Dame, hijo mío, tu dinero – 2
26 junio 2018Farenheit 451
27 junio 2018
Lectura: Jeremías 7:23
“Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.” v.23
En España tenemos un dicho: Hechos son amores, y no buenas razones. Se refiere a esas situaciones en las que, quizá, hablamos mucho, pero nuestros hechos contradicen lo que hemos dicho. En ese sentido, ante la diferencia entre hechos y palabras, solemos quedarnos con los hechos, porque son más difíciles de falsear. Al fin y al cabo, hablar es gratis. Pero no todo es tan sencillo.
Sin embargo, nuestro texto nos lleva a un nivel distinto. Dios recrimina que recibe holocaustos, y sacrificios, es decir, hechos, incluso palabras, pero el corazón del pueblo está bien lejos de Él. Más allá de las palabras, tan sencillas de pronunciar, más allá de las acciones, relativamente fáciles de llevar a cabo también, está el plano del corazón, al que solo Dios accede y que es el más relevante de todos.
A veces nuestro propio nos resulta incomprensible a nosotros mismos, como si nos fuera ajeno. Pero solemos saber perfectamente cuándo estamos lejos de Dios y con nuestras palabras y hechos solamente disimulamos lo que verdaderamente albergamos en nuestro fuero interno.
En cualquiera de los casos, Dios nos conoce y nos ve. Con Él no hay posibilidad de esconderse, para bien y para mal. Su mandato es claro y directo. Dicho de una forma parafraseada y con todo respeto, sería algo así como “Obedéceme y hazlo a mi manera, para que te vaya bien. Todo lo demás, me sobra”.
Lidia Martín Torralba, España