Maltrato y violencia al adulto mayor

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Leonardo Strejilevich, en el día mundial de la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez (15 de junio), realizó un análisis del papel de los ancianos en la historia que tomamos para nuestro programa sobre la violencia y maltrato sobre el adulto mayor.
El maltrato a los adultos mayores, es el trato indebido o negligente a una persona mayor por otra persona que le cause daño o lo exponga al riesgo de sufrir daño a su salud, su bienestar o sus bienes.

La violencia constituye una de las afectaciones más severas que ha venido azotando a la humanidad. Las distintas formas de expresión individual y colectiva de la violencia, los factores que la originan y las consecuencias sociales que generan hacen de ella un fenómeno complejo. Si bien los ancianos han sido venerados y respetados como personas por su vasta experiencia y sabiduría, el abuso contra los mismos se remonta al siglo XI antes de nuestra era, en la Mesopotamia y en algunas tribus del África del Sur y del Centro, eran sacrificados cuando arribaban a ese período de la vida.

La población adulta mayor seguirá aumentando su peso sociodemográfico hasta alcanzar las cifras de 25% a 30% de la población general en el 2050. Esto es verdaderamente alarmante si tenemos en cuenta que muchos países, como la Argentina, no están preparados para enfrentar una realidad de esta magnitud, que afectará en lo económico, político y social a las sociedades. Se trata de una transformación con consecuencias de todo tipo, entre ellas, el replanteamiento de nuestra actual forma de organización social, construida en torno a una población joven.

En el mundo actual hay una tendencia creciente a la violencia. En América Latina los países con mayor índice de violencia son en orden descendente: Colombia, Brasil y Panamá, donde se reportan anualmente más de 102 mil casos de extrema violencia, de los cuales un 38,00 % de los maltratados son adultos mayores. En Argentina y Chile este fenómeno se ha venido incrementando desde hace más de tres décadas; se estima que más de 33.600 adultos mayores sufren algún tipo de violencia dentro del seno familiar.

Las primeras publicaciones acerca del maltrato, abuso y victimización de adultos mayores en el ámbito médico aparecieron en el año 1975, cuando se describió en el Reino Unido el síndrome del “zamarreo del anciano” o Granny Battering, demostrándose además que era un problema substancial e invisibilizado. Más del 10 por ciento de la población actual del mundo supera los 60 años; se estima que aproximadamente un 10% de personas mayores de 65 años sufre algún tipo de maltrato.

Los paradigmas y los estereotipos negativos relacionados con la vejez como el viejismo constituyen actitudes aceptadas en nuestra sociedad que hacen del adulto mayor un ser tremendamente vulnerable al maltrato y al abuso. El adulto mayor se ve afectado por este problema social, el que se caracteriza por su invisibilidad y deficiente registro; la existencia de instituciones que no cuentan con sistemas de detección precoz o apropiada; así como también, la escasa comprensión de la dinámica de las relaciones violentas y de las experiencias de las personas mayores afectadas.

El temor de los adultos mayores frente a la violencia no es infundado. Los ancianos se encuentran en muchas ocasiones en situaciones de aislamiento e indefensión y, a menudo, la persona maltratante es un familiar cercano.

Los principales victimarios de los adultos mayores son sus propios hijos adultos con el 44.4%, los cónyuges 14.6%, pareja actual (afectivo y/o sexual) 9.7%, u otros familiares (nuera, yerno, etc.) 17%. Es necesario destacar que las edades de los hijos/as agresores fluctúan entre 26 y 45 años y son en un 68% varones. En el ámbito familiar el tipo de violencia que mayoritariamente se ejerce contra los adultos mayores es el maltrato psicológico hasta en un 95%. Siendo la agresión más frecuente los insultos (85%), humillación y desvalorización (66.3%), amenazas de muerte (40%), y rechazo no están exentos de la violencia física. Las bofetadas, empujones, puntapiés y puñetazos son las formas de agresión más frecuentes. La violencia familiar y sexual tiene como principal víctima a la mujer.

