El amor en Jimmy Liao
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30 noviembre 2018Lectura: Isaías 9:1-7
“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.” v.2
Mi padre criaba canarios cuando yo era pequeña. Recuerdo aquellos preciosos pajarillos de colores llamativos, un subido amarillo o un naranja vivo solían ser los habituales. Aún encerrados en sus jaulas, sus preciosos cantos llenaban de alegría la vivienda familiar. Sin embargo, recuerdo algo de aquella aventura de crianza, no tan agradable, al menos para ellos pensaba yo: cuando mi padre cubría las jaulas con una tela de modo que eran aislados de la luz del día.
Pasaban días, pero la voz de aquellas criaturas seguía sonando hasta que llegaba a parecer música celestial. Con el tiempo aprendí que el entrenamiento de los canarios macho consiste en mantenerlos en un entorno con poca luz, para que su concentración en el canto sea mayor; luego hay que exponerlos a la luz durante períodos cortos de tiempo, para que se vayan acostumbrando a cantar a la luz del día.
Nos cuesta comprender por qué ocurren ciertas cosas nada agradables, que nos sumergen en la oscuridad en muchas ocasiones: desengaños, problemas de pareja, bancarrota, crianza de los hijos, conflictos en el trabajo o el vecindario; la vida está llena de sinsabores. Pero también tiene muchas cosas hermosas.
Tenemos que aprender que, a veces, nos es necesario atravesar tiempos de oscuridad para ser perfeccionados en el amor de Cristo. Las situaciones difíciles nos ponen a prueba y nos pulen, nos hacen más humildes y más entregados al prójimo.
Beni Moreno, España