Influencia del cristianismo en el arte – 2
13 febrero 2018Caballos de Troya
15 febrero 2018Lectura: Juan 4:5-15
“…Y Jesús le dijo: Dame de beber” v.7b
La solicitud que Jesús hace es muy natural, Alguien fatigado, hambriento, y sediento, cerca de un pozo, ¿qué más podría pedir?
Igualmente considero que la reacción de la samaritana es un asunto natural. Se sorprendió de que un judío estuviera dirigiéndole la palabra. Para entrar en contexto debemos entender que los samaritanos eran considerados impuros, pues eran el resultado de la mezcla entre judíos y gentiles. Eso era suficiente para que el judío, con la religiosidad encallada hasta los huesos, no deseara relacionarse con un samaritano. Más Jesús está allí. Sin importar la opinión de los demás, sin importar la condición o raza de esa persona, Él está allí.
Esto me hace pensar en las falsas barreras que como seres humanos tendemos a resaltar cuándo se trata de una relación con el Señor. Pensamos: no soy la clase de persona que Dios busca, Él no desea relacionarse conmigo siendo como soy. Y nos es difícil aceptar el hecho de que Cristo realmente desea tener una relación con nosotros, tal cual somos. A Él no le importa si nuestra condición es la más vil o sucia, no le importa cuál es la opinión que otros tienen respecto a nosotros, no nos juzga por nuestro pasado. Más si le importa nuestro presente y futuro, le interesa la sanidad de nuestra alma.
Ahora bien Cristo ya tomó la iniciativa, y sabiendo que en nosotros no tenemos nada de valor, quizás la mejor manera de responder a su deseo de relacionarse con nosotros es con un eco de la petición que Él hizo: “Dame de beber”.
Ronald Delgado, Honduras