“…para Dios somos grato olor de Cristo…” v.15
El olfato es uno de los cinco maravillosos sentidos con que nacemos dotados los humanos y los animales. Conocemos diversos casos de perros entrenados para usar el olfato para determinadas funciones: algunos para seguir algún rastro, otros reaccionan ante la presencia de drogas, ¡y hasta para detectar un cáncer por el olor de la orina del paciente! Sabemos si una persona trabaja en un taller mecánico automotriz o en una fábrica de perfumes por el olor impregnado en sus ropas o aún sus manos.
Se conoce un extraño caso: un joven chino estaba sumido en un coma por año y medio y despertó ante el olor de unos cuántos billetes agitados frente a él. Tal vez el extremo pueda estar en una funeraria que está creando un perfume especial para ser esparcido en sus salas de velación. Por su parte, en París (Francia), acaba de abrir un Museo del perfume que muestra todas las etapas de elaboración para la presentación de las fragancias más exóticas.
¿Qué querra decir San Pablo cuando habla del grato olor de Cristo? ¿Se referira a algún aroma especial que los seguidores de Él deberan usar? Más bien es el aroma (en significación figurada) de haber conocido a Jesús y experimentado Su compañía, al punto de que su conducta recta y limpia nos haya envuelto y la estemos mostrando en nuestra conducta. De esta forma estaremos honrando Su Nombre.
David J. Corvino, Uruguay