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Lectura: Juan 4:1-7
“…Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo.” v.6
¿Se siente cansado? Está en buena compañía. En su condición de verdadero hombre, Jesús también experimentó cansancio, hambre y sed. Se detuvo en el pozo para descansar, pedirle agua a la mujer samaritana y esperar a sus discípulos que habían ido al pueblo a comprar alimentos. Porque Él sufrió en carne propia el cansancio puede compadecerse de nosotros y darnos el descanso que necesitamos:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mateo 11:28-30)
Esta invitación de Jesús fue inicialmente para los judíos cansados de cumplir las leyes y rituales que los fariseos añadieron a la Ley de Moisés. El Señor les invitó a descansar en Él obedeciendo sus sencillos mandamientos que se resumen en amar a Dios y al prójimo.
Esta amorosa invitación de parte del Señor es también para usted hoy que está cansado física, mental o emocionalmente de llevar las cargas de la religiosidad, la culpa por sus pecados del pasado, de heridas emocionales no sanadas; como resultado de los conflictos de pareja o familia; la incertidumbre por su futuro académico, laboral o familiar, o por intentar tomar el mundo en sus manos.
Reciba entonces la invitación de Jesús a descansar en Él, a aprender de su carácter, su mansedumbre y humildad, a confiar en las tiernas manos de Dios, su vida, su familia y su futuro.
Dionisio Orjuela R., Colombia
Venga a Jesús y reciba el descanso que solo Él puede dar al alma.