“Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas. Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”
Santiago 1:19-23
Parte 1: La fe demostrada
Parte 2: Prontos para oír, tardos para hablar
Parte 3: La fe por la obediencia
Parte 4: Palabra implantada