
Dios aumenta mi esperanza
11 febrero 2023
Temperatura Saludable
16 febrero 2023
Lectura: 1 Timoteo 1:12-20
“Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.” v.16
Uno de los puntos de partida de la vida esenciales de la vida cristiana es conocer la profundidad de la misericordia de Dios en Cristo Jesús, que hizo posible que podamos acceder al perdón, la justificación y la vida eterna. Pablo recuerda su vida anterior, como un catálogo de vicios: blasfemo, perseguidor, injuriador, ignorante, incrédulo. Pero, continúa diciendo, “fui recibido a misericordia”. Nunca olvidemos esta realidad, y actuemos en consecuencia.
La gracia que se nos dio nos llama a la humildad. No hay lugar para el orgullo ni para la autosuficiencia cuando sabemos de dónde nos sacó el Señor. Nos llama al servicio, porque Cristo nos rescató para trabajar en su Reino, anunciando su Evangelio a toda criatura y siendo testigos de su gracia y redención.
Pero más que todo ello, nos llama a la fidelidad. Pablo anima a Timoteo a seguir luchando, manteniendo la fe y la buena conciencia, no sea que caiga, como algunos tristes ejemplos que menciona. Una de las claves del ministerio es esta: seguir adelante, ser fieles, continuar a pesar de los obstáculos. Y también nos llama a la adoración y a la gratitud, porque un Dios tan grande y misericordioso es digno de ser honrado como Rey, y recibir honor y gloria por los siglos de los siglos. No olvidemos de dónde venimos y de dónde nos sacó Dios. Con gratitud a quien nos amó, respondamos sirviéndole con humildad, fidelidad y gratitud.
Eduardo Sánchez, Paraguay
Recordar de dónde venimos nos anima a ser fieles