Amor a toda prueba
20 marzo 2018Todos somos Pedro
22 marzo 2018Lectura: Lucas 19:28 – 40
“Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.” v.39
En muchos países de tradición cristiana, el domingo de ramos los vendedores de ramos de olivo se instalan frente a las iglesias. El domingo de ramos recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la cual no fue la primera vez que Jesús entraba en esa ciudad. ¿Por qué esta entrada fue especial, y concitó la aclamación de la multitud?
Porque el pueblo pensó que el Señor tomaría el reino de inmediato. Jesús tuvo dos tipos de recibimiento: una multitud que lo aclamaba como Mesías, porque creía que venía para reinar, mientras que para los fariseos, que no creían en Él como Mesías, el tumulto fue frustrante.
Sin embargo, esa multitud que lo recibió con gozo, sólo cinco días después lo rechazó y pidió su muerte. ¿Por qué? Porque esperaban un Mesías que los librara de los romanos, pero Jesús había ido a Jerusalén para morir por los pecados de todos. Entonces, la multitud no vio colmada sus expectativas.
¿Con qué expectativas vamos a Jesús? ¿Librarnos de un vicio? ¿Solucionar un problema matrimonial? ¿Sanarnos de una enfermedad? ¿Lograr prosperidad económica? A veces Jesús es presentado como el que nos libera de todos los vicios y problemas. Pero el mayor problema del ser humano es el pecado, que lleva a la condenación. Jesús llama al arrepentimiento y la fe para el perdón de los pecados. Cuando nuestros pecados son perdonados, venimos a ser hijos de Dios, y entonces Él nos ayuda en todas nuestras necesidades.
Álvaro Pandiani, Uruguay