe – 1

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politica y religionPor: Dr. Álvaro Pandiani*

2014, año electoral en Uruguay. Nuevamente. Y nuevamente nos acercaremos desde esta columna cristiana evangélica a dar nuestro parecer, a prestar nuestra voz para observar, comentar y aún participar en los temas de interés de nuestra realidad nacional, como cristianos evangélicos y desde una posición doctrinal y moral establecida sobre la Biblia. Como ya lo hicimos en más de una oportunidad en el pasado, y no sólo en año electoral, cuando la mencionada realidad requirió una opinión cristiana – afortunadamente no fuimos los únicos – Diálogos a Contramano regresa este 2014, y en este primer ciclo, que se extenderá por tres semanas, hablaremos de política, religión y fe.

Lo vamos a hacer rescatando conceptos ya vertidos en esta columna, y buscando aportar conceptos nuevos, tanto en lo que tiene que ver con la interna de las iglesias evangélicas y su posición ante la campaña electoral, aspecto del asunto que indudablemente saldrá a la palestra otra vez, como en la adopción de una posición como iglesia y como cristianos, una posición impregnada de los valores del reino de Dios, en temas que han estado y seguirán estando en el tapete, y que seguramente a lo largo del año volverán a ser una y otra vez centro del debate de ideas, posiciones, ideologías y aún decálogos morales y creencias, entre todos los uruguayos. Porque estamos en democracia, un sistema por cuya virtud el pueblo uruguayo irá este año a las urnas a dar su voto a los distintos actores políticos, cada uno de los cuales expondrá su particular modo de ver y su interpretación de la realidad social y nacional, presentará sus propuestas para cambiar y mejorar dicha realidad, y hará promesas en procura de obtener la adhesión de la gente. La gente, el pueblo, el destinatario quinquenal de todo el espectáculo político – mediático montado por los candidatos a los diferentes cargos de gobierno nacional y departamental, conforma un conjunto de diferentes extracciones socio culturales y económicas, así como de creencias y enfoques de vida, y un fenómeno interesante habido en los últimos años, en que la legislación oficialista votó y promulgó una tras otra leyes que atentaron contra la constitución tradicional de la familia y la sociedad – empezando por la de unión concubinaria, hace 7 años, la de identidad sexual, despenalización del aborto, matrimonio igualitario y legalización de la marihuana – un fenómeno interesante fue la aparición de actores sociales, y también gente común, manifestándose y opinando en contra de muchos de estos proyectos de ley (y no sólo representantes religiosos); todo esto, sin que al oficialismo se le moviera un pelo, y basta para ejemplo lo ocurrido con la legalización de la marihuana, la cual fue votada afirmativamente pese a encuestas que mostraban que más del cincuenta por ciento de la población estaba en contra de la misma.

Como expresamos en varias oportunidades, ha sido tradicional que muy pocos miembros de iglesias evangélicas participen en política partidaria, postulándose a cargos electivos. Durante muchos años prevaleció una suerte de “cultura del quiste”, un encerrarnos en nuestros templos para concentrarnos en los aspectos eminentemente espirituales de la vida individual y congregacional, y salir sólo a hablar del pecado que nos asedia por todas partes en el mundo, y de la única solución y respuesta en Jesucristo. Todo lo cual está muy bien y es correcto desde un punto de vista doctrinal, pero no es lo único que se puede hacer; ni está escrito en ninguna parte que sea lo única que se deba hacer. Personalmente, heredé la restricción a toda actividad extra – eclesiástica que se interpretaba tradicionalmente a partir de, por ejemplo, el pasaje de 2 Timoteo 2:4: “Ninguno que milita se enreda en los negocios de la vida, a fin de agradar a aquel que lo tomó por soldado”.  La inferencia parecía clara: la política es “negocio de esta vida”, por lo cual no había que meterse en eso, sino reservarse para hacer “la obra de Dios”. Esto modo de pensar sigue vigente en muchos creyentes evangélicos, si bien ha habido una apertura creciente en los últimos años; y no podemos olvidar que hay varios creyentes evangélicos, de distinta extracción política, que han ocupado y ocupan cargos en los poderes del estado, incluido el parlamento. Es que es legítimo entender por “negocios de la vida” todo aquello que no tiene que ver con Dios, o que nos distrae de cumplir con nuestro llamado, vocación o servicio recibido del Señor. Ahora, cabe que nos preguntemos si esa vocación de servicio al Señor, que en los hechos deviene en servicio al prójimo – y podríamos decir, servicio a la sociedad – no puede expresarse también como “actividad cuya razón de ser es alcanzar un fin preciso: el bien común (todo debe llevarse a cabo con el objetivo común de alcanzar la paz a través de métodos que no incluyan la violencia)” (http://definicion.de/politica/#ixzz2tcOpbsqG).

