“…todos mis caminos te son conocidos.” v. 3
Participando de una reunión en el recinto de un hotel, al aparcar el furgón que llevaba, toqué a un coche allí aparcado. La videocámara instalada en el hotel grabó este suceso y el subdirector me llamó para arreglar el asunto con la compañía de seguros. Este incidente quedó grabado por la videocámara verificando que yo había sido el causante y culpable del daño.
Así es en nuestra vida, todo lo que vivimos y hacemos queda grabado delante de los ojos del Señor, como una videocámara perfecta y nada le es oculto.
Nuestros pensamientos y acciones están delante de Su presencia y no podemos ocultar nada. David lo expresaba en el salmo 139 de forma muy gráfica: “Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” (v. 2, 3 y 7).
¿Cómo conseguimos que la luz de la “videocámara”, muestre nuestra vida limpia, sin roces ni manchas? Sabemos que el poder infinito de la Cruz puede hacerlo, poder eterno, trascendental, incalculable, inmenso, pero cercano y a nuestro alcance.
Necesitamos poner nuestras vidas bajo la luz de Dios, bajo el amparo de Jesucristo y de su sacrificio en la cruz, recibiendo el perdón que nos limpia de pecado y que hace nuestras vidas transparentes sin necesidad de ocultar nada. Qué gozo es tener el poder de la sangre de Cristo que nos limpia completamente y nos da una perspectiva nueva de la vida. No hay ningún pecado que Cristo no pueda quitar.
José Luis Briones, España