La última sesión de Freud

“A través de la Biblia”
26 agosto 2014
Es demasiado grande el universo
26 agosto 2014
“A través de la Biblia”
26 agosto 2014
Es demasiado grande el universo
26 agosto 2014

ultima-sesion-freudPor: Ps. Graciela Gares*

Sigmund Freud (1856 – 1939) y C. S. Lewis (1898 – 1963) fueron contemporáneos. El primero fue un médico austríaco, fundador de la corriente del psicoanálisis, que revolucionó el pensamiento del siglo XIX. El segundo, un afamado escritor y brillante académico irlandés, creador de las Crónicas de Narnia, una obra alegórica sobre la eterna lucha entre el bien y el mal.

No sabemos si se conocieron entre sí, pero la pluma del escritor americano Mark St. Germain imaginó un posible encuentro y lo plasmó en una historia ficticia, que trasladada al teatro ha recorrido con éxito varias ciudades del mundo, como Londres, Madrid, Tokio, Rio, Los Ángeles, Estocolmo, México, Chicago, Nueva York y Montevideo.

La obra se titula “La última sesión de Freud” y su argumento plantea un hipotético encuentro entre el ateo confeso, psiquiatra y psicoanalista Sigmund Freud y el cristiano ferviente, C. S. Lewis.

Quizá no pocos cristianos y muchos que se dicen ateos podrían decir: ¡nos hubiera gustado ver debatir al paradigmático Freud con un creyente de la talla de C. S. Lewis!

El guión de la pieza teatral está redactado con humor. El encuentro se ambienta en 1939, en Londres, lugar de refugio de Freud en la etapa final de su vida. Eran tiempos de auge del nazismo y comienzo de la segunda guerra mundial.

Nos presenta a un Freud anciano, de 82 años, que se halla seriamente enfermo. Sufre por tanto durante la charla, dolorosos empujes del mal que padece (cáncer bucal).

Su interlocutor, el joven Lewis, de alrededor de 40 años de edad, está en la cumbre de su carrera académica.

El escéptico racionalista Freud invita al Prof. C. S. Lewis a su consultorio. Pero no lo llama para convencerlo, sino para que le explique por qué un brillante académico, había caído en la trampa de volverse religioso, abrazando ideas que para Freud eran mera superstición.

Es más, Freud no puede creer que una persona antes apasionada por el ateísmo como lo fue Lewis, se hubiera convertido al cristianismo.Además de discutir sobre la existencia de Dios, abordan temas difíciles como el amor y el significado de la vida, sin esquivar la violencia, la política, el sexo y la muerte.

En la pieza teatral aparece al frente el tradicional diván, a la izquierda el escritorio de Freud y detrás una muy nutrida biblioteca que ocupa toda la extensión de la pared.

En una esquina del escritorio se ven numerosas estatuillas, de buda, tótem, etc., lo que plantea de entrada una primera paradoja. El mensaje parece claro. Freud no cree en el Dios de los cristianos pero tiene sus otros “dioses”. En un momento del debate C. S. Lewis observará y hará notar ese detalle.

¡Cuántas veces hemos visto que quien rechaza al Dios del cielo acaba luego aferrándose a otros dioses ridículos! Algún fetiche para la suerte, la pachamama, la diosa del mar, el dinero, etc.

Como telón de fondo en la representación teatral, se escuchan los primeros alertas por bombardeos, pues Inglaterra acaba de declarar la guerra a la Alemania nazi. Suenan las sirenas antiaéreas, y ambos buscan apresuradamente las máscaras de gas.

Al oír por radio el discurso del primer ministro inglés, poniéndose en las manos de Dios al inicio del bombardeo, a Freud se le escapa una involuntaria invocación a Dios. Obviamente, esto genera hilaridad en el público, a la vez que nos hace reflexionar que en situaciones límites suelen tambalear nuestras certezas y podemos llegar a admitir lo que antes negábamos.

