Un genetista examina el cristianismo
11 septiembre 2020“Señales” – Mario Benedetti
15 septiembre 2020Lectura: Marcos 1:21-28
«Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas» v. 22
Por más de cuarenta años serví como profesor en mi patria, enseñando en colegios públicos como privados y guardo gratos recuerdos de mi paso por la pedagogía; miles de alumnos fueron mis discípulos tanto de nivel básico como medio. Fui formado en el alma mater de la Escuela Normal José Abelardo Núñez de Santiago de Chile, institución que formaba profesores que tenían la vocación para la docencia.
Fue en esta experiencia que aprendí la diferencia de vida que existe entre un Docente-Profesor y un Maestro. Ambos enseñan, pero el maestro también relacionaba los contenidos con la vida cotidiana, no era un simple teórico, buscaba la forma de relacionar la enseñanza con la vida real. De esta forma, no podía dejar alumnos sin aprender, todos debían hacerlo porque la motivación del maestro era el reflejo de su propia vida, más que la palabra, era su ejemplo.
Nadie colgaba un cartel diciendo “YO SOY UN MAESTRO”; ese título se lo daban sus alumnos cuando al cruzarse en la calle corrían a saludarlo para agradecer a ese hombre lo que un día les enseñó para triunfar en la vida. El mejor pago que un maestro puede recibir en vida es un discípulo agradecido.
Así también existen en las iglesias cristianas evangélicas muy buenos profesores como profesionales de la educación, pero hace falta Maestros que enseñen la Biblia para todas las edades de la vida, con la pasión con que el verdadero Maestro de Maestros, Jesús, lo hacía. Jesús amaba a sus seguidores y por ello se admiraban de su doctrina.
Luis Canihuante, Chile
Jesús es el maestro de maestros: enseña como Él.