Eclesiastés
20 enero 2020La nueva vida
21 enero 2020Lectura: Salmos 119:9 – 16
“En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” v. 11
Durante años fui a campamentos y retiros espirituales donde como representación de arrepentimiento y deseo de consagración a Dios, nos hacían escribir en un papel nuestros pecados y tirarlos a un fogón, como renuncia simbólica al pecado e inicio de una nueva vida triunfante y próspera. Otras veces pasábamos al frente del altar, mientras el predicador, con suave música de fondo, hacía un llamado a la rededicación espiritual. Tristemente, a las dos semanas de pasado el evento, todo seguía igual, con las mismas caídas y frustraciones, pensando en que quizás no fuimos del todo sinceros en nuestra entrega al Señor.
Sin embargo, la santificación del creyente nunca ocurre en un momento repentino, por el simple hecho de desear cambiar. La verdadera santificación ocurre a través de la lectura, meditación y aplicación sistemática y cotidiana de los principios bíblicos. El salmista afirma que solo cuando aplica las verdades bíblicas a su vida, tiene la promesa de victoria sobre el pecado. Esto requiere de un esfuerzo decidido por parte del cristiano en entender y memorizar las Escrituras día a día.
Solo la Palabra de Dios puede transformar, corregir, alimentar, alegrar y enseñar al cristiano, mostrándole la verdad, alertándole sobre el error y encaminándole a la victoria espiritual. ¿Quieres verdaderamente vivir una vida consagrada al Señor, venciendo los pecados y practicando obras de justicia? Entonces esfuérzate día a día, de manera sistemática, por conocer la Biblia. Muchos aún no han superado sus pecados, porque no se han energizado con el poder de las Escrituras.
Luis Carlos Lambaré, Paraguay