“…para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.” v.11
Seguro que reconoció el término usado como título. Algo extraño pero parece sugerirnos la palabra “método”. Y es correcto. Tiene otros significados ―parodia, trucos, artimañas― pero es la palabra griega traducida “asechanzas” aludiendo a la obra del diablo. No es de sabios creer que el enemigo es un improvisador consuetudinario. El Espíritu Santo no se equivoca al alertarnos sobre un adversario con una metodología que le ha dado pingües beneficios al atacar diversas áreas que nos afectan: familia, confianza, bienestar, la moralidad, el ánimo; todas con una estrecha unión con nuestros pensamientos. La mente es su blanco y si logra afectarla, mermará nuestras fuerzas para la lucha.
Es probable que haya notado como algunos planes, ideas y proyectos se han enfriado sin saber por qué. La razón usualmente está en la mente: el lugar para la más feroz de las batallas y de los ataques más efectivos. Por tanto, si nuestra lucha no es “contra sangre y carne” sino “contra huestes espirituales de maldad”, entonces las “asechanzas” serán muy arteras y sigilosas.
Así que vencer la mediocridad, creer en el llamado de Dios, en el crecimiento sin retrasos y en un desarrollo continuo de nuestro carácter cristiano, depende de lo que pensemos, y para eso debemos vestirnos con la armadura de Dios conformada por las verdades que nos levantan sobre los barrios bajos del alma y cuidan nuestra mente de todo pensamiento contaminante.
El método del enemigo da resultados, pero no al cien por ciento, pues siempre habrá quien lo conoce y lo enfrenta con la suficiencia divina. ¿Será usted uno de ellos?
Eduardo Padrón, Venezuela
Las verdades de Dios son nuestra armadura