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Conocimiento y sabiduría para el diario vivir
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Lectura: Salmos 118
“Me empujaste con violencia para que cayese, pero me ayudó Jehová.” v.13
“Y ahora, ¿Quién podrá defenderme?” Quizás le sonará conocida esta expresión típica de algunos personajes, para que el Chapulín Colorado se pusiera en acción. Recordará las clásicas torpezas del “héroe”, que provocaban la risa de los televidentes y terminaban “ayudando” al necesitado. Más de una vez me he encontrado necesitada de ayuda y de defensa. Como usted, como tantos, como el salmista: asediado por los enemigos y empujado con violencia.
Las circunstancias de la vida, los fracasos, las desilusiones, la falta de sustento o, incluso a veces algunas personas que nos aborrecen por alguna causa, nos empujan con violencia para hacernos caer. La imagen es impactante y nos lleva a la idea de una acción que causará gran daño. Es este el momento de la desesperación, cuando necesitamos imperiosamente una mano sustentadora. Si leemos todo el capítulo advertiremos que el salmista contaba con personas ayudadoras. Pero, por sobre toda esa apreciada ayuda, valoraba la de Jehová; porque cuando todo falla, Él no (v.7 y 8).
En nuestra vida reconocemos amigos y hermanos, dispuestos a tendernos su mano para no dejarnos caer. Y qué bueno es tenerlos. No obstante, nada sustituye ni se compara con LA ayuda de Dios, cuya diestra es sublime. En lengua, las conjunciones adversativas se usan para contraponer dos pensamientos. Se llaman “adversativas”, aunque a veces introducen una solución, como en este caso. Lea el versículo nuevamente. Fíjese cómo se conecta el problema con la solución: “PERO me ayudó Jehová”.
¿Está usted al borde de la caída? ¿Ha recurrido a hermanos y amigos? ¿Aun así, todavía necesita ayuda? Vaya al Infalible.
Nancy Rodríguez Antivero, Uruguay
Nos ayuda Jehová