En línea con esto, también lo destacamos ya, las iglesias cristianas – tanto católica como evangélica – han tenido desde hace ya un buen número de años una resuelta participación política; casi me atrevería a decir que la Iglesia se ha visto forzada a incrementar su participación política, al opinar, debatir, e incluso en el caso del aborto, intentar enfrentar leyes que han legislado sobre moralidad pública y privada, forma de vida y costumbres, y familia, a extremos que el cristianismo bíblico ha debido considerar excesivos, por no decir escandalosos. De los resultados de la aplicación de esas leyes que, no obstante la oposición que levantaron, obtuvieron sus votos en el parlamento y se promulgaron, habla a las claras el progresivo y pronunciado declive moral de la sociedad uruguaya, palpable e innegable en lo que tiene que ver con diversos aspectos de la convivencia cotidiana – seguridad, educación, familia, salud, trabajo – sin que haya logrado hasta ahora revertir tal tendencia la dialéctica de los actores del gobierno, y el discurso de los intelectuales afines a la izquierda.

Los cristianos hemos hecho política, bien que no política partidaria. Desde múltiples tribunas públicas en las cuales hemos hecho oír la voz de aquello que una respetable porción de la población entiende son preceptos sobre familia y sociedad; preceptos que surgen de los valores del reino de Dios; valores sagrados, absolutos, eternos y vigentes, hoy más que nunca. Como dijimos antes, superando prejuicios tradicionales, y forzados por las circunstancias y el vertiginoso desarrollo de la realidad, nos opusimos a diversos proyectos que hoy son ley y regulan la vida del país. Porque los considerábamos extravíos, y los seguimos considerando así; porque creímos que podían lesionar severamente la salud moral y espiritual de la comunidad, y vemos tal aserto confirmarse día a día en la disgregación de la familia, en el deterioro de las instituciones que fueron señeras en nuestro país, como por ejemplo la educación, en el enrarecimiento de las relaciones interpersonales, signadas cada vez más por el egoísmo y la falta de solidaridad – a despecho del conocido eslogan sobre la solidaridad de los uruguayos – también en la violencia creciente manifestada en los hogares, en los escenarios deportivos, en centros de estudio, en los lugares de trabajo, en los sitios de recreación, y hasta en las calles; y también en el desprecio a la vida de los inocentes, cristalizado en los miles de niños abortados, desde que la nefasta ley entrara en vigencia, a fines de 2012. Nos hemos opuesto, y hecho así política, por creer en el potencial que tienen aquellos preceptos de la Palabra de Dios que tanto hemos mencionado, y el decálogo moral cristiano, con su consecuente aplicación en aras de la ética y para no caer en la hipocresía que tanto caracterizó en otro tiempo la religión cristiana y sus adeptos. Hemos creído que aquellos preceptos tienen el potencial de sanar un individuo, una familia, y también una comunidad.

Pero la participación política, en el corto o largo plazo, se transforma en política de partidos. Porque inevitablemente habrá coincidencias entre la prédica ética, doctrinal y apartidista del actor religioso que hace pública su exhortación específica contra aquello que entiende conducirá a su comunidad a la desagregación moral, y el discurso del político que, en base a convicciones filosóficas personales, entiende necesario combatir los mismos males. Ahora, así como no debemos olvidar que el discurso coincidente del político puede tener un fin electoralista, también es posible que la prédica pública del actor religioso sobre temas de interés común, sobre todo cuando son temas candentes, busque hacerse un lugar entre quienes acceden a cargos electivos que otorgan poder político. ¿Es esto malo, o está intrínsecamente mal? Depende del objetivo último perseguido; el interés y el bien común, o exclusivamente el beneficio propio. En relación a todo esto, hace unos años atrás decíamos que la participación del referente religioso, basada en la doctrina cristiana, debía alejarse del partidismo de connotación electoralista. Hoy no estoy tan seguro de eso. Al ver cómo los principios más sagrados sobre la vida y las relaciones interpersonales que los cristianos sustentamos son atacados, y nuestras ideas y creencias cristianas son discriminadas – baste ver para ello cómo algunos visitantes de los blog de opinión donde hemos expuesto nuestra visión, en lugar de discrepar desde el respeto, simplemente insultan, ridiculizan o nos “mandan callar” – impresiona que los cristianos deberíamos aspirar a discutir estos temas a otro nivel, para ya no sólo dar una respuesta, o establecer una posición, sino también para estar presentes en los niveles de decisión.

