La paz perfecta
12 marzo 2017Hebreos 12.19 – Paretesanto 2
13 marzo 2017Lectura: Mateo 9:9-13
“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme.” v.13
¿Cuál es la mejor invitación que has recibido? Difícil de decidir, ¿verdad? Tal vez recuerdes la boda de una pareja muy querida, o aquella oportunidad cuando te ofrecieron un trabajo muy importante. Si alguna vez esto te sucedió, seguro que te sentiste emocionado o muy importante. Este pudo ser el caso de Mateo, el personaje de nuestra cita. Un judío que trabajaba para los romanos en el denigrante trabajo de cobrarles los impuestos tanto a los ciudadanos como a los mercaderes que usualmente pasaban por el pueblo. No tenían buena fama pues, al deducir una comisión de lo cobrado, subían el monto del impuesto y así abultaban sus ganancias. Por esta razón eran odiados por los judíos y tildados de estafadores. También se les acusaba de apoyar a los romanos. Pero un día Jesús le dijo: –¡Sígueme! y al obedecer su vida cambió por completo. Mateo lo dejó todo y le siguió de inmediato.
Este es un ejemplo de lo que puede llegar a ser una vida cuando decide seguir a Jesús. Él le tomó del despreciado cargo de cobrador de impuestos, con todas sus ilícitas implicaciones, y le dio el honroso puesto de ser uno de Sus discípulos.
¿Qué tal si Dios le llama ahora mismo? ¿Le seguiría con el mismo desprendimiento y celeridad de Mateo? O ¿expondrá sus excusas para no hacerlo? La invitación de Jesœs suele ser difícil y a veces dolorosa, pero siempre será la gran invitación que cambiará nuestras vidas y le imprimirá Su orientación y propósito.
Sigifredo Sabalza, Venezuela