Los factores que hacen del adulto mayor una persona vulnerable frente al maltrato son la pérdida del rol social, la baja autoestima, los niveles de dependencia derivados de algunas patologías, los bajos niveles de ingresos económicos que los obliga a vivir con otros o a depender económicamente de ellos.

Hay factores que contribuyen al maltrato de las personas adultas mayores como la presencia de ciertas dinámicas familiares (violencia familiar, falta de comunicación, inversión de roles); la naturaleza y la calidad de la relación que se establece entre la persona mayor y quien le cuida en el entorno familiar; la descalificación, falta de reconocimiento a la sabiduría y la experiencia de las personas mayores de 60 años ( la sociedad tiene un culto muy elevado por la juventud y tiende a excluir y marginar a las personas mayores); la dependencia económica, emocional y física hace que muchas víctimas de maltrato no delaten a su victimario/a; esto los convierte en blancos perfectos para toda forma de abuso. Por otra parte, muchas personas de la tercera edad sienten temor a sufrir daños mayores si acusan a su agresor.

El abusador es por lo general la persona que “lo cuida” o vive a su lado, y puede ser un miembro de la familia, un vecino, amigo o el responsable de una institución. Para el adulto mayor lo más doloroso es que las agresiones provengan de sus hijos o nietos, a quienes ha contribuido a formar y en quienes ha depositado toda su esperanza de tener una vejez grata y equilibrada.

El ritmo de vida actual fomenta una forma violenta de interrelacionarse en la sociedad, y las familias como cualquier otro grupo social, no está exenta de alterarse, tornarse disfuncional y entrar en variantes relacionales victimizadoras.

A todo esto agreguemos la falta de políticas públicas, recursos sociales y de salud adecuados, pensiones y jubilaciones no acordes a las necesidades de la tercera edad, dificultades en el acceso a servicios, mal ejercicio e incumplimiento de leyes, todos los cuales se traducen en pobreza económica y en todos los aspectos negativos que no permiten el desarrollo personal de las personas mayores.
LA PREVENCIÓN DEL MALTRATO
A LAS PERSONAS MAYORES
EN UN MUNDO QUE ENVEJECE,
ES UN ASUNTO DE TODOS
Y EL RESPETO DEBE ESTAR
EN CADA UNO DE NOSOTROS

Por Leonardo Strejilevich, médico argentino nacido en Salta. Master en Gerontología Social de la Univ. Autónoma de Madrid. Periodista, científico, ensayista, ex docente de la Facultad de Medicina.  Publicó más de 100 trabajos científicos y es autor de varios libros.

¿Qué sucede en Uruguay?

Desde julio de 2013, Inmayores lleva adelante el Servicio de Atención a la Violencia Intrafamiliar dirigida a las personas mayores, que funciona en Montevideo y Zona Metropolitana. Este servicio tiene un servicio que atiende y da seguimiento a situaciones de abuso y maltrato hacia personas mayores para contribuir a la protección de sus derechos mediante la atención integral. El abordaje de las situaciones está a cargo de un equipo técnico interdisciplinario especializado en la temática, que brinda atención directa y proporciona asesoramiento psicológico, social y legal.

La implementación de un servicio de estas características es un paso fundamental en el abordaje de esta problemática y sus resultados no se acotan a las situaciones concretas que atiende, sino que significan un avance en el conocimiento del tema, en su visibilización y en la sensibilización de la sociedad toda. En el año 2015 se atendieron en el servicio 156 personas mayores, 21 de ellas comenzaron a atenderse en el año 2014 y continuaron haciéndolo en el 2015. Ocho de cada diez personas mayores atendidas son mujeres.

