Cada cual su propio médico

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medico-propioPor: Ps. Graciela Gares*

Desde la psicología nos convoca toda situación en la que el ser humano pueda perder su libertad, su protagonismo o deje de asumir sus responsabilidades.

En alguna oportunidad señalamos con preocupación que sutilmente el Estado expropiaba a las familias la opción y el derecho de formar a sus hijos según sus valores, en materias tales como la sexualidad.

Ahora proponemos analizar cómo el individuo estaría perdiendo libertad y protagonismo en el campo del cuidado de su salud, ante la implantación de los llamados Sistemas de Salud que pretenden asegurar mejores niveles sanitarios para la población.

A instancias de la Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), los gobiernos de distintos países vienen implementando Sistemas de Salud que nuclean a todas las organizaciones, instituciones y recursos sanitarios disponibles en una comunidad, para optimizar la calidad de las prestaciones.

En Uruguay, el Sistema de Salud vigente abarca a los prestadores de servicios tanto públicos como privados.

Algunos datos del contexto sanitario actual son preocupantes. El 60 % de la población adulta en el mundo consume medicamentos, bajo la forma de pastillas sedantes, calmantes del dolor, para el reuma, alergias, diabetes, hipertensión o para combatir el insomnio. El consumo puede comenzar a edades tempranas, por ejemplo, en escolares medicados con Ritalina.

También Uruguay se ubica entre los países con alto consumo de medicamentos en la región, según el Ministerio de Salud Pública. El consumo superó en ocasiones al de países como Alemania, Reino Unido y Holanda (MSP, 2005 – El mercado nacional de medicamentos).

En 2013 la ONU emitió un alerta respecto al elevado consumo de analgésicos en los países desarrollados.

Uruguay tiene una de las tasas de médico por habitante más altas del mundo. No obstante, la demanda de asistencia sanitaria tiende a superar a la oferta, lo que pone en evidencia que el grado de salud de la población es deficiente. Los centros de asistencia médica se hallan a menudo sobrecargados por la demanda de atención de individuos de todas las edades. Ello deriva en demoras excesivas para obtener asistencia con especialistas, por ejemplo.

En este escenario, crecen las ganancias de los grandes laboratorios fabricantes de medicamentos, la industria farmacéutica, los laboratorios de análisis clínicos, los proveedores de tecnología médica, así como de la clase médica propiamente dicha.

Si nos retrotraemos en el tiempo recordaremos que nuestras abuelas y abuelos, que alcanzaron los 70 u 80 años de edad, apenas disponían de un médico familiar de cabecera y nada de la actual parafernalia de costosísimos equipos de diagnóstico o tratamiento. Ni pensaban en pagar mutualista, emergencia móvil o seguro de salud odontológica!

¿Por qué nosotros necesitamos tantos mecanismos de control sanitario y la omnipresencia de un médico en las distintas etapas de nuestra vida, aún desde antes de nacer? ¿Estaremos ante una necesidad real o creada? ¿Esto es un progreso o un retroceso?

Una respuesta primaria sería que los individuos de generaciones anteriores disfrutaban de mejor estado sanitario gracias a habitar en un planeta menos contaminado, con estilos de vida más naturales y menos stress.

Un segundo análisis quizá nos diría que se guiaban con una filosofía de vida y valores, derivados de la concepción cristiana, menos materialista y hedonista.

Hoy día, mientras los gobiernos de los distintos países de occidente organizan costosísimos sistemas de salud para brindar asistencia médica a la población, varios referentes han venido planteando la necesidad de que cada uno de nosotros se constituya en su propio médico. Y esto no es nuevo, ya Hipócrates hablaba del “médico interior” que todos llevamos dentro.

El afamado naturista y abogado Dr. Manuel Lezaeta Acharán (Chile) en el siglo pasado, y en la actualidad los Dres. Julio César Payán (Colombia) y Alejandro Junger (Uruguay), entre otros, promueven un mayor protagonismo del enfermo en el proceso de hallar la causa de su enfermedad y recorrer el camino hacia la salud.

A través de sus respectivas obras, “La medicina natural al alcance de todos” (Lezaeta), “Desobediencia vital” (Payán) y “Clean” (Junger), estos referentes buscan empoderar al paciente.

“Hay una gran necesidad de devolver el poder a los pacientes, para que se den cuenta de que en realidad son ellos mismos quienes están a cargo de su propia salud y bienestar”, afirma el Dr. Junger en su libro.

Esto no supone subestimar el conocimiento médico, ni renunciar a su asistencia poniendo en riesgo nuestra salud o nuestra vida. Pero sí estimula que cada paciente abandone el rol pasivo tradicional al que se le condena cuando se le aplican los protocolos médicos.

Es preciso que conozcamos bien nuestro organismo, que obtengamos información sobre los problemas de salud que padecemos, que participemos de las decisiones y aún podamos discutir las acciones médicas que se nos aplicarán, siendo protagonistas junto al médico en el proceso de recuperación de nuestra salud.

Quien enferma no desea ser un caso más en la larga lista de pacientes que a diario atiende un médico.

Asimismo, no le sirve ser tratado como “un caso de apendicitis” o “un infartado”, sino como una persona en cuya historia singular de vida la enfermedad expresa un conflicto a resolver y requiere ayuda y acompañamiento humano, y por qué no, espiritual.

Pero los Sistemas de Salud que se están implementando no contemplan estos extremos, ni modifican el poder hegemónico del médico sobre el enfermo.

