La creatividad, don de Dios

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De la sección “Renovando el Espíritu” del programa “Los años no vienen solos”.

 

Escuche aquí el programa:

 

 

 

La creatividad es algo divino, porque procede de Dios. Es que incluso lo que hoy podemos ver fue hecho de lo que antes no existía: “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” Hebreos 11:3

La creatividad mira más allá de lo que hay ahora, pues se proyecta en el tiempo y el espacio. RESPONDE o NACE PRIMERAMENTE DE UN DESEO, ya que uno no crea lo que no desea. Ya sea que enfoquemos nuestra creatividad en solucionar una necesidad o simplemente en el puro placer de crear, en ambos casos TODA CREACIÓN RESPONDE AL ANHELO Y DESEO DE CREAR ALGO.

Nuestro Dios está en los cielos; todo lo que quiso ha hecho” Salmo 115:3

Y fuimos creados conforme a su imagen y semejanza. Por tanto, muchas de sus cualidades, Dios nos las ha dado también a nosotros. Y entre ellas, está la creatividad. Pocas cosas se descubren “por accidente”. Y aun en esos casos, a alguien se le ocurrió darle una aplicación provechosa a ese “accidente” con que se topó “sin querer”. Y tal aplicación o invento surgido fue posible porque alguien LO DESEÓ y después LO IMAGINÓ. La creatividad y la imaginación están dormidas mientras no haya deseos de crear y deseos de solucionar problemas. Dicen que la necesidad es la madre de la inventiva. Cuando se necesita, uno se las ingenia. Aquel que tiene solvencia económica, suele acostumbrarse a pagar para que le hagan o resuelvan las cosas; pero el que no tiene, se las arregla por sí solo y aprende a trabajar, como se dice, aunque sea “con las uñas”. Muchos grandes inventos (por no decir casi todos) nacieron del deseo y necesidad del hombre de hacer más fácil su vida. Todo parte del deseo de crear aquello que estamos anhelando. Los hermanos Orville y Wilbur Wrigth primero DESEARON volar; era un anhelo vehemente para ellos. ESE DESEO DISPARÓ SU CREATIVIDAD para IMAGINAR, buscar y encontrar la manera de hacerlo. Y finalmente (aunque no les fue nada fácil) lo consiguieron.

LA CREATIVIDAD ACTIVA LA IMAGINACIÓN (y viceversa). Dios es el ser más creativo que existe. Es el Creador por excelencia. Y nos traspasó esa capacidad de imaginar, idear y crear a nosotros, los seres humanos. Aun así, nuestra imaginación se queda corta ante las cosas que Dios tiene para nosotros:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” 1 Corintios 2:9

TODOS SOMOS SERES CREATIVOS E INGENIOSOS. Para todas las labores se necesita imaginación. No hay que ir muy lejos y pensar que solo los grandes pintores, escultores, escritores, músicos o artesanos son los que tienen creatividad. No es así. Incluso en tus labores diarias echas manos de la creatividad, sin siquiera percatarte de ello:

Si cocinas sin receta, estás imaginando el producto final y, de por sí, ya estás creando. Cuando escribes una nota, una carta o unos saludos y felicitaciones a un amigo (aunque sea por Facebook), ahí también estás creando, pues estás plasmando en el papel aquello que hay en tu mente e incluso, en tu corazón, y transformándolo en palabras entendibles a terceros. Cuando un niño toma un pedazo de papel o un tubo de cartón y, según él, esa es una nave espacial en la que cruza las galaxias, él está creando. Está creando en su mente toda una historia, e incluso lo hace en tiempo real, improvisando y recreando sobre la marcha. Cuando narras a otra persona lo que te aconteció en el día, estás poniendo los hechos en orden en tu mente, haciendo un resumen y transmitiendo tus ideas a través de palabras. Eso también es crear. Al pintar las paredes de otro color, también usas tu creatividad, pues tuviste que haber imaginado cómo querías que luciera ese recinto en un futuro. Cuando mueves de posición los muebles de tu sala y los reordenas en otra forma que te parece más agradable o práctica en el momento, también estás creando. Cuando tu nieto pide que le cuentes una historia antes de dormir, pero no tienes un libro de cuentos a mano, seguro inventas alguna historia que improvisas en el momento, con tal de complacer a tu niño o niña. Cuando te sientes alegre o animado por alguna buena noticia recibida o por algún logro alcanzado, y haces algún tipo de “salto de victoria”, para desahogar a través de tu cuerpo la alegría que sientes dentro de ti, también estás improvisando un movimiento que jamás planeaste; simplemente te dejas llevar por el momento. Ahí también estás creando una coreografía, aún sin darte cuenta. Cuando decides qué atuendo llevar en el día o para una fiesta, y piensas si combinas tal o cual blusa con tal o cual pantalón o falda, y lo acompañas con los zapatos y el bolso correcto, ahí también estás creando un conjunto, un atuendo, tal como lo haría cualquier diseñador de moda.

