
Transmisión de la fe a las nuevas generaciones
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Recordar de dónde venimos
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Lectura: Salmo 73:2-28
“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras.” v.28
Podría decirse que la vida de los seres humanos en la tierra está dividida en dos grandes grupos. Uno de ellos es al que al parecer todo les sale bien. Tienen negocios, gozan de buena vida, el dinero les alcanza para todo, se ven llenos de mucha prosperidad y salud. En el otro estamos todos aquellos a los cuales la vida no nos ha sonreído mucho. Con sacrificio y esfuerzo luchamos para obtener las cosas y, en muchas ocasiones, lo que anhelamos no nos llega. Hay momentos en los que hasta llegamos a sentir envidia de aquellos a los que aparentemente todo les sale bien.
Sin embargo, hay una gran realidad en todo este asunto: ni los que tienen todo son sumamente felices ni los que luchamos por conseguir lo poco que tenemos somos infelices. El salmista llega a varias conclusiones en el salmo 73. Le recomiendo leerlo completo. Por una parte entiende que es cuando entra en el santuario de Dios que encuentra el entendimiento. Comprende el propósito de Dios al entrar en su presencia. Cuando tienes intimidad con Dios, él te revelará el propósito que tiene para tu vida y así encontrarás sentido a la misma.
En esta vida siempre tendrás dos alternativas: acercarte a las riquezas y obtener dinero fama y fortuna, o el acercarte a Dios; lo cual te hará mucho bien, no solo en esta vida, sino también en la eternidad; disfrutando de sus riquezas en gloria.
Marco Ramirez, Venezuela
Cuando a Dios me acerco, mi esperanza aumenta