Luego Freud intentará ridiculizar la fe de Lewis refiriéndose a la inoperancia de Dios mientras Hitler proclama que aplastará a los judíos por voluntad de Dios. Lewis sabiamente le responde que “el hombre bueno sirve a Dios como su hijo, mientras que el malo (Hitler) sirve a Dios como su herramienta”. Ello sin duda nos recuerda el relato del profeta Isaías cuando decía: “El rey de Asiria, él es…la vara que uso cuando me enojo…lo mando atacar a un pueblo impío, a una nación que me ofende.” Pero luego agrega: “Cuando el Señor haya hecho todo lo que tiene que hacer en el monte de Sión y en Jerusalén, castigará al rey de Asiria”. (Isaías 10:5-12)

Y entre debates de este tenor continúa la obra teatral.

En la vida real, Freud y Lewis compartieron un pasado común: su pasaje por el ateísmo, aunque ambos habían nacido en familias vinculadas a lo religioso. Pero mientras Lewis pronto abandonó la postura atea, Freud la mantuvo hasta la muerte.

¿Quién era Lewis?

Clive Staples Lewis, crítico, académico y novelista inglés, nació en Belfast (Irlanda) en 1898, siendo criado junto a su hermano mayor en una familia religiosa. En 1908 falleció su madre y ambos niños fueron internados en un colegio en Inglaterra.

Lewis tuvo salud frágil durante su infancia, pasando por períodos de fiebre que le mantenían en cama, momentos que dedicaba a la lectura.

En su juventud combatió en la primera guerra mundial, integrado al ejército inglés. Allí conoció el dolor de ver morir a amigos suyos.

A los 15 años continuó su educación con un maestro en lógica pura. En esta época Lewis ya se había separado del cristianismo, llegando a interesarse aún en el ocultismo. A los 18 años ingresó a la Universidad de Oxford. Allí desarrolló amistad con colegas escritores como J. R. Tolkien (autor de El señor de los anillos) y George MacDonald quienes le influenciaron positivamente para volver a sus raíces cristianas.

En su libro autobiográfico “Sorprendido por la alegría” (1955) confesaría que en realidad en su ateísmo él estaba “muy molesto con Dios por no existir”, confesando que honestamente había tratado de no conocerlo.

“A aquel a quien yo le había temido finalmente me alcanzó. En 1929 me entregué, y admití que Dios era Dios, y me arrodillé y oré”.

¿Quién era Freud?

Había nacido en Austria en 1856, en el seno de una familia judía, siendo el mayor de 6 hermanos (5 mujeres y 1 varón). Nacido del segundo matrimonio de su padre, algunas biografías lo definen como el hijo preferido de un padre viejo. Su familia no era religiosa en sentido estricto y la postura de su padre se asimilaba a la de un librepensador.

Ante dificultades económicas de la familia, en su temprana infancia se trasladaron a Viena. Freud era tímido. Aún de grande sufriría de algunas fobias, por ejemplo, a los viajes.

A los 17 años ingresó a la Universidad de Viena para estudiar medicina, orientándose luego a la neurología. Se definía como un empirista sin Dios. Algunas de sus teorías sobre lo religioso describen la creencia en la divinidad como un mero deseo y construcción de la mente humana:

“El dios de cada persona psicológicamente resulta el padre transfigurado, es decir, nuestra experiencia vital con el padre la sublimamos y la proyectamos en la divinización paterna”.

Su miopía espiritual no le permitía entender que el Dios de los cristianos no es creación de la mente humana “sublimando” la imagen de un padre terrenal. Por el contrario, Dios ha existido eternamente y en algún momento creó al hombre a su imagen y le encargó la noble misión de oficiar de padre de una familia, mostrándose Dios mismo como el modelo de padre perfecto, que todo hombre debería imitar.

Como médico, Freud investigó propiedades de la cocaína como anestésico y se dice que también la consumió. Estudió hipnosis y método catártico para aliviar síntomas de algunas patologías como la histeria y la neurosis. Luego abandonó tales técnicas y creó el método psicoanalítico de asociación libre de ideas. Elaboró teorías revolucionarias y controversiales, como el Complejo de Edipo, atribuyendo origen sexual a ciertos desórdenes psicológicos y asegurando que el psiquismo humano sólo estaría orientado al logro del placer sexual. Sus postulados acerca de la sexualidad infantil fueron muy resistidos.

