“Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo… Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ellas.” v.3
A los niños del barrio, amigos y vecinos de Frank, nos encantaba la llegada de don Arturo en su jeep Willy, descapotado; no lo dejábamos desmontarse, abordábamos junto a Frank, y nos daba un paseo. Don Arturo sonreía complacido por habernos proporcionado ese momentito
de felicidad.
Se trataba de un ciudadano ejemplar, hombre respetado por todos en el pueblo; nunca perdía la compostura, al grado de que nadie le vio ni bailar porque no se sentía cómodo. PERO, Todo cambiaba cuando se iba de tragos, bajo el dominio del alcohol, don Arturo reía a carcajadas, vociferaba y bailaba como cualquier hombre de mundo. A todos nos ocurre, todo anda bien hasta el momento cuando aparece en nosotros un detonante. La lectura de la carta a los Romanos se convierte en una especie de Manual del Buen Ciudadano, al dedicar los capítulos 12 y 13 a los deberes cristianos.
En realidad, la orientación que en el texto se ofrece no es sólo para cristianos, se trata de pautas de comportamiento útiles para cualquier persona que quiera vivir correcta y armoniosamente en la sociedad. Con frecuencia criticamos a las autoridades cuando se apegan al cumplimiento riguroso de la ley; cuando nos sintamos afectados porque se nos aplica la norma, pensemos en cuáles han sido nuestra actitud y nuestro comportamiento. ¿Nos estamos conduciendo bien? ¿No?, entonces a preocuparnos y a mejorar para nuestro propio bien y el bien de los demás. Evitemos el ser arrastrados por el mal, por lo inapropiado.
J. Adarberto Martínez, República Dominicana
¡Hagámoslo bien, y seremos respetados!