No seas escaso

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De la sección “Renovando el Espíritu” del programa “Los años no vienen solos”.

Escuche aquí el programa:

 

Extractado de Comunidad Cristiana “El Camino” de Bogotá.

 

Regocíjate, oh estéril, la que no daba a luz; levanta canción y da voces de júbilo, la que nunca estuvo de parto; porque más son los hijos de la desamparada que los de la casada, ha dicho Jehová. Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas“. Isaías 54:1-3

Sara anhelaba tener hijos. Lamentablemente, era estéril, y eso le producía un gran pesar. Además de que en su tiempo la esterilidad se consideraba una deshonra, existía otro motivo para su dolor. Ansiaba ver cumplida la promesa que Dios le había hecho a su esposo, al saber, que Abraham engendraría una descendencia que supondría una bendición para todas las familias de la Tierra (Génesis 12:1-3). Ahora bien, desde entonces habían transcurrido varias décadas, y todavía no eran padres. Sara había envejecido y seguía sin concebir ningún hijo. Puede que a veces se preguntara si sus esperanzas habrían sido vanas. No obstante, llegó el día en que su desesperación se tornó en gozo.

La angustiosa situación de Sara nos ayuda a comprender la profecía que se halla en el capítulo 54 de Isaías, en la cual se dirige la palabra al pueblo de Dios como si esta fuera una mujer estéril bendecida con la dicha de tener muchos hijos. Jehová manifiesta sus tiernos sentimientos para con su antiguo pueblo al representarlo como su esposa. Podemos imaginar la emoción de Isaías al pronunciar estas palabras y cuánto consolaría su cumplimiento a los judíos desterrados en Babilonia. Desde una óptica humana, no parecerá que vayan a repoblarla, tal como no es de esperar que una mujer estéril tenga hijos en la vejez. Pero a esta “mujer” le aguarda una gran bendición: será fructífera. Jerusalén saltará de gozo, ya que de nuevo rebosará de “hijos”, o sea, de habitantes.

¿Cuántas veces nos hemos sentido estériles en algunas áreas espirituales de nuestra vida? En esta ocasión el ejemplo de Sara y la profecía de Isaías son dos ejemplos perfectos para ponernos en situación. Creemos en un Dios tan grande, que tanto el tiempo, los años, nuestra edad o condición sea cual sea no son impedimento cuando nuestro Dios Todopoderoso es el que nos ofrece dejar de lado una vida espiritual de escasez.

Dios nos ha llamado al incremento, pero para ello necesitamos aumentar nuestra fe.

Isaías 54:2 nos dice: “Ensancha el sitio de tu tienda, y las cortinas de tus habitaciones sean extendidas; no seas escasa; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas.” Estas palabras se dirigen a la nación de Israel, como si fuera una esposa y madre que viviera en tiendas, al igual que Sara en un momento de desesperanza. La bendición de ver aumentar su familia hacía preciso el que ellos como pueblo aumentaran su confianza en Dios, ya que si oían y creían en su Palabra entonces se ocuparían de expandir sus hogares. El aumentar su fe los condujo a alargar las telas y cuerdas de las tiendas, así como asegurar en un nuevo emplazamiento las estacas que la sostenían.

Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás“. 2 Tesalonicenses 1:3

Hay muchos ejemplos bíblicos incluso de la boca del mismo Señor Jesús que nos permiten comprender que la fe tiene la capacidad de acrecentarse, pero el que esto pase está ceñido a nuestra disposición. En Mateo 14:29 al 32 encontramos un ejemplo claro de lo que hoy Dios trata de enseñarnos: “Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento“. Debemos notar que el Señor Jesús no le dice a Pedro: “hombre sin fe”, sino hombre de “poca fe”. Esto nos habla que en su discípulo había una medida de fe (con seguridad la que le permitió identificar a Jesús como el hijo de Dios) pero no la suficiente para explorar en ese nuevo nivel en el que quería caminar.

Filipenses 2:13 afirma: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.” Este texto nos ilustra que todo en nuestra vida proviene de Dios incluyendo esa primera medida de fe que nos permitió creer y confesar a Cristo como nuestro Salvador, pero el que esa fe aumente se cumple a través de la disposición que poseamos de oír la Palabra de Dios. Si realmente hemos aumentado nuestra fe entonces invertiremos abundantemente en acciones que expresan una fe viva.

Otra versión del texto bíblico expresa de esta forma el versículo de Isaías 54: 2: “Agranda tu casa; construye una ampliación. Extiende tu hogar y no repares en gastos.”

Dios los estaba retando a que no se contuvieran en ninguna manera en la inversión que harían en sus casas, porque entre más extravagantes fueran en el tamaño de estas, así sería el incremento que verían en los hijos del pacto. Todo aquel que expresara libertad en su presupuesto de construcción debía estar listo a recoger una gran cosecha.

Al salir él para seguir su camino, vino uno corriendo, e hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre. Él entonces, respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud. Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones“. Marcos 10:17- 22

Jesús le estaba proponiendo al Joven rico que invirtiera una fortuna perecedera para obtener una eterna, sin embargo el prefirió quedarse con su pobreza. Hay quienes a pesar de que Dios nos está expresando su deseo, decidiremos quedarnos en nuestra escasez y no pasar a un nuevo nivel en donde Él incremente todas sus bendiciones en nuestra vida. Si este año deseamos tener más Palabra, más poder, y más fruto tenemos que replantear la inversión que hasta ahora hemos hecho en el reino de Dios, porque si estamos dispuestos a vivir bajo las mismas acciones recogeremos la misma cosecha de siempre. Con este palabra el Señor está retándonos. Él nos está diciendo: “no repares en gastos, invierte abundantemente tu tiempo, dame más de ti”.

Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará“. 2 Corintios 9:6 . 

Si deseamos ver el incremento del que Dios nos habla no podemos ser escasos, hay que colocar todo lo que somos y tenemos sin temor en sus manos. 

 

Este es un año para orar más, leer y meditar más en la Palabra, ayunar más, congregarnos con diligencia, servir más, anunciar el evangelio, ser más generosos en todo.

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