En esencia, en el proceso de crear, imaginamos en nuestra mente el producto final, o lo vamos imaginando paso a paso, y vamos haciendo las modificaciones necesarias. Y al final, obtenemos algo similar o a veces, mejor que lo que imaginamos. E incluso a veces logramos algo muy distinto de lo que pensamos en un principio, pero que no por ello deja de ser bueno. La creatividad es innata al ser humano. Así, en muchas facetas de tu vida no solo sigues instrucciones de otros, sino que imaginas por ti solo y luego creas.

PARA INCENTIVAR NUESTRA CREATIVIDAD, DIOS NOS ASIGNA TAREAS. Eso ha sido así desde el principio de la creación; y para muestra, un botón: Dios mandó a Adán a ponerle nombre a todos los animales (Génesis 2:19-20). Y esto se lo encomendó Dios DE ACUERDO A SU CAPACIDAD. Adán era inteligente; si no, no se hubiera acordado al día siguiente de los nombres que le dio a todos los animales. Nosotros también somos seres inteligentes, porque fuimos diseñados y construidos por Dios mismo, según su imagen y semejanza. Seguro Dios te ha encomendado cosas que hacer. A veces pensamos que los llamados y encargos que Dios nos hace son solo aquellas labores titánicas, extraordinarias, fuera de lo común o trascendentales. Pero no es así. Todos podemos y debemos cumplir lo que Dios nos manda, tanto en lo pequeño como en lo grande. Allí mismo donde estás, seguro que puedes marcar una diferencia, haciendo lo que haces, y haciéndolo bien, como para el Señor, y no para los hombres (Colosenses 3:23). Bien decía un himno antiguo: “Nunca esperes el momento de una grande acción, ni que pueda lejos ir tu luz; de la vida, a los pequeños actos da atención. Brilla en el sitio donde estés”.

CUANDO HAY TAREAS QUE CUMPLIR, SE ACTIVA LA CREATIVIDAD. Pero la pereza, la vagancia y la ociosidad van en contra de la creatividad, y la dejan sin fruto.

La creatividad es la inteligencia divirtiéndose“, Albert Einstein. Es que hay un placer indescriptible, y experimentamos una satisfacción única cuando vemos el producto terminado de una creación original nuestra. Y entre más se acerque a lo perfecto o ideal, mejor aún. POR NATURALEZA, EL SER HUMANO ES AMANTE DE LA PERFECCIÓN. Las cosas que tienen un balance, una simetría, una proporcionalidad en sí mismas son las que nos tienden a parecer agradables y buenas. Y esto se cumple prácticamente en todas las áreas.

NOS GOZAMOS CUANDO CREAMOS ALGO BUENO. Y eso viene de Dios. Incluso DIOS SE TOMÓ TIEMPO PARA DISFRUTAR Y COMPLACERSE EN LA OBRA PERFECTA DE SUS MANOS. En el primer capítulo del libro de Génesis se nos narra que al final de cada día, el Señor contemplaba la obra terminada de ese día y se deleitaba en ella. Y eso lo vemos claramente cada vez que se nos dice “y vio Dios que era bueno“. Es más, el último día (el sexto), Dios contempla el producto final total y dice más aún:

Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno EN GRAN MANERA” Génesis 1:31

Aun desde pequeños ya sabemos lo que es disfrutar de un logro. Vemos que un niño pequeño sabe celebrarse a sí mismo cuando alcanza un logro: se ríe, se aplaude, brinca, etc. Y esto lo hace por naturaleza, aun sin que nadie le diga que lo haga. Tomémonos el tiempo para disfrutar las cosas buenas que hacemos y las que el Señor nos da. Hasta Dios lo hizo, pues se nos dice en Génesis 2:1-3 que él reposó de toda la obra que había hecho y santificó ese día. Pero no reposó porque estuviera cansado. El reposo de que se nos habla aquí es más bien un reposo para “sentarse” a contemplar y disfrutar de su creación.

También dijo Salomón: “He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque esta es su parte. Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce de su trabajo, esto es don de Dios. Porque no se acordará mucho de los días de su vida; pues Dios le llenará de alegría el corazón” Eclesiastés 5:18-20

Recuerda siempre que eres un ser pensante, inteligente, a imagen y semejanza de Dios, con talentos, capacidades y dones específicos que Dios depositó en ti cuando te creó. Dios te ha concedido la creatividad como don. Solo levántate y empieza a echar mano de ella. Seguro harás grandes cosas.

En Dios haremos proezas…” Salmo 60:12; 108:13

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