Enséñanos a contar nuestros días

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De la sección “Renovando el espíritu” del programa “Los años no vienen solos”.

Escuche aquí el programa:

Tomado de “Central de Sermones

¡Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría!”. Salmo 90:12

Este es un salmo que le pertenece a Moisés, el mismo autor de los primeros cinco libros de la Biblia. Moisés conoció muy bien las edades traducidas en días y años. Él hace alusión a los días que pasamos en la tierra bajo una visión fugaz, pero también a lo que significan los días bajo la visión divina. Moisés vivió 120 años. Su vida tuvo tres etapas. Los primeros 40 años los vivió en Egipto donde se educó con los mejores estudios de la época; eso le hizo ser poderoso en sabiduría y en palabras (Hechos 7:22). Después pasó 40 años el desierto, pastoreando las ovejas de su suegro Jetro; eso lo hizo dócil y manso. Y sus últimos 40 años los dedicó a pastorear a una nación de unos dos millones de personas. De modo, pues, que cuando él dijo: “…Enséñanos a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría…” tenía autoridad para hacer esta petición. Cuando contamos nuestros días, según la contabilidad de Moisés, encontramos un gran aprendizaje. Considerémoslo:

1.CUANDO CONTAMOS LOS DÍAS CON SABIDURÍA APRENDEMOS QUE NUESTRO DIOS NUNCA CAMBIA

a. Antes de todo él es Dios (vers. 2-4)

Cuando más avanzamos en nuestra edad, más descubrimos la eternidad de Dios. ¿Desde cuándo existe Dios? Bueno el texto nos da una idea, al decirnos: “…Antes que naciesen los montes Y formases la tierra y el mundo…” Este texto confirma que no hubo un tiempo cuando Dios no haya existido ni tampoco habrá un tiempo cuando Dios no existirá. El hombre es hijo del tiempo; Dios se mueve en la eternidad. Es por eso que el salmista dice que: «…Mil años delante de tus ojos son como el día de ayer que pasó…» (vers. 4).

b. Él es Dios de cada generación (vers. 1)

Dios ha tenido cuidado de su creación “de generación a generación”. Mateo y Lucas nos hablan de esas generaciones comenzando de Adán hasta el mismo Cristo. El pueblo de Israel que duró unos 40 años en el desierto supo que Dios fue su refugio durante ese largo peregrinar, aunque ellos se revelaron una y otra vez con Dios. Cada año que cierra su ciclo nos conduce a una mirada al pasado para recordarnos cómo fue la protección de nuestro Dios en las diferentes estaciones del año. Él fue nuestro refugio cuando las cosas estuvieron más difíciles y lo ha sido cuando todo parece normal. Él fue nuestro refugio cuando faltó trabajo, cuando un familiar murió, cuando una enfermedad se hizo presente y cuando hemos visto sufrir a personas amadas. No hay una generación que se haya sentido huérfana de Dios.

2. CUANDO CONTAMOS LOS DÍAS CON SABIDURÍA APRENDEMOS CUÁN BREVE LLEGA A SER LA VIDA

a. Los años entre 70 y 80 (vers. 10)

El plan original de Dios era que los hombres fueran eternos. Recordemos que el hombre fue hecho a imagen y semejanza divina; esto planteaba que el hombre fuera inmortal. Pero el resultado del pecado ha sido la muerte física y la espiritual. Génesis 3 nos muestra en detalle que la muerte fue la consecuencia directa del pecado contra Dios. Pero aún después de la caída el hombre mantuvo destellos del plan original divino, por cuanto las personas alcanzaron a vivir cerca de un milenio (Génesis 5). Después del diluvio y la llegada de los patriarcas, los hombres alcanzaron a vivir 120 años. Pero después de esto, los “años de nuestra edad” son 70 u 80 años. Así que la vida simplemente es breve. De modo, pues, que al lado de la eternidad, nuestra existencia es apenas un granito de arena en la inmensidad del mar.

b. “…Acabamos nuestros años como un pensamiento…” (vers. 9)

En este símil pareciera que el salmista hubiese llegado a la más mínima expresión al comparar todo lo temporal en nosotros. Decir que acabamos los años como un pensamiento es decir que la vida humana, vista desde arriba solo es comparada con una milésima del tiempo. ¿Cuánto dura un pensamiento? Tiene que irse rápido porque hay otro que está a la puerta tratando de entrar ¡Sencillamente viene o se va! Así que a lo que llamamos “toda una vida”, hablamos del proceso que incluye nacer, crecer, envejecer y morir, antes los ojos de Dios es apenas un instante; algo insignificante como un abrir y cerrar de ojos.

