
Si parece, que lo sea
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¿Qué gobierna tu corazón?
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Lectura: Juan 11:28-37
“Jesús lloró” v.35
Releyendo sobre la resurrección de Lázaro descubrí algo nuevo. Tenemos la tentación de no leer ciertos pasajes por conocidos, pero cada vez que abrimos la Palabra, descubrimos cosas nuevas. Hoy vi que Dios sufre. Parecería que Dios, Todopoderoso y con sus demás atributos, no tendría que sufrir. Resuelve nuestros problemas y hace cosas increíbles para que no suframos. ¿Cómo es que sufre? Es por nuestra culpa; somos causa de su sufrimiento
por nuestro desvío, desobediencia, por nuestro pecado.
Dios nos creó para tener comunión con nosotros, para hacer cosas y disfrutarlas juntos, pero nuestra desobediencia truncó su plan perfecto. Afortunadamente, tenía un “Plan B”. La Palabra menciona su justa ira y que lamentó haber creado al hombre. Fuimos creados a Su semejanza… Sufrimos y lloramos porque estamos hechos como Él. Nunca fue Su intención que sufriéramos; eso fue nuestra elección. Pero el resultado es que sufrimos, y le hacemos sufrir.
Ante las conversaciones de Jesús con Marta y María, las reacciones de los vecinos y la tristeza de ver el dolor y la muerte causados por el pecado, Jesús se conmovió hasta las lágrimas, que no ocultó. Dios no renunció a crearnos aun sabiendo que íbamos a pecar y que le íbamos a causar tanto sufrimiento; también a Su Hijo. Y me quedo sin aliento ante Su amor. No sabemos amar así y no podemos imaginar a alguien que lo tiene todo abrazando el dolor como lo hizo.
Apocalipsis nos recuerda que llegará un día cuando el mismo Dios secará nuestras lágrimas para siempre, y lo hará, no con una sonrisa, sino con gran alegría, como nos recuerda la doxología de Judas.
Marta Arenzana, España
Nadie ama como Dios