Esta información coincide con la mayoría de los estudios internacionales que encontraron un mayor porcentaje de mujeres en situación de violencia que de varones. Fuente: MIDES, DINEM en base a datos del Servicio de Atención a la Violencia Intrafamiliar dirigida a personas mayores de Inmayores, 2016. La principal vía de acceso al servicio fue a través de la concurrencia personal al local (57.4% de los casos). Quien realiza el contacto es, en casi tres cuartos de los casos (71.7%), una tercera persona. Tanto si consulta una tercera persona o si lo hace la propia persona mayor, se constata que son las mujeres quienes mayoritariamente realizan el contacto. Entre las personas mayores que realizan la consulta, las mujeres representan el 86%; y entre las terceras personas la cifra es del 78%.

El principal tipo de abuso o maltrato detectado es el psicológico (en casi la mitad de los casos), seguido por la negligencia y el abandono con un 21.7%. El abuso patrimonial y el maltrato físico se presentan en un 15.2% de los casos cada uno. Al realizar una apertura por sexo resulta que entre las mujeres el principal maltrato es el psicológico (47.7%) y en los varones también lo es, aunque con un peso menor del orden del 40.9%. En los varones la negligencia y el abandono aparece en el 36.4% de los casos frente a un 19.2% de las mujeres. Al indagar sobre el tipo de vínculo de quien ejerce el abuso y/o maltrato con la persona mayor surge que el hijo de ambos es identificado en más de la mitad de los casos (54.6%) como la persona que lo ejerce.

En segundo lugar pero con menor peso aparece la pareja del hijo (11.1%). Estos datos son también congruentes con diversos estudios que establecen que los hijos y la pareja son los principales responsables de las agresiones.

El abuso y el maltrato Pueden manifestarse de diversas maneras; puede ser físico, psicológico, sexual, patrimonial y/o negligencia o abandono. Por lo general los distintos tipos de maltrato no se producen en forma aislada, sino que suceden en forma simultánea. Maltrato físico uso de la fuerza física que daña la integridad corporal y puede provocar dolor, lesión y/o discapacidad temporal o permanente; y en caso extremo la muerte. Maltrato psicológico o emocional aquellas acciones que producen angustia, pena, estrés, sentimiento de inseguridad, baja autoestima, y/o atentan contra la identidad, dignidad y autonomía de una persona.

Abuso sexual cualquier acción de connotación sexual (gestos, palabras, caricias, manoseos, exhibición de genitales, violación) con una persona mayor sin su consentimiento, empleando fuerza, amenazas y/o engaño. Abuso patrimonial mal uso, explotación o apropiación del patrimonio por parte de terceros, sin consentimiento o con consentimiento viciado, fraude o estafa, engaño o hurto. Negligencia o abandono, incumplimiento voluntario o involuntario de las funciones del cuidado para satisfacer las necesidades vitales, como ser la higiene, vestimenta, administración de medicamentos, entre otros.

Contacto Dirección: Pernas 2461, local 301, entre Cabrera y Asilo. Horario: de lunes a viernes de 9:00 a 13:00. Teléfono: 2400 03 02 interno 4701. Celular: 098 846 943. Correo electrónico: servicioinmayores@mides.gub.uy
En este contexto es bueno recordar las palabras del salmista.
SALMO 71
Oración de un anciano

En ti, oh SEÑOR, me refugio;
jamás sea yo avergonzado.
Líbrame en tu justicia, y rescátame;
inclina a mí tu oído, y sálvame.
Sé para mí una roca de refugio, a la cual pueda ir continuamente;
tú has dado mandamiento para salvarme,
porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
Dios mío, rescátame de la mano del impío,
de la mano del malhechor y del implacable,
porque tú eres mi esperanza;
oh Señor DIOS, tú eres mi confianza desde mi juventud.
De ti he recibido apoyo desde mi nacimiento;
tú eres el que me sacó del seno de mi madre;
para ti es continuamente mi alabanza.
He llegado a ser el asombro de muchos,
porque tú eres mi refugio fuerte.
Llena está mi boca de tu alabanza
y de tu gloria todo el día.
No me rechaces en el tiempo de la vejez;
no me desampares cuando me falten las fuerzas.

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