3. CUANDO CONTAMOS LOS DÍAS CON SABIDURÍA APRENDEMOS COMO TRABAJA DIOS EN NUESTRAS VIDAS

a. El quebrantamiento nos vuelve hacia Dios (vers. 3)

Moisés vivió suficiente para conocer del poder de Dios, pero también de la rebelión de Israel. En ese largo “pastorado” del desierto vio las veces que Israel fue sometido a quebrantamiento por sus propias faltas. Los años pasados en tan inhóspita condición mostraron al líder de Israel los instrumentos que Dios usó para atraerlos a él. Todo eso para decirnos que las aflicciones de los santos suelen provenir del amor de Dios, pero también que los reproches por sus pecados deben considerarse procedentes del desagrado de Dios. Dios usó durante esos años medios correctivos muy drásticos, entre los que incluyó aún la muerte de los culpables. Así que en este salmo no es raro ver expresiones, tales como: Arrebatar, consumidos, turbados, declinar a causa de tu ira, indignación, vuélvete, aplácate… (verss. 7-13). Todo esto nos muestra la disciplina correctiva de Dios. Él nos ama tanto que no nos dejará sin disciplina “…para que participemos de su santidad…” (Hebreos 12:10).

b. El quebrantamiento revela lo oculto (vers. 8)

Una de las cosas extraordinarias que hace la Palabra de Dios es que pone al descubierto todo lo que hay dentro de nosotros (Hebreos 12:4). En este salmo Moisés recuerda que Dios puso las maldades del pueblo delante de él cada vez que se rebelaron. El poder de su mirada revelaba todo lo que estaba oculto y que era de su desagrado. Dios no ha cambiado. Su Palabra, que pone al descubierto todo, lo cura todo. Expóngase a Dios.

4. CUANDO CONTAMOS LOS DÍAS CON SABIDURÍA APRENDEMOS DE LAS BENDICIONES QUE AÚN NO TENEMOS

a. Debemos ser audaces en pedirlas (verss. 13-14)

Moisés sabía que Dios estaba airado con su pueblo. La provocación que ellos hicieron contra él deseando regresar otra vez a Egipto fue muy notaria en el largo caminar por el desierto. Eso significó que muchas de las bendiciones que Dios tenía reservada para ellos fueron retenidas.

Pero ahora hay un nuevo anhelo para que aquellas bendiciones regresen a ser parte de sus hijos. Lo primero que pide es que Dios se vuelva y se aplaque. En esa misma oración que reclama esas bendiciones, Moisés, quien vio el mal que le vino a Israel, ahora dice: “…Alégranos conforme a los días que nos afligiste y los años en que vimos el mal…” (vers. 15). Esta es la oración de un creyente. ¿Cuantas veces al año llegamos a ver algún mal que golpeó nuestra vida o el de la familia? Pero ahora al revisar nuestras cuentas y al ver el déficit de esas bendiciones, le decimos también al Señor: ¡Alégranos! Esa alma afligida que llevó la carga de algún dolor, de alguna pena, de alguna aflicción insoportable, ahora le dice a Señor ¡Alégranos! Sí, alégranos conforme a los días de nuestras tristezas.

b. Debemos ser constantes en esperarlas (verss. 16-17)

“Aparezca” es una manera de decir: que se haga realidad tu obra en nosotros. Ninguna otra cosa deseamos con mayor fuerza que la obra de Dios sea hecha en nosotros. A veces nuestra confianza solo está puesta en la obra de los hombres, pero todos sabemos que esa obra es pasajera como los torrentes de aguas, como el pensamiento, como el sueño. Sin embargo la obra de Dios permanece para siempre y su obra es perfecta y completa en nosotros. Esa bendición debe ser esperada. Dios no ha terminado su obra desde el momento que la comenzó según Filipenses 1:6. Pero la otra cosa que deseamos en estas bendiciones es que manifieste su “…gloria sobre tus hijos…”

La gloria de Dios es el asunto que más bien le hace al creyente. El apóstol Pablo pidió ser “transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu (2 Corintios 3:18). Cuando la gloria de Dios la vivimos continuamente, el resultado será que Dios confirmará “la obra de nuestras manos” vers. 17. ¿Cuántos quisiéramos vivir bajo la gloria de Dios? No hay bendición mayor que esta.

Este salmo nos habla 17 veces del tiempo, incluyendo generaciones, siglos, años y días. Tomando en cuenta que la vida, según la perspectiva de Moisés se mueve dentro de lo «temporal y eterno», dentro de la brevedad y lo permanente, la conclusión a la que él llega pareciera concentrarse en el versículo 12. Es la gran oración que le pide a Dios que le ayude a organizar su vida conforme a las exigencias de Su voluntad, que es el principio de la sabiduría. Por cuanto es tan fácil perder el tiempo en necedades, en actividades improductivas o simplemente «matarlo», mientras se esperan otras cosas, la presente oración es la que más debiera hacerse. “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría».

Necesitamos un corazón sabio para vivir, un corazón sabio para amar a Dios, al prójimo, y sobre todo, un corazón sabio para no pecar contra Dios. La vida que se prepara para entrar en la eternidad es aquella que ha aprendido a «contar los días». ¿Cómo viviremos este año? ¿Cuál será nuestra evaluación cuando veamos el tiempo transcurrido? ¿Cuál es su resolución cuando todavía estamos comenzando este nuevo año?

1 Comment

  1. Sandra de Nieves dice:

    Excelente!!! Muy acertado este estudio es de gran importancia el saber vivir con sabiduría, gracias!!! por estas palabras de animo en estos tiempos tan difíciles. Ruego al Señor que les siga usando para dar palabras de aliento y esperanza, son una antorcha que alumbra en lugar oscuro. Dios les bendiga grandemente a Uds. y a todo el equipo de Radio Trasmundial Uruguay.Sandra de Nieves, Venezuela

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