“…Por cuanto te has apoyado en el rey de Siria, y no te apoyaste en Jehová tu Dios, por eso el ejército del rey de Siria ha escapado de tus manos.” v.7
El rey Asa había empezado bien su reinado en Judá. Erradicó la idolatría en todo el país, mandó a su pueblo buscar, obedecer y jurar lealtad a Dios. Como resultado Dios le dio paz y prosperidad. Pero lamentablemente Asa terminó mal. Cuando el rey Baasa del reino del Norte invadió Judá, tomó Ramá y empezó a construir allí su cuartel para controlar a Judá. Esta vez Asa, en lugar de buscar la ayuda de Dios, sacó la plata y el oro del templo de Dios y del palacio y los envió como regalos a Benadad rey de Siria, solicitándole alianza con él, que rompa su convenio con el reino del norte y lo invada.
El rey de Siria aceptó este convenio, invadió al reino del norte conquistando algunas de sus ciudades. De esta manera, el rey Baasa se retiró de Ramá, dejando libre a Asa. Después de esto Dios reprendió a Asa por medio del profeta Hanani diciéndole, que por haberse apoyado en el rey de Siria y no en Dios, ha hecho una locura, por lo tanto nunca podrá vencer al ejército Sirio y sufrirá más guerras.
Asa no se arrepintió, más bien encarceló al profeta y maltrató cruelmente a varios habitantes. Al final, se enfermó gravemente, pero confió más en los médicos que en Dios, y así murió. De esta historia aprendemos, que sigamos confiando en Dios en medio de las adversidades, para que no terminemos mal.
Fabio F. Semeyá Chali, Guatemala
Sigamos confiando en Dios