“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón…” v.23
Este es un maravilloso salmo escrito por el rey David hace muchos siglos en donde se puede percibir la intención del escritor; la Biblia dice que él era un hombre conforme al corazón de Dios.
Tenía muchos defectos, sí, y muchos pecados cometidos, pero siempre le caracterizó la humildad de corazón, él reconocía su bajeza e impotencia y sentía profundo arrepentimiento porque amaba a su Dios con todo su ser. Él es un fiel ejemplo de lo que el ser humano es en general, lleno de errores y defectos. Pero también es un ejemplo de lo que el ser humano puede hacer al respecto: arrepentirse, profundamente y confesar sus pecados; pedirle su ayuda para corregir su camino, buscar de todo corazón vivir en la presencia constante de Dios; alabarle, agradecer todas sus bondades, ensalzar su grandeza y poder infinitos, y reconocer lo pequeño que somos ante Él.
El pecado, el odio, el resentimiento y la falta de perdón, nos alejan de Dios así también como la culpa, la ansiedad y la preocupación. Debemos reconocer ante Dios que no podemos solos, que necesitamos de Él y que nos guíe a hacer lo que real- mente quiere que hagamos, a ser lo que Él quiere que seamos.
Solamente así tendrá sosiego el alma, deja atrás lo que no está en tus manos, y echa toda tu carga sobre Él, entrégale en oración esas luchas que aún no puedas superar, esas metas que te has propuesto y aún no las puedes alcanzar; céntrate en Él, medita y permite que te hable, diaria- mente, por medio de su Palabra.
Luisa Canán, Paraguay
Limpia Señor mi corazón, y quita toda barrera que me aleja de Ti