Ese sería ya, efectivamente, otro nivel en el relacionamiento entre el cristiano y la Iglesia, por un lado, y los gobernantes por el otro. Relacionamiento que el Nuevo Testamento estipula debe darse en términos pacíficos, y de sujeción del ciudadano a quienes están en lugares de autoridad (Romanos 13:1; Tito 3:1; 1 Pedro 2:13,14), sin descartar que el cristiano intente cambiar algunos aspectos de la realidad, en procura de lograr lo que entiende sancionado por los principios bíblicos, que considera superiores pues colaboran en alcanzar la dignidad humana y la mayor felicidad de las personas. Entendemos que el Nuevo Testamento nos recomienda la sujeción al gobierno, sin dejar la lucha por obtener la consideración de los postulados surgidos de nuestro sistema de fe, llegado el tiempo de proponerse, discutirse y votarse las leyes que rigen la vida de nuestro país.

Entonces, cristianos y política, ¿política partidaria?

* Dr. Alvaro Pandiani: Columnista de la programación de RTM en el espacio “Diálogos a Contramano” que se emite los días martes, 21:00 hs. por el 610 AM. Además, es escritor, médico internista y profesor universitario.

Política, religión y fe – 2

Política, religión y fe – 3

15 Comments

  1. Edmundo Arvelaíz dice:

    Bueno, entiendo que los puntos de vista son distintos. Solo me limito a pedirles perdón, seré un poco más equilibrado entre estos asuntos doctrinales.

    • JORGE dice:

      Bendiciones hermano Edmundo, bienaventurado por su actitud de humildad, no se trata de se mas equilibrado, siga siendo firme en sus convicciones bíblicas, sostenga lo que la palabra dice, la biblia dice no os amoldeis a este mundo, como dijo Pablo .. He peleado la buena batalla … he guardado la fe. Bendiciones, el que no está de acuerdo, amen, que escudriñe las escrituras.

      • elrusoperes dice:

        Muy bien, hermano Jorge, estoy de acuerdo, no debemos amoldarnos a este mundo; por eso debemos luchar contra el deterioro de nuestra sociedad, leyes inmorales, aborto, etc. en todos los ámbitos; sí, incluso, en el caso de algunos hermanos llamados a eso, en el terreno político.
        Dios le bendiga.

  2. Alex Alva Meza dice:

    Buenos días, soy peruano radico en la ciudad de Yungay en la departamento de Ancash. Les escucho vía web.
    En cuanto a la separación de las iglesias evangélicas, es casi común en todas las naciones, esto hace que la iglesia más poderosa que por su poder económico reine sobre los cristianos evangélicos, como lo corrobora la historia que para reinar hay que dividir (Maquiavelo).
    Los evangélicos deben basarse en el poder que Dios nos dio, antes de ser parte de los diálogos políticos deben buscar la sabiduría en oración y ayuno. Esto hará que sus opiniones sean asertivas y no subjetivas o sectarias.

