“Mas yo en tu misericordia he confiado, mi corazón se alegrará en tu salvación” v. 5
En la vida no todo es color de rosas, como suele decir el proverbio popular; la verdad es que la vida está llena de interrupciones, inconvenientes, frustraciones y eventos inesperados que nos toman por sorpresa. Por ejemplo accidentes, se descompuso el vehículo cuando más lo necesitamos, o planificamos alguna salida con la familia y ocurren cambio de planes, y a veces noticias tristes que rompen el corazón, como una enfermedad terminal de un ser querido. Recibimos noticias tristes que producen lágrimas.
Como creyentes en Dios, como cristianos, ¿cómo tomamos los cambios de planes de Dios para nuestras vidas? ¿Cómo asimilamos las pruebas que nos tocan vivir? Muchas veces no sabemos aceptar las interrupciones o cambios de planes; nos frustramos, nos enojamos con la familia, con los hermanos de la iglesia y hasta culpamos a Dios de estas circunstancias. Actuamos como niños malcriados, como niños que todo lo que pedimos, Dios nos lo tiene que dar y a nuestra manera.
Entonces, ¿cómo podemos decir que creemos y confiamos en Dios si al primer cambio de planes ya actuamos en forma infantil? Debemos aprender que cuando nos toca vivir estas interrupciones en nuestras vidas, Dios tiene el control absoluto de toda la situación que nos toca atravesar. Dios no desconoce el sufrimiento o necesidad que atravesamos, sino que nos da la oportunidad de aprender a centrarnos en Su palabra y a confiar en ella. De hecho todo lo que nos sucede en esta vida Dios lo utiliza para que aprendamos a confiar más en Él.
Pablo Tufari, Paraguay
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Amén