Noé: controversia y fastidio – 1

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noePor: Dr. Álvaro Pandiani*

Me pareció interesante y necesario comentar esta película, aunque ya hayan pasado unos meses de su estreno, por ser una versión cinematográfica del cataclismo bíblico que divide la historia del mundo antiguo en dos: una fase cuyo desarrollo nos trajo finalmente a la civilización actual, y un mundo antediluviano de duración incierta – ya que no adherimos a la cronología de Usher ni similares – en el cual los hombres desarrollaron formas de civilización acerca de las cuales el Génesis de la Biblia es muy escueto, y también lo son otros textos religiosos antiguos; un mundo antediluviano en el cual bien podrían caber todos los avances del conocimiento, la ciencia y la tecnología – y hasta incluir la galáctica Atlántida – que les gusta postular a los fanáticos de lo oculto, misterioso y esotérico.

Y después de verla opino, pero no como crítico – no lo soy – sino como espectador; un espectador en quién se había generado expectación por ver, no sólo el diluvio creado por los efectos especiales que los estudios de Hollywood son hoy día capaces de hacer, sino también para ver cómo se trataría una historia bíblica como la de Noé y el diluvio. La historia – que para muchos es leyenda – de un fin del mundo provocado no por guerras atómicas, asteroides que colisionan con la Tierra o invasiones alienígenas, sino por agua, mucha agua, esa misma agua que en la actualidad amenaza faltarnos; y administrado no por el azar, la mala voluntad de los hombres o por extraterrestres pendencieros, sino por el Creador, un Creador defraudado por la conducta caprichosa y malvada de sus criaturas.

“Vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos de su corazón sólo era de continuo el mal; y se arrepintió Jehová de haber hecho al hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Por eso dijo Jehová: Borraré de la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo, pues me arrepiento de haberlos hecho” (Génesis 6:5-7). Así planteado, el fin del mundo que Dios decidió ejecutar involucraba no sólo a la humanidad, gran responsable del desagrado del Creador, sino también a los animales, víctimas inocentes del pecado humano, que por alguna razón iban a llevar su parte de castigo en el propósito original de este apocalipsis del mundo antediluviano. ¿Por qué? preguntaría algún amante y defensor de los animales; ¿por qué no un castigo más selectivo, que alcanzara sólo a los seres humanos? ¿Y por qué no un castigo aún más selectivo, que alcanzara sólo a los humanos pecadores, y dejara libre a los justos? Curiosamente, la destrucción del mundo propuesta por Dios mediante el diluvio no afectaba – ni siquiera mencionó – a los animales marinos. Esto parece obvio, en una destrucción del mundo por agua, pero merece destacarse, en el contexto de las interrogantes planteadas. La devastación propuesta – todo lo que habitaba la faz de la tierra borrado como si nunca hubiera existido – evidencia la magnitud del pecado y la maldad de la civilización levantada por el hombre en aquellos tiempos, fueran cuales fuesen sus logros; tal maldad sólo era pasible de una destrucción total. Sin embargo, aún siendo tal la dimensión del cataclismo, que los animales marinos no estuvieran entre los objetivos a ser destruidos, y por lo tanto sobrevivieran – por lo que la destrucción no sería universal para el mundo – constituía un elemento de esperanza; el otro elemento de esperanza, más importante todavía para la raza humana, lo constituía el arca que Dios ordenó construir a Noé. Luego del veredicto pronunciado sobre la especie humana, tal como se lee en el pasaje bíblico del Génesis que reprodujimos, el escritor sagrado nos informa: “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” (6:8); y ese “pero” contiene esperanza, pues introduce la excepción a la sentencia: un ser humano sobrevivirá, junto con su familia, y con él la humanidad tendrá la oportunidad de un nuevo comienzo. ¿Por qué Noé halló gracia ante los ojos de Dios, y fue agente de salvación para otras siete personas emparentadas con él?

Las Sagradas Escrituras dicen que Noé fue un hombre justo – ecuánime, íntegro, honrado, incluso incorruptible – que caminó con Dios, es decir que gozó de una especial comunión con Él (Génesis 6:9). También que era un hombre de fe, pues “cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvaría” (Hebreos 11:7); este pasaje asimismo dice que por esa fe, Noé “condenó al mundo”. Esta aseveración, que la fe de uno pueda “condenar” a otros, es llamativa, pero tiene una explicación sencilla: la fe del que cree condena a quién no cree; entonces, lo que el escritor de Hebreos dice es que los contemporáneos de Noé no creyeron a Dios, quién había anunciado el cataclismo por venir, o no le creyeron al patriarca cuando daba razón de porqué construía el arca, o ambas cosas. Este punto es importante para compararlo con algo que se ve en la película. Pero el Noé bíblico, único digno ante los ojos de Dios de sobrevivir al fin del mundo, es paradigma de otros personajes posteriores que escaparon a una catástrofe, como Lot y su familia, librados de la aniquilación de Sodoma y Gomorra, o la ramera Rahab con su familia, salvados de la destrucción de Jericó. Más aún, Noé se ha vuelto un antecedente tipológico – o representativo – de Jesús, es decir, de Aquel por cuyos méritos otros pueden ser salvados, en este caso de la condenación eterna, y el arca de Noé en figura de la Iglesia, entrando a la cual los creyentes en Cristo están seguros, protegidos tanto de la maldad del mundo como de los juicios por venir, expresión de la ira de un Dios justo sobre la humanidad pecadora. Ese carácter de tipo – arquetipo, prototipo, paradigma de lo por venir, “sombra de lo venidero” (Hebreos 10:1) – y la evidente moraleja o enseñanza moral del relato del diluvio (a saber: Dios es infinito en misericordia, pero la maldad humana puede llegar a colmarle la paciencia, con desastrosas consecuencias para los seres humanos), como tantos otros relatos sumergidos en ese pasado remoto de los primeros capítulos del Génesis, llegados a través de la tradición oral, han proyectado la narración de aquel cataclismo al terreno de la leyenda, llegando a considerarse que relatos de este tipo tienen un exclusivo tono moral, sin base histórica alguna.

Esto demuestra el comentarista de cine del diario El País de Montevideo, cuando en el artículo sobre la película Noé hace algunas observaciones que exceden la crítica cinematográfica; dice: “Quienes creen en la literalidad de los once primeros capítulos del Génesis, y en su precisión histórica, pueden objetar con razón que la película no dice la verdad. Es difícil convencer a esa gente de algo que la mayoría de los cristianos (casi todos los católicos y buena parte de los protestantes) y naturalmente todos los no creyentes saben desde hace tiempo: que la narración bíblica es una revisión en clave monoteísta de tradiciones mesopotámicas más antiguas (en particular la historia de Utnapishtim, de La epopeya de Gilgamés), y que se trata en definitiva de una de las tantas versiones de una tradición extendida con variantes entre varios pueblos: el mito griego de Deucalión, el indio de Manu y otros. El objetivo de los escritores sagrados fue comunicar conceptos religiosos y no una historia de la humanidad primitiva” (www.elpais.com.uy/divertite/…/primitiva-version-mundo-comienzo.html‎). No cabe duda que la literalidad de los primeros capítulos del Génesis está sometida a revisión y debate desde hace mucho tiempo, y que su aceptación como documento histórico tiene que estar apoyada por la fe en la Palabra de Dios, más que en lo que la arqueología o la geología puedan decir concluyentemente hasta el momento, en este caso, sobre el diluvio. Incluso, en la propia literatura evangélica “seria” puede leerse cómo algunos estudiosos han postulado que el diluvio, bien que cataclísmico, no haya destruido la totalidad del globo terráqueo, sino sólo la Mesopotamia y zonas adyacentes (Diluvio; Nuevo Diccionario Bíblico. Ediciones Certeza. USA. 1991. Pág. 362-65). Sin saber exactamente de dónde saca el crítico que la mayoría de los cristianos (casi todos los católicos y buena parte de los protestantes) sabe esto – que el Génesis no es literalmente histórico – sí podemos estar de acuerdo en que el objetivo primordial de los escritores sagrados es comunicar “conceptos religiosos”, o más exactamente, un mensaje espiritual – la existencia y unicidad de Dios, y su interés constante en sus criaturas – y también un mensaje moral – ese interés también incluye el bien, el mal y la justicia, justicia que ese Dios velará por imponer y mantener.

Sin embargo, así como es verdad que el relato del diluvio también está presente en otras culturas primitivas de la Mesopotamia (tablilla sumeria de Nippur con el relato del rey Ziusudra; Épica de Atrahasis; Historia del Diluvio de la Épica de Gilgamés, en la cual aparece el nombre Nahmzuli, derivado de la raíz nhm, emparentada con el nombre Noé), así como en la mitología griega y la hindú, también leemos, concretamente en relación a los relatos sumerios, que “estos relatos cuneiformes evidencian semejanzas con Gn 6-9, hecho que se explica posiblemente por ser referencias a un acontecimiento histórico verídico” (op. cit.). En otras palabras, sólo quién se empeñe en restarle confiabilidad a la Biblia como documento histórico puede negar que corresponda a otra cosa que una leyenda el relato de un hecho, que también aparece en varias fuentes antiguas, correspondientes a distintas culturas y diversas religiones, relatos que tienen variantes y diferencias, pero también tienen semejanzas notables. Catalogarlo sin más como leyenda parece más bien nacido de una posición filosófica personal, de la necesidad de ser políticamente correcto, o del deseo de hacerle los mandados al racionalismo de la modernidad, o a la espiritualidad libre de reglas de la posmodernidad.

En cuanto a los estudiosos, en el artículo Barco muy grande y lleno de bichos (www.elpais.com.uy/que-pasa/barco-grande.html‎), también aparecido en relación a la película Noé y cuya base es un artículo del diario británico The Guardian, se nos dice que el profesor Irving Finkel, presentado como “el mayor estudioso del tema”, está “107% seguro” de que el arca nunca existió. Este erudito, que aparece en la foto mostrando una tablilla cuneiforme de tres mil setecientos años de antigüedad, en la que justamente hay instrucciones para construir una gran barca de tres mil seiscientos metros cuadrados de superficie, explica luego que en realidad el arca era una barca circular; se infiere entonces que lo que nunca existió es el arca clásicamente representada como un gran barco, algo obvio pues arca se refiere a un arcón, cajón o ataúd, no a una nave. Pero después el artículo dice “La tableta, sin embargo, es anterior al relato del Antiguo Testamento, por lo que Finkel confirma que la historia bíblica es la síntesis de una antigua leyenda cuyos primeros registros hablan de la historia de un alerta roja divina, un arca construida por un solo hombre, claramente anterior a la Biblia. Ese origen recién se descubrió en el siglo XIX”. Este argumento se repite, a veces como comentario editorial: que las fuentes de hechos similares a los relatados en la Biblia son anteriores a la misma Biblia; si el objetivo es restar confiabilidad a la Biblia como Palabra inspirada por Dios (como si se dijera: eso que dice ahí, ya otros lo habían dicho), es un argumento bastante simplista. En este caso concreto, el libro del Génesis es atribuido a Moisés, tanto por la propia Biblia como por la tradición; el Comentario Biblico Moody dice: “Sería difícil hallar un hombre en todo el período de la historia de Israel que estuviera más cualificado para escribir esta historia. Instruido en toda la sabiduría de los egipcios (Hch 7:22), Moisés fue preparado de forma providencial para comprender todos los registros disponibles, manuscritos y narraciones orales” (Pfeiffer, Charles; Editorial Portavoz. USA. 1993. Pág. 11); y agrega un poco más adelante: “Con mucha probabilidad, fueron muchos los registros orales y escritos disponibles, llegando hasta muy atrás en la antigüedad, que pudo examinar aquel distinguido erudito hebreo, cuya educación egipcia y cuyos estudios post-graduados en la región del Monte Sinaí le hicieron consciente de las corrientes significativas del mundo”. Puesto que Moisés vivió en algún momento entre los siglos 14 y 12 a.C. (las fechas no son exactas), es evidente que el registro bíblico es posterior a tradiciones orales e incluso documentos escritos, de los cuales se nutrió el escritor sagrado. Que dicho escritor sagrado haya contado con la inspiración plenaria del Espíritu de Dios para garantizar la certidumbre de que el texto constituía revelación divina, es un artículo de fe; pero eso no quita que, cuando los primeros hebreos comenzaron a poner por escrito las historias con las que alimentaban su fe y sus creencias, el relato de los orígenes del mundo, la vida, el hombre y la ascendencia de Israel, un relato acorde a lo que en ese momento podían comprender según la visión del universo que tenían, debieran recurrir a fuentes mucho más antiguas, registradas en tablillas, jeroglíficos u otras formas de escritura primitiva, o mediante la trasmisión oral. Esto es evidente en el caso del diluvio, un evento fechado tentativamente entre el tercer y el cuarto milenio antes de Cristo (www.answersingenesis.org/sp/articles/cm/v4/n1/noahs-flood‎; ec.aciprensa.com/wiki/Diluvio‎). No hay contradicción en esto.

* Dr. Alvaro Pandiani: Columnista de la programación de RTM en el espacio “Diálogos a Contramano” que se emite los días martes, 21:00 hs. por el 610 AM. Además, es escritor, médico internista y profesor universitario.

(Adaptado del artículo homónimo publicado en iglesiaenmarcha.net, en abril de 2014).

 

2 Comments

  1. Carlos dice:

    El cine, también conocido como el séptimo arte, es hoy al igual que, la música, la literatura, el teatro, la pintura, el deporte, la medicina, la informática, etc. , una industria más dentro del marco del mundo empresarial y del trabajo. Simplemente una industria más. Por ello no podemos desconocer que cualquier industria tiene intrínsecamente entre sus objetivos el generar riqueza financiera de modo que posibilite su sustentabilidad en el tiempo, por ello cuando hablamos de procesos y procedimientos industriales debemos considerar la interacción de diferentes parámetros la hora de cualquier análisis.

    Luego de comenzada la época industrial de la cinematografía la obra de muchos escritores fue llevada al cine con dispar resultado, como ejemplo de ello se podría mencionar algunos clásicos como Don Quijote, Los Tres Mosqueteros , El Cyrano de Bergerac o Bodas de Sangre. En el transcurrir del tiempo muchos cineastas se han embarcado en realizaciones de versiones de tantísimas obras literarias con el objetivo de convertirse en gran éxito de taquilla (objetivo primordial de la industria).

    En el caso particular del film Noé debo confesar que no he visto la película, por lo que intento entender el tema desde una visión más lejana.

    Mi criterio me dice que los cineastas deben de convivir con su profesión y con su vocación. Profesionalmente están “obligados” a intentar generar un producto de rentabilidad para satisfacer a su compañía productora, y paralelamente aspiran a dejar impresa su impronta artística en la obra. Ocasionalmente algunos directores logran obtener la simpatía de determinado perfil de público para su realización, en otros casos ello no se consigue pero lo que sí se obtiene es que se hable de la obra aunque mas no sea para expresar disgusto.
    Es muy común que Hollywood tome temas históricos o religiosos para transformarlos en películas de hazañas que exaltan lo épico y lo heroico, los realizadores las mezclan con un poco de romance, le añaden buena fotografía, buena música y listo!! Es una fórmula que le ha rendido muchos dividendos en el pasado y seguramente lo hará en el futuro. Obviamente que no siempre consiguen los resultados buscados y en algunos casos se producen fracasos estrepitosos que pueden hacer temblar a algún director. Desconozco si es el caso de la película Noé.

    Para finalizar, creo que no encontraremos algún film que transcriba a cabalidad lo que pretendemos. Creo que siempre existirán discrepancias de enfoque con el director de turno. Tantas discrepancias como rueda de cristianos interpretando La Biblia.

  2. DLB COMO SIEMPRE EL DR PANDIANI NOS ENSEÑA A COMPRENDER ESOS LAPSOS DE TIEMPO QUE HAY DE UN VERSICULO A OTRO MUCHAS GRACIAS ESPERO ESCUCHAR LA 2* PARTE BENDICIONES

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