  3. Jorge Espinosa dice:

    Que buena la expresión “evangélico anclado en el tiempo”, el Señor dijo .. por mi causa los vituperiaran…, nada ni esta expresión puede quitar la mira … puesto los ojos en Cristo Jesus … El dar espaldas a la comunidad entiendo dejar que Dios actue, no es por obra humana que se puede lograr nada, es por poder de Dios, todo sucedo por su VOLUNTAD, las leyes, etc. las decisiones que se toman es el cumplimiento de la palabra …. en los postreros tiempos el mal se multiplicará… Soy de Ecuador, aisladamente a sus elecciones, digo, “debemos ser evangélicos anclados en Cristo Jesús que intersede al Padre por nosotros, lo que nos toca vivir por las decisiones humanas que Dios permite, es parte del sufrimiento que nos toca como ciudanos del Reino, y nos toca predicar y pedir al Señor quizá tenga misericordia y pueda salvar a unos cuantos mas como lo hizo con nosotros. Finalmente, las opiniones se derivan de la mente (alma) es mejor opinar afianzado en la palabra del Señor (… nosotros tenemos la mente de Cristo, sabemos lo que El piensa, le agrada y desagrada, lo sabemos: por su palabra, si opinamos fuera del texto podría ser que corramos el riesgo de ser no nacidos de nuevo sino solamente religiosos que quieren darle haciendo las cosas a Dios.
    Bendiciones hermanos Uruguayos, clamen la VOLUNTAD DE SEÑOR. si no recibimos es porque no pedimos conforme a su Voluntad.

    • elrusoperes dice:

      Hermano Jorge, Dios le bendiga; gracias por su respuesta y opinión.
      Antes que nada quiero aclarar que soy cristiano evangélico; mi fe está puesta en Jesucristo, y aquellos que también tienen su fe puesta en Jesús son mis hermanos y hermanas en Él.
      Cuando me referí al hermano Arvelaíz como un “evangélico anclado en el tiempo”, no fue en un sentido despectivo, ni fue mi intención vituperarlo. La alusión fue a un modo de pensar de los cristianos evangélicos sobre política predominante en otro tiempo, que actualmente está cambiando paulatinamente; y no sólo en Uruguay, también en otros países.
      No me parece correcto tomar como vituperio la opinión contraria de otro hermano; si un hermano en la fe opina diferente a mí, debo amarlo como hermano, y no victimizarme como perseguido por mi fe. El vituperio de Cristo es otra cosa diferente. Hermano Jorge, la Palabra de Dios es una sola, pero las interpretaciones que le dan los hombres no siempre son las mismas. Fíjese, sino, usted le da un sentido positivo a eso de estar de espaldas a la comunidad, aduciendo que eso es dejar que Dios actúe; a mí eso me resulta insólito. También me resulta insólito decir que lo que nos toca vivir es parte del sufrimiento, y que las leyes y etc. es voluntad de Dios. No estoy de acuerdo con usted, así como usted no está de acuerdo conmigo.
      Usted preconiza el quietismo; quédense quietos, no hagan nada, dejen que todo se desmorone, que la sociedad y la familia se destruyan, pues eso ha de ser la voluntad de Dios. No, no estoy de acuerdo.
      El mismo Dios que dijo al pueblo de Israel: “estad quietos y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10), dijo también a Moisés: “¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen” (Éxodo 14:15). Entonces, hay momentos en que debemos orar y esperar, y hay momentos en que debemos orar Y ACTUAR.
      ¿No reclamó Jesús durante su juicio por haber sido abofeteado sin razón? (Juan 18:23).
      ¿Pablo, ante las acusaciones injustas de los judíos, no apelo al César? (justo ante el César, un hombre que se hacía adorar como dios; Hechos 25:11).
      Entonces, ¿debemos simplemente encerrarnos en los templos a orar, Y NO HACER NADA, aceptando todo como voluntad de Dios, como parte de lo que significa “llevar la cruz”, según usted?
      No estoy de acuerdo con usted.
      ¿No debemos decir nada, cuando en el último año en Uruguay más de seis mil niños no nacidos fueron asesinados, olvidando la palabra que dice: “libra a los que son llevados a la muerte; salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: ciertamente no lo supimos, ¿acaso no lo entenderá el que pesa los corazones?” (Proverbios 24:11)?
      No puedo estar de acuerdo con usted.
      Tenga la bondad de meditar detenidamente en todo esto. Y, por favor, no se ponga a pontificar, como dueño de la verdad. Debatamos honestamente a la luz de la Palabra de Dios.
      Muchas bendiciones del Señor para usted.

      • Jorge Espinosa dice:

        AMEN al asunto hermano. Todos compareceremos ante el Tribunal de Cristo. Que el Señor lo bendiga abundantemente.

        • elrusoperes dice:

          Amén, sí, yo también creo que todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Pero, ¿no contesta nada más? ¿O sea que se retira del intercambio de opiniones?
          Bueno, pues, que el Señor le bendiga a usted.

  4. Pedro dice:

    Dr. Pandiani: Todo bien, muy lógico y comprensible. Pero la verdad es que cuando me dicen que “la participación política, en el corto o largo plazo, se transforma en política de partidos” me espanto! Como la reacción de un gato al que se le paran todos los pelos de punta, porque uno quisiera que la iglesia de Cristo, no tenga los manchones de los intereses que constantemente dirigen las acciones de los políticos, incluso cuando se trata de defender temas relacionados con la dignidad de la vida, la familia y el matrimonio. Esa reacción no me la puedo sacar de arriba por más bien intencionada que pueda sonar esa participación política dentro de alguna bandería política partidaria.

  5. elrusoperes dice:

    Con todo respeto, me parece que Edmundo es el ejemplo claro de cristiano evangélico anclado en el tiempo, de espaldas a la comunidad y a lo que sucede en la misma, que motiva este tipo de artículos. Mientras el país sigue su marcha, y leyes inmorales se votan y promulgan, y todo se desmorona, este tipo de hermanos mantienen – y defienden – la conducta de limitarse a votar (para evitar la multa, tal vez), y luego otra vez a encerrarse en el templo. No puedo estar de acuerdo con eso.

  6. Edmundo Arvelaíz dice:

    Bien. El punto en cuanto a la política es interesante. Es bueno entender que todo lo relacionado a la política no es bueno para la iglesia. No señor, retirémonos de tal opinión, si quieremos participar en política solo hay que ir a votar y eso es todo y con eso es suficiente para dar nuestra opinión en cuanto a la política, pero para nada es conveniente que estemos en política porque eso nos desviará de nuestra rectitud de servir al Señor en muchas cosas dentro de la iglesia. Me conformo con solo usar mis pies para anunciar el evangelio a toda persona pero también, atender a los hermanos y hacer solo el bien a aquellos que están a punto de acercarse a Dios con dudas por lo cual hay que insistirles para apartarlos del fuego del infierno para que puedan ir a Cristo y salvar sus almas. Lo siento mucho, pero no estoy de acuerdo que la iglesia se meta en política a profundidad, sería interesante para aquellos que la comprenden pero aunque para el creyente eso sea igual lo mejor es que no vaya tan lejos y solo se límite al voto, después vuelvan a sus casas a orar a Dios o en todo momento y luego a hacer lo que siempre hacen en el Señor, LIMITARSE A OBEDECERLO A ÉL Y SOLO A ÉL. Les digo esto por su bien, no se molesten conmigo, solo les amonesto la verdad. Acuerdense que Dios siempre quiere lo mejor para nosotros. Los saludan con amor, un creyente y hermano en Cristo Jesús.

    • elarrosa dice:

      Edmundo: Gracias por tu comentario y recomendaciones. Como verás este artículo es el primero de una serie, en la cual publicaremos 3. En los demás, se tratan algunos temas que tu planteas y que lo hemos hecho desde otros ángulos en otras oportunidades. Por ejemplo, te recomiendo leer estos artículos en nuestro mismo sitio: El Pastor y la Política; Evangélicos y política, ¿Participación Política?, Evangélicos en Política – DECLARACIÓN de C.R.E.U; Paris bien vale una misa, entre otros. Por esos titulos podrás encontrarlos utilizando el buscador que se encuentra dentro de nuestro sitio al margen derecho. Creo que todo eso te ayudará a ver que no asumimos aquí una visión simplista del asunto, sino que intentamos disctuirlo a fondo desde diferentes ángulos.

    • Flaco Oriental dice:

      Edmundo: O sea que por lo que decís, el cristiano debe votar y luego olvidarse de lo que hacen sus gobernantes sin importar si aprueban leyes inmorales o cometen actos de corrupción. ¿Qué hay de todos los profetas del AT hasta incluso Juan el Bautista que se paraban y predicaban a viva voz contra los gobernantes corruptos y les señalaban cuál debía ser el camino correcto para sus decisiones? ¿Y que hay de Pablo predicandole a gobernadores, líderes políticos de su nación e incluso al César? Pablo, al presentarse ante ellos, cumplía el mandato de Cristo.

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