“…y lo que has provisto, ¿de quién será?” v.20
Carlos era un hombre que poseía muchas riquezas, tenía un chofer llamado Iván, el cual trabajó veinte años a su servicio, transportándolo a él, a su esposa, familiares y amigos; hacía las tareas que le encomendara. Carlos murió. Pasados algunos meses la esposa se casó con el chofer; Iván reflexionó de la siguiente manera: Pensé que yo había estado trabajando veinte años para don Carlos, pero resulta que él trabajo veinte años para mí.
Recordamos la parábola de Jesús, relatada por Lucas en el capítulo doce, “y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?” Jesús enseñó sobre, “el engaño de las riquezas”. Puede que consideremos el dinero como indispensable para vivir, pero no debemos olvidar que, nada trajimos a este mundo y sin duda nada nos podremos llevar.
El engaño consiste en creer que es nuestro y que lo podemos dejar a quien decidamos, ¿pero podemos planear la vida de la esposa o de los hijos? Ellos la pueden malgastar y como al hijo prodigo comenzar a faltarles. Dios es el protector de los huérfanos y las viudas, debemos procurar sembrar en sus vidas el temor a Dios para que ellos alcancen sabiduría, es el verdadero y mejor legado que heredaran mil generaciones.
Sembrar en quienes nos rodean el conocimiento de Dios y la fe en Él, producirá en ellos sabiduría y será la mejor herencia que podamos dejar, la cual nunca será arrebatada.
Mario Gil Gómez, Colombia
La mejor herencia es el temor a Dios