Recuerdos de una vida anterior
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15 marzo 2017
Lectura: Jeremías 31:1 – 7
“Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”. v.3
A través del Facebook circuló el significado de una palabra de origen Náhuatl que me gustó mucho: apapachar. Significa “dar cariño” y dicen que la clase culta de los Aztecas lo utilizaba con un significado más cercano y profundo. Para ellos el sentido era el de “acariciar el alma”.
Como cristiana que soy y que he experimentado el amor de Dios en mi vida, me encanta pensar que es posible que Dios, a través de Jesucristo, “me apapache” aquí en la tierra y algún día, según Su promesa, en la eternidad.
Nuestra vida espiritual le importa mucho a Dios. Nuestra alma necesita de Él para tener un sentido. La primera función del alma es la de dar vida al cuerpo y es la parte que nos acerca, o no, a Dios. El alma nos hace superiores al resto de seres vivientes, pero toma un valor eterno cuando voluntariamente se la damos a Dios para que sea Él quien la cuide, la moldee, la proteja y cumpla su función que es estar en armona con Su creador. El apóstol Pablo nos enseña en 1 Corintios 15:22 que el ser humano resucitará, en alma y cuerpo, porque la muerte no termina con el hombre, ya que Dios, cuando lo creó, lo hizo inmortal y si por el pecado la muerte entró en el mundo, por Cristo entró la vida.
¿Y tu alma, de quién es? Deja que Dios te apapache y sea Él quien acaricie tu alma a través de Jesucristo. Dale tu vida hoy.
Laury Rodríguez Jara, España