Buscando el camino con Alicia

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Alicia en el mundo de las Maravillas150 años después.

Por: Esteban Larrosa*

Cada generación debe enfrentar al gato de Cheshire y su enigmática sonrisa. Según Alicia, luce como un animal de “buen carácter”, pero también deja ver unas uñas muy largas y muchísimos dientes que impresionan. Por lo cual, lo mejor es seguir tratándolo con cautela y respeto.  Es un gato que no se sujeta a ninguna norma, pues aparece y desaparece a voluntad, no se inclina frente a ninguna autoridad pues no obedece al rey, ni espera que lo llamen para entrar. Evalúa y establece juicios sobre todos quienes habitan el extraño mundo al que pertenece y pretende conocer los eventos que vendrán.  Sin embargo, su sonrisa permanente sigue siendo una incógnita inquietante.

Alicia, al igual que todos los niños que están en transición hacia la adolescencia lo interpela buscando respuestas, mientras ella misma busca definir su identidad y evitar caer en la locura colectiva que gobierna ese país.

“Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?

-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar – dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio… -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes -dijo el Gato.
– … siempre que llegue a alguna parte – añadió Alicia como explicación.
– ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte – aseguró el Gato -, si caminas lo suficiente!”

Ante esa cuestión nos encontramos todos. Si no sabemos a dónde queremos llegar, no importará mucho el camino que tomemos, porque siempre andaremos sin sentido de propósito y dirección, eligiendo casi que aleatoriamente ante las encrucijadas a las que vamos siendo confrontados.

El gato de Cheshire no da respuestas reconfortantes, pero cuestiona inteligentemente. Es como esos agudos pensadores que miran desde cierta altura nuestro caminar y distraídamente cuestionan y sentencian, desnudando la falta de coherencia de nuestro sistema de pensamiento, pero dejándonos en la inconsistencia de una respuesta definitiva, pues terminan admitiendo (al igual que este rayado minino) que ellos mismos participan de esa demencia generalizada que denuncian socarronamente.

Esto no es nuevo. Diecinueve siglos antes que Lewis Carroll escribiera este diálogo que dejó desconcertada a Alicia, otra persona enfrentó una discusión de similares dimensiones con un grupo de hombres que estaba buscando certezas en una sociedad llena de contradicciones y opresiones.

Jesús le dijo a sus discípulos: “Ustedes saben el camino que lleva a donde yo voy.

Tomás le dijo a Jesús:

—Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?

Jesús le contestó:

—Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre. Si ustedes me conocen a mí, también conocerán a mi Padre; y ya lo conocen desde ahora, pues lo han estado viendo” (DHH).

Si hoy nos encontramos como “Alicia en el país de las maravillas”, miremos a Jesús. Él nos hace ver que nuestro anhelo por significado y propósito se haya más allá de la alienación con la que gira nuestro viejo mundo desorbitado. Se encuentra en un Dios que llegó para habitar entre nosotros, experimentando todos los problemas que a diario nos agobian, pero ofreciendo una respuesta esperanzadora. Solo en él sabremos qué camino seguir para salir de nuestra encrucijada existencial y llegar a los brazos del Padre Celestial quien quiere llenarnos de su paz en el ahora y proporcionarnos un destino eterno que supere la angustiosa barrera de nuestra futura muerte.

Sigamos la lucidez de Jesucristo quien nos mira con una sonrisa compasiva y nos tiende la mano para caminar junto con Él. ¡Animémonos! Elijamos transitar por el camino de la vida y la verdad!

*Lic. Esteban Larrosa – Director RTM Uruguay.

1 Comment

  1. jose berridi dice:

    Gracias Esteban por esta tan buena analogia y recordarnos de quien somos para resistir ante la siempre sutil presencia de aquel que ya fue vencido.

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