Ancianos de fe
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Dios sufre
29 septiembre 2022
Lectura: Jeremías 23:25-32
“¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?” v.29
Intentando comer más sano, pero deseando algo dulce, seleccioné de entre toda la variedad de posibilidades, unas galletitas de avena, chía y lino. En el rótulo decía: “Fuente de Omega 3”. Me fui a casa contenta y preparé el mate. Paréntesis: el lector sabrá que, para los uruguayos, esta infusión es la bebida favorita en invierno y verano.
Al comenzar a abrir el paquete, se me dio por leer la información contenida en el dorso: grasas saturadas, grasas polinsaturadas, grasas monoinsaturadas, carbohidratos. Grasas totales: 5,5. ¡Qué decepción! Lo que parecía saludable, no lo era. Solo parecía. Y me engañé. Pero de esta anécdota, compartiré una enseñanza. Como cristianos, podremos orar, cantar, asistir a la iglesia, pasar mucho tiempo leyendo e incluso hablando de la Biblia; pero si esa Palabra no modifica nuestra manera de pensar y actuar; y si no permitimos que transforme nuestras actitudes y nos haga más humildes, más compasivos, más amorosos, menos egoístas, menos indiferentes y más semejantes a Cristo, entonces nuestro “cristianismo” será solamente una apariencia.
Dios dice que su Palabra es como fuego y como martillo que quebranta la roca. Si permitimos que tenga esos efectos en nuestros corazones, no resultará solamente un ritual. Ella puede quemar todo lo falso, lo postizo y quebrantar aquellas áreas duras, impermeables, donde albergamos actitudes egoístas, de orgullo y de indiferencia hacia los demás. Si estudiamos nuestras Biblias, que se note en nuestra manera de actuar. La mejor evidencia de nuestra relación con Cristo no es el rótulo de “cristiano”, son nuestras actitudes hacia el prójimo.
Nancy Rodríguez Antivero, Uruguay
Que nuestra apariencia cristiana no sea solamente apariencia