La necesidad de orar por otros

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De la sección “Renovando el Espíritu” del programa “Los años no vienen solos”.

Escuche aquí el programa:

Extractado del sitio: “Intercesores en acción”

Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velad en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas, y con denuedo hable de él como debo hablar.

Efesios 6:18

La necesidad de orar es evidente. Cuando nos despertamos, durante el día, cuando recibimos el alimento, cuando vamos a la iglesia, cuando ministramos a otros, cuando ayunamos, cuando nos congregamos, en la noche antes de dormirnos, cuando el Señor inquieta nuestro sueño, sentimos la necesidad de orar.
 
Orad sin cesar“-   1 Tesalonicenses 5:16

Cuando abrimos los ojos, nos damos cuenta del nuevo día, de lo que tenemos para hacer, de las personas que hay a nuestro alrededor. Las que amamos. Las que nos aman. Nos parece importante orar por nuestros familiares, a veces también por nuestros vecinos. Pero pocas veces recordamos, aunque sea por un momento, lo que sucede en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestra nación…o en el mundo. Tendemos a olvidarnos de las guerras, de los desastres generales, de los terremotos, de la violencia, de los cristianos que sufren persecución, de aquella maldad que carcome al hombre. De la terrible situación de millones de personas en el mundo.

Sin embargo, la Biblia nos exhorta a rogar por “todos los santos”, “por los reyes y por todos los que están en eminencia”, “por los enfermos”, “por los que os ultrajan y os persiguen”. “Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos, pues no es de todos la fe” (2 Tesalonicenses 3:1-2).

Miremos a nuestro alrededor, veamos más allá, la necesidad de un sinnúmero de personas es indudable. Los rumores de guerra, los ancianos, las mujeres y niños víctimas del apremio codicioso del hombre por ensanchar su poder. Oremos por todos ellos. Oremos por las naciones. Pidámosle a Dios por medio de Jesucristo y a través del Espíritu Santo misericordia.

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