Dejan intacto asimismo, el impresionante (y oprobioso) negocio de la industria del medicamento, cuyos intereses suelen incidir sobre la labor del médico.

Y aunque sectores importantes de la población mundial rechazan la medicina química por los innumerables efectos adversos de los fármacos, los nuevos sistemas sanitarios no ofrecen la opción de apelar a recursos medicinales naturales (medicina a base de hierbas, acupuntura, etc).

La “Estrategia de la O.M.S. sobre medicina tradicional 2000 – 2005” proponía facilitar la integración de la medicina tradicional y la medicina complementaria y alternativa en los sistemas nacionales de salud. No conocemos que eso ocurra en Uruguay.

Quienes discrepan con los sistemas sanitarios actuales proponen cambiar algunos paradigmas:

  • Rechazan el concepto tradicional de enfermedad, como algo que le sobrevino a la persona. Entienden que enfermar es más bien, un suceso vital, un proceso adaptativo individual mediante el cual el organismo intenta solucionar el conflicto que vive la persona.
  • A su vez, plantean un enfoque integral u holístico de la atención al paciente. Sostienen que no enferma sólo el cuerpo sino la persona total. Se impone por tanto, la escucha del paciente, analizando con él la experiencia vital que atraviesa para poder entender por qué enfermó.

Las epidemias, por ejemplo, son consideradas por el Dr. Payán como fenómenos colectivos de enfermedad, en el que un grupo social que vive un conflicto (malas condiciones de higiene, salubridad, desnutrición, etc.), reclama del Estado la debida atención social, económica o política. Deben analizarse las condiciones sociales que “habilitaron” la epidemia. El abordaje de este enfermar colectivo demandaría acciones médicas, acompañadas de medidas sociales, políticas, etc.

  • Se propone también un cambio de paradigma en la estrategia terapéutica. En lugar de luchar por suprimir los síntomas de enfermedad (fiebre, tensión arterial alta, alergia, tumoraciones, etc.), se debería adoptar un régimen de salud para que el organismo se armonice y deje de emitir síntomas.

El Dr. Junger, en su libro “Clean”, enfatiza la capacidad auto-curativa del cuerpo humano. Y ello habla muy bien de nuestro Creador!

  • Lo expuesto haría necesario reformular el vínculo médico – paciente, cambiando de una relación vertical de poder, a un vínculo solidario. Que el enfermo no sienta que le expropian su cuerpo y pueda decidir a qué tipo de exámenes se someterá y a cuáles no. Que conserve su autonomía y poder de decisión sobre su organismo.
  • El Dr. Payán enfatiza también que el nacer y el morir deberían des-institucionalizarse y volver a tener un cariz natural y familiar, recuperando su misterio. Nacer y morir en el hogar, con la debida asistencia médica.

Y que el cuidado paliativo no sustituya al abrazo y la intimidad familiar.

Por nuestra parte, como cristianos, abogamos por un Estado que garantice las mejores condiciones de vida y salud, ejerciendo mayor control y ejecutividad para protegernos de la toxicidad ambiental que nos invade, frenando y penalizando la contaminación del aire, la tierra y el agua, prohibiendo la venta de comestibles con sustancias tóxicas (colorantes, conservantes, emulsionantes, pesticidas, etc.), impidiendo la propaganda que ofrece alimentos tóxicos, etc. Un Estado posicionado como verdadero policía sanitario.

Abogamos también, por una ciencia médica que respete al cuerpo humano como una obra maestra de Dios y que se abstenga de agredirlo, intoxicarlo o mutilarlo injustificadamente, volviendo al precepto de Hipócrates, “curar sin dañar”. Una medicina sin Dios, difícilmente comprenda Su obra.

Reclamamos que la instancia asistencial incluya espacios de escucha, apoyo emocional y espiritual, a la par que una medicina para el cuerpo.

Finalmente, postulamos que cada uno de nosotros trate su propio cuerpo con la dignidad y atención que merece como creación de Dios. Conocerlo, respetarlo, cuidarlo, atender todas sus necesidades en tiempo y forma, nos permitirá mantenernos en salud y poder dar gloria a Dios con él, cumpliendo así el propósito con el que fuimos creados.

“Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los críe, los formé y los hice”. (La Biblia – Isaías 43:7).

* Ps. Graciela Gares – Participa en la programación de RTM Uruguay que se emite por el 610 AM – Columna: “Tendencias” – Lunes 21:00 hs.

2 Comments

  1. Sonia Aldama dice:

    Muy excelente! Estoy plenamente dr acuerdo . De hecho he comprobado en mi persona que porque un día en el que tuve problemas como todos y me subió la presión ya me declararon hipertensa y medicaron dr por vida, hoy por hoy ellos creen ( los médicos) que si lo soy y sin envargo cuidándome como mi propio médico yo no tomo drogas sino que cuido mi alimentación yprocuro en la medida en que puedo entrrgar mis csrgas al Señor. Y es lo mejor! Gracias por sus publicaciones .

  2. ana dice:

    me gustó mucho el comentario de la Dra, Psic. pues es obvio que las multinacionales de los laboratorios nos envenan cada dia con sus “remedios” siendo que Jesús dijo: ……QUE POR SUS LLAGAS FUIMOS NOSOTROS SANADOS…….” OK APODEREMONOS DE ESA PROMESA Y VIVAMOS CON PLENITUD LA FE CRISTIANA…. DIOS LES BENDIGA
    ANA

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