En cierto período de su vida se abocó a autoanalizarse.

Adicto a los cigarros (puros), desarrolló cáncer al paladar. No obstante ello, nunca dejó de fumar, mostrando el sesgo autodestructivo de su personalidad.

En su ancianidad, Freud emigró a Inglaterra debido al acoso de la persecución nazi a los judíos.

Previo a morir, habría pedido a su médico que le inyectara morfina para evitar la agonía. Así habría querido conservar el control sobre su propia vida hasta el final de sus días.

La personalidad de Freud nos impacta como oscura y terca, aunque dotado de una inteligencia privilegiada. Un texto bíblico lo definiría así: “Los necios piensan que no hay Dios” (Salmo 53:1). Y es realmente necio que un judío, perteneciente a una comunidad que recibió de primera mano la revelación de Dios, niegue su existencia.

Aún toda la naturaleza es una evidencia clara de la obra de un ser superior.

El intento de autoanalizarse de Freud nos conduce nuevamente al texto bíblico: “Nada hay tan engañoso y perverso como el corazón humano. ¿Quién es capaz de comprenderlo?” (Jeremías 17:9). Es presuntuoso y fatuo que el hombre pretenda auto-conocerse prescindiendo de la revelación de Dios sobre nuestra naturaleza.

C. S. Lewis, en cambio, nos impacta como un pecador honesto y sincero intelectualmente, que se dejó alcanzar y convencer por Dios.

Aunque se cree que el encuentro entre C. S. Lewis y Freud nunca ocurrió, la convocatoria de público que la obra ha tenido en diversas ciudades del mundo, hace pensar que existe un sector de público ávido de atender a los dilemas fundamentales de la vida humana: la existencia de Dios, el amor, el sentido de la vida, la muerte.

Según la crítica, la obra no da respuestas definitivas a los dilemas que plantea. Pero los cristianos sabemos que las respuestas últimas a las interrogantes humanas están en Dios y por eso se impone conocerle a través de Su Palabra, la Biblia.

En una época en que los medios de comunicación se empeñan en hablarnos de frivolidades y mostrarnos vanalidades, siempre habrá interés por temas trascendentes porque el alma humana tiene sed de lo eterno, tiene sed de Dios.

Por ello, sigue siendo pertinente la exhortación del apóstol Pablo a los cristianos de su generación: “Estén siempre preparados a responder a todo aquel que les pida razón de la esperanza que ustedes tienen”. (1ª Pedro 3:15 – La Biblia)

* Ps. Graciela Gares – Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 hs.

3 Comments

  1. ana dice:

    hola…Dios les bendiga a todos…..me parece maravilloso que sin haber visto la obra de teatro la psicóloga Graciela Gares, nos pueda mostrar un panorama tan vívido de lo que en Sala sucedió. Sin duda que le inspira el Espíritu Santo, pues El es quien nos guía a toda verdad. A Dios gracias existen programas como este que nos hacen sentir que el espacio y el tiempo desaparecen cuando la presencia de Dios es absoluta. Gracias a RTM y a este programa “Tendencias”…a mí en particular me gusta mucho y me es de gran bendición. mi abrazo fraternal para la hermana y mis felicitaciones a vuestro programa por enriquecernos tanto.
    Ana Cristina

  2. graciela gares dice:

    William, que lástima que la obra no llegó a su país.

    Dado que el guión está basado en el libro The question of God (la cuestión de Dios), le recomiendo ver el video sobre este libro. Lo encuentra en google escribiendo: Deus em Questao
    El video está grabado en inglés pero tiene leyendas en portugués al pie. Se entiende bastante.
    Este video es aún más profundo y rico que la pieza teatral.

    Dios le bendiga

  3. willian dice:

    como puedo ver la obra de teatro “la ultima sesión de freud ,vivo en Colombia y acá jamas la han pasado como o en donde puedo acceder a ella

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *